Este
artículo forma parte de la sección The Conversation Júnior, en la que
especialistas de las principales universidades y centros de investigación
contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años.
Artículo de Clelia
Martínez Maza, Catedrática de Historia Antigua, Universidad de Málaga.
Publicado por la revista digital The Conversation.
Pregunta
de Jaime, de 16 años. IES El Fuerte. Caniles (Granada).
Es verdad que, cuando levantaron las pirámides, los
egipcios no disponían de una tecnología ni por asomo parecida a la actual. No
había grúas, ni elevadores, ni máquinas para cortar la piedra y desplazarla
hasta el lugar de construcción. No existían ni siquiera herramientas de hierro
(ten en cuenta que estaban aún en la edad del Bronce).
A simple vista, no parece que tuvieran capacidad
técnica para levantar esas gigantescas tumbas faraónicas. Sin embargo, sus
métodos de construcción fueron tan precisos que nada tienen que envidiar a los
que se han empleado hasta el siglo XX.
Ingenieros y arqueólogos han investigado qué medios
pudieron utilizarse en la construcción de las grandes pirámides. Las más
conocidas son las tres situadas en Guiza, construidas por los faraones Keops,
Kefren y Micerinos.
La de Keops es la más grande y alta –tiene 146 metros
de altura– y fue edificada hacia el año 2550 antes de la era común (a.e.c.). Se
calcula que se utilizaron 2,3 millones de bloques de piedra de entre 2,5 y 15
toneladas cada uno. Una mole de semejante tamaño pudo levantarse gracias a mucha
mano de obra, tiempo y unos recursos que demuestran el gran conocimiento
técnico de los egipcios.
Y
paso a paso, se alcanzó la perfección
Erigir estas grandes tumbas reales requería unas
técnicas que se fueron probando y depurando poco a poco.
Empecemos con el primer logro. A partir de la mastaba
–un tipo de tumba con forma trapezoidal–, el faraón Zoser se hizo levantar en
Saqqarah una pirámide escalonada mediante la superposición de pisos cada vez
más pequeños en el año 2630 a.e.c.
El siguiente paso tuvo lugar bajo el reinado de
Seneferu (2575 a.e.c.). Por primera vez, los egipcios intentaron construir
pirámides de caras lisas. Sin embargo, no dominaban aún la técnica, y una de
ellas acaba teniendo forma romboidal debido a un error de diseño: es la llamada
Pirámide Acodada.
La segunda que también mandó levantar Seneferu,
conocida como Pirámide Roja, sí demuestra ya un perfecto dominio de la técnica.
Podemos considerarla la primera pirámide que merece tal nombre.
Obreros
libres y bien alimentados
Para edificar estos soberbios monumentos hacía falta
una gran cantidad de mano de obra: se ha calculado que en las pirámides de
Guiza, por ejemplo, trabajaron
nada menos que unos 10 000 obreros.
Durante los 30 años que duró la construcción de este
complejo, los trabajadores se alojaron en poblados de carácter temporal cerca
de las pirámides. Los
huesos de animales que han encontrado los arqueólogos revelan
que disfrutaban de una dieta rica en carne y, en general, de una buena
alimentación.
Siempre se ha supuesto que las pirámides fueron
construidas por esclavos, pero no es verdad. En realidad, eran habitantes
egipcios libres, obreros organizados en cuadrillas que tenían tareas
especializadas: tallar, transportar o colocar los bloques de piedra.
Funcionarios y arquitectos organizaban y coordinaban
este trabajo, que demuestra la capacidad del faraón para concentrar riqueza y
desviarla a la construcción de su grandiosa tumba.
Unas
técnicas de construcción aún por descubrir
Uno de los mayores desafíos era mantener estable la
estructura de la pirámide, y para ello se logró nivelar el terreno con un margen
de error de menos de un centímetro. Una precisión similar solo es comparable a
los métodos de construcción actuales, en los que se emplea láser. Para nivelar
los cimientos, supuestamente emplearon zanjas llenas de agua y técnicas para
apisonar y alinear los bloques de piedra.
El material más empleado fue piedra caliza, extraída de
canteras cercanas y cortada en bloques con herramientas de cobre, bronce o
granito. Para el revestimiento, utilizaron piedra caliza de mayor calidad,
obtenida cerca de la actual ciudad de El Cairo. Y en algunos elementos usaron granito
procedente de Asuán, situado a más de 800 kilómetros al sur.
El transporte y la colocación de los bloques de piedra
han dado lugar a un sinfín de teorías. Lo más seguro es que estos materiales
fueran llevados desde las canteras hasta la zona de construcción mediante un
sistema de canales de agua conectado al Nilo.
Ya en tierra, los bloques eran desplazados mediante
cilindros y rampas y se deslizaban hasta el lugar previsto con poleas y
cuerdas. También sabemos que emplearon una especie de trineos arrastrados por
cuadrillas de trabajadores.
Para facilitar el deslizamiento, los obreros vertían
agua en la arena, lo que reducía la fricción. Los
expertos han probado que gracias a este truco solo harían
falta la mitad de trabajadores.
La colocación de los bloques se realizó mediante rampas
que se iban construyendo conforme subía la pirámide; los obreros podían así
acceder a la parte más alta. Los investigadores han propuesto distintos tipos
de rampas –rectas, en espiral, en zigzag, internas…–,
aunque las internas ya han sido descartadas.
Pero las rampas no parecen ser suficientes por sí
solas. La respuesta estaría en el uso de varios métodos a la vez: los obreros
egipcios también habrían empleado palancas y contrapesos para mover los bloques
de piedra.
En la actualidad, los expertos siguen analizando el
interior de la gran pirámide de Guiza para buscar alguna pista sobre la
tecnología empleada en su construcción. Este es el objetivo del proyecto ScanPyramids.
Y aunque se han llegado a realizar curiosos
experimentos como construir pirámides a
pequeña escala, aún sigue sin desvelarse por completo el
misterio de cómo consiguieron levantar aquellas asombrosas moles de piedra.
El
museo interactivo Parque de las Ciencias de Andalucía colabora en la sección The
Conversation Júnior.
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