28 junio 2024

CAMINAR

 


Cuando utilizamos la expresión senderismo o practicar senderismo, damos por sentado que nos estamos refiriendo al SENDERISMO RURAL. Ello supone la práctica y el placer de caminar por la naturaleza, recorriendo ese “campo” constituido por valles, colinas, planicies y zonas escarpadas, sembrado de árboles, abundante o escasa vegetación herbácea, con la suerte de poder acercarnos a ese pequeño riachuelo y masa acuosa abundante en forma de plácidas lagunas. Podemos en nuestra aventura respirar menos o nada contaminado, con respecto al que sufrimos en la vorágine urbana de las ciudades. También es posible que disfrutemos escuchando el trinar de los pájaros o incluso nos podemos cruzar con esos animales (ovejas, cabras, vacas, caballos, etc.) que no sueñen convivir con nosotros en los núcleos urbanos. El aroma que percibimos es el “olor a campo”, siempre saludable y reconfortante. Lo importante, obviamente, es caminar, disfrutando y compartiendo las excelencias del medio natural.

Todo lo anteriormente expuesto es cierto, con la suerte de haber elegido buenos espacios y adecuados tiempos meteorológicos. Pero hay otro tipo de senderismo. Es aquel que posee el calificativo de SENDERISMO URBANO. Dicho de otra forma, caminar por las “entrañas” de la ciudad. Si tratamos de diferenciar ambos senderismos, no debemos utilizar el factor de metros caminados. Y esto se comprueba a poco que comprobemos en nuestra aplicación del móvil y con sorpresa la suma de kilómetros que hemos realizado durante el día. Trabajo, compras, paseos, gestiones, etc. Estas actividades urbanas pueden llegar a sumar varios km, sólo con la acción laboral o de ocio, a través del perímetro espacial de la ciudad.

El obvio de que este senderismo urbano tiene diferencias con respecto al que se realiza por la naturaleza. Igual hemos elegido bien el recorrido y hemos estado en zonas con arbolado o con jardines florales. Pero nuestro caminar por suelos asfaltados, enlosados o adoquinados es mayoritario. Tal vez hemos tenido la oportunidad de escuchar u oír el trinar de las aves, pero lo normal es que la acústica percibida sean sonidos de los motores de los vehículos que pueblan estas zonas urbanas. También, la percusión de las obras comunales o privadas se une a ese hablar “en alto” que a tantos les gusta practicar. En el paisaje que se expone ante nuestra vista, predomina de forma mayoritaria el cemento y el ladrillo. Probablemente ante nuestra vista tendremos abundantes residuos o basuras, cuyo olor no será precisamente el del tomillo, el romero, el hinojo o ese arbolado de cítricos, azahares o macizos vegetales de jazmines y otras gratas flores aromáticas cuyo aroma tanto nos agrada. Por el contrario, será frecuente que el olor a aceite frito de la “invasión restauradora, junto al cemento o yeso que despiden las obras y albañilería, se una a los desagradables efluvios que emanan de las alcantarillas y de los contenedores de residuos o basuras.

A pesar de esas diferencias “en negativo” que genera el pasear por las ciudades, no todo es negativo a poco que planifiquemos bien nuestras “marchas” urbanas. Si de lo que se trata es mover las articulaciones y activar el sistema cardiaco, las ciudades tienen espacios más que suficientes para acumular kilómetros de marcha. En el caso de Málaga, localidad en la que se escriben estas líneas, la ciudad posee, tanto al este como al oeste, abundantes kilómetros de paseos marítimos. Zonas o caminos semirrurales, como el entorno de la Laguna de la Barrera, el camino tropical o forestal, en el Jardín Botánico de la Concepción, la amplia zona senderista y rural de Picapedrero, en las estribaciones de los Montes de Málaga, al final de Ciudad Jardín. Si de lo que se trata es hacer esfuerzo de subida y bajada, tenemos la opción de Gibralfaro. El paseo desde Playa Virginia, en el Palo, hasta la Araña, pasando por el Peñón del Cuervo, también es sugestivo. El trayecto desde la Alameda hasta el barrio universitario de Teatinos también ofrece incentivos para el esfuerzo de nuestros cuerpos y piernas.

Este senderismo urbano, como estamos viendo, también es beneficioso para la salud. ¿Hacerlo solo, acompañado o en grupo? Las tres opciones tienes inconvenientes y ventajas. Desde luego el ir acompañado genera sociabilidad, diálogo y motivación recíproca. Cada cual decidirá, en función de sus circunstancias y oportunidades.


Una regla de oro, en cualquier práctica deportiva. De poco sirve extremar el esfuerzo en uno de los días y después estar semanas sin hacer práctica alguna. El hábito de hacer estas caminatas y ejercicios con repetida frecuencia es “innegociable” para las buenas voluntades. Y el ejercicio ayuda en nuestra capacidad física y mental. Recordar la importancia del calzado utilizado, No todas las zapatillas deportivas son útiles para cualquier terreno o suelo. En los comercios especializados en artículos para la práctica del deporte, hay amplia oferta explicativa, tanto para el calzado, como para algún instrumental complementario (bastones, gorros, mochilas, gafas de sol, cremas protectoras, etc.) útil en el senderismo y otras prácticas deportivas.

La primavera va finalizando y ponto tendremos el verano, con sus intensos calores y sequedad. Por ello es aconsejable elegir bien las horas para la realización de caminatas. El horario central del día no es el más adecuado, porque la insolación es más intensa. Mejor salir temprano o elegir las horas de la tarde. 

Como expresa el título de este escrito, lo verdaderamente importante es CAMINAR. Otros tienen dificultad o imposibilidad para hacerlo. Aprovechemos la oportunidad y generosidad que nos proporciona nuestra capacidad orgánica. –

 

José L. Casado Toro

Junio 2024.

 

 

  


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