Alonso
Cano Almansa (Granada, bautizado el 19 de marzo de
1601 - Granada, 3 de septiembre de 1667) fue un pintor, escultor y arquitecto
español del Barroco. Es considerado el fundador de la escuela granadina de
pintura.
Formado en Sevilla desde su adolescencia, Cano es
excepcional como pintor, escultor y arquitecto. En 1638 parte a Madrid como
pintor y ayuda de cámara del conde duque de Olivares; pinta diversos lienzos
para el Alcázar y ejecuta retablos en iglesias y conventos madrileños. En 1651
Felipe IV le nombra racionero de la catedral de Granada; un año más tarde
regresa definitivamente a su ciudad natal e instala su taller en una torre del
templo, realizando el facistol del coro y las lámparas del altar mayor, además
de los lienzos de la Vida de la Virgen para el retablo mayor. En 1658
se ordena sacerdote. Poco antes de su muerte es nombrado maestro mayor de la
catedral y da las trazas para la fachada, pero no llega a verla construida.
Cristo
y la Samaritana
Datación: ca. 1635-1637
Dimensiones: 166 x 205 cm /180,5 x 220 cm
Técnica: Óleo sobre lienzo
Procedencia: Cartuja de Santa María de las Cuevas,
Sevilla; incautado por los franceses en 1810, ingresó en la Academia en 1813.
Observaciones: La obra representa un pasaje del Nuevo Testamento recogido
en el capítulo 4 de Juan. Es un lienzo bellísimo en que el maestro granadino,
partiendo de una estampa del pintor holandés Saenredam, recoge a la vez lo
mejor de la pintura renacentista veneciana. En un fondo de paisaje con celajes
de tonos azules y grises, la samaritana apoya su cántaro en el brocal del pozo
mientras escucha a Cristo. El azul y el rojo de Jesús, y los tonos violáceos de
ella destacan sobre el fondo verde intenso. A la derecha, en la lejanía, se ve
un paisaje árido donde destaca la figura de Cristo predicando a un grupo. Se
aprecia una clara composición diagonal escalonada en planos de profundidad. La
colocación del pozo en el centro confirma la ascendencia clasicista de Cano. En
realidad, en cuanto a composición y tipos, las influencias mayores proceden del
ámbito veneciano. Hay una gran proximidad entre la figura de la samaritana y
determinados modelos del Veronés, así como hay gran influencia veneciana en los
últimos planos del paisaje. Eso sí, la gama cromática está muy alejada de lo
veneciano porque Cano no conocía este tipo de pintura más que por grabados.
Cano estudia atentamente sus obras a través de grabados, primero, y después en
su etapa madrileña, gracias a las colecciones reales, en especial, restaurando
en 1640 las pinturas dañadas en el incendio del Buen Retiro.
Este cuadro formó parte de una serie de ocho, todos de
idénticas dimensiones, cuya fecha y destino original se ignoran, los cuales
fueron adquiridos por la Cartuja de Santa María de las Cuevas en Sevilla, donde
ya se mencionan en 1763, y en cuyo refectorio todavía los vio el historiador y
crítico Ceán Bermúdez en 1800. Todos excepto éste, representan escenas del
Antiguo Testamento. Los únicos que se conservan son el cuadro de la
Academia; José y la mujer de Putifar, en una colección privada
suiza; y Adán labrando la tierra y Eva cuidando a sus
hijos, en la Pollok House de Glasgow.
En 1810 el conjunto fue requisado por los franceses y expuesto en el Alcázar de
Sevilla, pero en los años siguientes fue desmembrado y a partir de entonces se
pierde la pista de la mayor parte de los cuadros. En concreto este lienzo fue
enviado a Madrid en enero de 1811, junto con otros dos de la serie, como parte
de un lote destinado a complementar el regalo de José I al Museo Napoleón. Todos
quedaron depositados en el Convento el Rosario, y fue en este punto donde
desaparecieron los lienzos con las historias de David y José. Finalmente
fue llevado a la Academia en mayo de 1813.
Nuni Yáñez y José Ramón Vega
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