Artículo de Patricia Álvarez Sánchez, profesora de Traducción e Interpretación
de la Universidad de Málaga. Publicado en la revista digital The Conversation.
En la muy recomendable novela La noche de San Juan (Johannisnacht, 1996), Uwe
Timm narra las hilarantes peripecias de un periodista que
recibe el encargo de escribir un artículo sobre la historia de la patata.
Evidentemente, la patata es una excusa, aunque una poco inocente. Por muy
insignificante que nos pueda parecer, la patata ocupa un lugar significativo en
el mundo culinario y es, además, un alimento de gran importancia histórica.
Etimología de ‘patata’
La palabra patata (que según el Diccionario etimológico de Corominas procede originariamente del cruce
de papa del quechua con batata del taíno) y
el alimento al que se refiere son conocidos mundialmente gracias a los empeños
de Cristobal Colón en llegar a la India y crear así una nueva ruta de especias.
Los conquistadores españoles se encontraron en los
nuevos territorios con una flora, una fauna y, evidentemente, una cultura,
totalmente nuevas. Para nombrarlas, se apropiaron de una serie de términos que
comenzaron a usarse en España y en su literatura durante los siglos XVI y XVII,
–parece que el primer préstamo léxico fue la palabra canoa– y que se extendieron de allí al resto de
lenguas europeas.
Las lenguas como palimpsestos históricos
Muchos otros términos del castellano actual,
como aguacate, chocolate y tomate,
provienen de algunas lenguas amerindias como el náhuatl y son también fruto de
los zigzagueantes viajes de los conquistadores que surcaron mares y océanos en
busca de tesoros. Estos ejemplos ilustran cómo la etimología –el estudio del
origen de las palabras– nos descubre palimpsestos de nuestros mundos, que narran acontecimientos
históricos significativos.
A través del español han llegado estas voces a muchos
otros idiomas. Por ello no es casualidad que sean muy parecidas en su escritura
y, hasta cierto punto, pronunciación: Tomate en alemán, tomate en
francés y portugués, tomato en inglés (los italianos lo
bautizaron como pomodoro de pomo d'oro, manzana de
oro); y en el caso del aguacate, contamos con abacate en
portugués, Avocado en alemán, avocado en
inglés e italiano y avocat en francés. Sin la palabra chocolate,
no tendríamos tampoco las deliciosas descripciones de este alimento en la
novela infantil Charlie y la fábrica de chocolate (1964) de
Roald Dahl ni los golosos beneficios para nuestra salud.
El término patata es especialmente
interesante de analizar. Pasó del español a una gran cantidad de lenguas (batata en
árabe y portugués, patata en euskera, griego e italiano, potato en
inglés). La excepción del francés, pomme de terre, se explica
porque prefirieron utilizar un calco semántico (es decir, una traducción
literal) de la expresión latina malum terrae, que se usaba para
designar los tubérculos comestibles, aunque esta lengua cuenta también
con patate, un término más familiar.
Las Kartoffel alemanas
Sorprende también la traducción de patata al alemán: Kartoffel. Tal y como explican los hermanos Grimm en su Diccionario alemán –cuya primera edición pesaba más de 80 kilos–, la palabra Kartoffel procede de la voz tartofolo (trufa pequeña) del italiano, que a su vez proviene de terrae del latín. Es fácil deducir que los términos karloff del búlgaro, kartoffel del danés y el ruso, y muchos otros similares que se utilizan en el Norte de Europa y en la Europa del Este se originaron a su vez en el alemán, y llegar a la conclusión (porque la etimología de las palabras nos ayuda a comprender la historia) de que este alimento llegó allí desde tierras germanoparlantes.
La patata, que en un principio fue cultivada por sus
bellas flores, no fue bien acogida en tierras teutonas. Aunque el
denominado Decreto de la Patata en 1746 favorecía la introducción
del tubérculo en Prusia como solución contra las hambrunas de la época, los
campesinos, desconfiados, se negaron a cultivarla. Fue entonces, en plena
Ilustración, cuando a Federico II de Prusia (1712-1786) se le ocurrió cultivar
patatas en sus huertos y mandarlas custodiar para despertar la curiosidad de
sus campesinos. Su plan funcionó. Algunos interesados acudieron a sustraer
algunas plantas y comenzaron a cultivarlas ellos mismos.
Hoy en día, la
patata es uno de los alimentos básicos de muchas de las cocinas del mundo y se
prepara de multitud de maneras. En la gastronomía alemana destacan maravillosas
ensaladas de patatas, los Klösse o Knödel (jugosa
masa de patata que acompaña a la carne) y los Reibekuchen (postre elaborado con patata rallada
y cebolla al que se le añade queso, yogurt o puré de manzana). Su importancia
es tal que la lengua alemana nos ha obsequiado con un gran abanico de sinónimos
que se usan según regiones y países germanoparlantes: Erdapfel, Erdbirne, Grundbirne y Potaten, entre
otras.
Expresiones que
provienen de ‘patata’
Existen
también palabras derivadas de patata y
de papa (término
que se usa en algunas partes del sur de España y en las islas Canarias) y
multitud de expresiones que las incluyen. En español, papear y papeo provienen
también de papa y
contamos con no
entender ni patata. En francés, avoir la patate significa sentirse en plena
forma; y en alemán Die
dümmsten Bauern haben die dicksten Kartoffeln (Los granjeros
más tontos cosechan las patatas más gordas) podría traducirse como “Todos los
tontos tienen suerte”, y Für
jemanden die Kartoffeln aus dem Feuer zu holen equivale a
nuestro “Sacarle a alguien las castañas (en alemán, patatas) del fuego”.
Además, tanto
en alemán como en francés y en español puede ser usada de forma peyorativa. En
español “ser una patata” indica aburrimiento en “la película es una patata”,
falta de preparación en “es una patata de abogado” y ser poco hábil en “soy una
patata conduciendo”. En el alemán coloquial, el término Kartoffel se
refiere a lo alemán y a los alemanes, y puede ser utilizado como un insulto; y
en francés patate significa
también bruto, poco inteligente o nariz prominente.
La trifulca de las
‘French fries’
En inglés
existen al menos dos formas de llamarlas cuando se comen fritas. En la variante
británica, la etimología de la palabra chips proviene
del inglés antiguo cipp y
se refiere a su forma fina y estrecha. Sin embargo, el término French fries, que
se utiliza en el inglés estadounidense, proviene de los soldados de este país
que estaban estacionados en Bélgica durante la Primera Guerra Mundial y
tuvieron la suerte de probar las patatas fritas por primera vez.
En 2003
ocurrió otro acontecimiento histórico que se vio reflejado en el término French fries. Los
EE. UU., con George W. Bush como presidente, declararon haber encontrado armas
de destrucción masiva en Irak y buscaron alianzas para invadir este país.
Debido a la falta de evidencias, Alemania, Francia y Rusia se opusieron a esta
guerra. Como resultado, el Congreso de EE. UU. anunció que las French fries pasarían
a denominarse freedom
fries (patatas de la libertad), y algunos restaurantes y
cafeterías –entre ellos la del Capitolio de Washington— apostaron por esta nueva denominación en forma de protesta, aunque el intento no prosperó.
Viajar en nombre de la
patata
Para los
amantes de la arquitectura y los viajes, finalizo con una última idea: la tumba
del rey Federico II de Prusia en el Palacio de Sansoucci en Postdam bien merece
una visita. Verán allí que, sobre su lápida, los visitantes depositan patatas a
modo de homenaje; tan importante es la patata en Alemania y tanto nos cuenta la
etimología de la palabra patata,
sus traducciones y sus acepciones sobre nuestra(s) historia(s).
Para los
muchos que no puedan viajar por el momento, lean y sumérjanse en el laberíntico
y divertido relato de La
noche de San Juan de Timm y comprenderán que la excusa de que
el protagonista tuviera que escribir un artículo sobre historia de la patata no
era tan inocente.
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