NIÑO
DEL 40
Dedicado a Málaga
Una luz por el parque y el pitido
de un barco que se fue, que se está yendo.
Una luz que conozco y que comprendo
y un barco que partió y que no se ha ido.
Palomas. Y biznagas que han querido
serlo para volar. También lo entiendo:
ser otro y ser lo que estuvimos siendo.
Acaso alguna lo haya conseguido.
Un tranvía de sol con jardinera
y en los Baños del Carmen gran carrera,
concurso entre sirenas y delfines.
No se estaba ya en guerra aquel verano,
mi padre me llevaba de la mano,
yo estudiaba segundo de jazmines.
Manuel
Alcántara nació
en Málaga el 10 de enero de 1928 y falleció en la misma ciudad el 19 de abril
de 2019. Fue un importante escritor que cultivó la poesía, la narrativa y el
periodismo.
Se
volcó en una época temprana a la creación poética; cuando tenía 23 años comenzó
a moverse en un ambiente en el que se realizaban lecturas de poesía y tertulias
literarias, lo que le brindó muchísimas oportunidades para divulgar su arte.
En
lo que respecta al periodismo, se embarcó en esta labor a los 30 años, en el
diario La Hora y desde entonces ha realizado diversas
colaboraciones en periódicos. Escribió diariamente durante treinta años (entre
el 1 de junio de 1989 y el 21 de enero de 2019) una columna que se
publicaba como primera firma en la contraportada de los diarios del grupo
Vocento, entre otros Diario Sur, El Correo y Las Provincias. Siguió
activo hasta pocos meses antes de su fallecimiento y se le consideró el «decano
de los columnistas» por su labor en este campo, puesto que estuvo más de
sesenta años escribiendo en diversos medios de comunicación.
Entre
sus obras más destacadas podemos mencionar "Manera de silencio",
"La Mitad del tiempo" y "Ciudad de entonces"; cabe
mencionar que con esta última consiguió en 1962 el Premio Nacional de
Literatura. Algunos de sus poemas son: "En aquel tiempo", "Este
jueves" y "Amanecer", “Soneto para empezar un amor” y “Soneto
para acabar un amor” con el que ilustramos este sábado.
En
una entrevista, Alcántara expresó que la vida se le había pasado demasiado
deprisa pero que por suerte tenía la palabra, una buena forma de apresar al
tiempo, no para intentar dejar algo, sino para explicarse a sí mismo la
existencia, algo ininteligible.
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