Artículo de Evangeline Mantzioris, Program
Director of Nutrition and Food Sciences, Accredited Practising Dietitian,
University of South Australia. Publicado en la revista digital The Conversation
El arroz es un
alimento básico para miles de millones de personas en Asia y África. También es
un ingrediente versátil para muchos platos emblemáticos de todo el mundo, como
los risottos italianos, la paella española y los budines de arroz del Reino
Unido.
A pesar de su
atractivo universal, tanto en las cocinas profesionales como en las domésticas
se plantea la misma duda: si se debe prelavar (o enjuagar) el arroz antes de
cocinarlo.
¿Qué
dicen los chefs y cocineros?
Los expertos culinarios
afirman que el prelavado del arroz reduce
la cantidad de almidón que sale de los granos de arroz. Esto se puede
ver en el agua turbia del aclarado, que estudios
previos han demostrado que corresponde con el almidón libre (amilosa)
en la superficie del grano de arroz producido por el proceso de molienda.
En círculos culinarios,
se aboga por el lavado para algunos platos cuando se busca un grano separado.
Sin embargo, para otros platos como risottos, paellas y arroz con leche, en los
que se necesita un efecto pegajoso y cremoso, se evita lavar el grano.
Otros factores, como
el tipo de arroz, la tradición familiar, las advertencias sanitarias locales e
incluso la percepción del tiempo y el esfuerzo necesarios para hacerlo
influirán en si la gente lava previamente su arroz.
¿Existen
pruebas de que lavar el arroz lo haga menos pegajoso?
Un estudio
reciente comparó el efecto del lavado sobre la pegajosidad y la dureza
de tres tipos diferentes de arroz del mismo fabricante: arroz glutinoso
(típicamente asiático), arroz de grano medio y arroz jazmín. Estos arroces no
se lavaron en absoluto, se lavaron tres veces con agua o se lavaron diez veces
con agua.
Contrariamente a lo
que dicen los cocineros, el estudio demostró que el proceso de lavado no
afectaba lo más mínimo ni a la pegajosidad ni a la dureza del arroz. De hecho,
los investigadores demostraron que la pegajosidad no se debía al almidón superficial
(amilosa) sino a un almidón diferente llamado amilopectina que se separa del
grano de arroz durante el proceso de cocción.
Cuánta amilopectina
se separa –y, por tanto, cómo de pegajoso se vuelve– depende del tipo de grano
de arroz. Y no del lavado. En este estudio, el arroz glutinoso demostró ser el
más pegajoso. Y el arroz de grano medio y el arroz jazmín eran los más duros
según las pruebas de laboratorio.
Razones
para lavar el arroz: microplásticos, arsénico y metales pesados
Tradicionalmente, el
arroz se lavaba para eliminar el polvo, los insectos, las piedrecitas y los
trozos de cáscara que quedaban del proceso de descascarillado. Esto puede
seguir resultando importante en algunas regiones del mundo donde el proceso no
es tan meticuloso.
Más recientemente,
con el uso intensivo de plásticos en la cadena alimentaria, se han encontrado
microplásticos en nuestros alimentos, incluido el arroz. Se ha demostrado que
el proceso de lavado elimina hasta el 20 % de los plásticos del
arroz crudo: otro motivo para lavar el grano.
Este mismo estudio
reveló que, independientemente del envase (bolsas de plástico o papel) en el
que se compre el arroz, contiene el mismo nivel de microplásticos. Los
investigadores también demostraron que el contenido de plásticos en el arroz
instantáneo (precocido) es cuatro veces mayor que en el arroz crudo. Si se
enjuaga previamente el arroz instantáneo, se podrían reducir los plásticos en un
40 %.
También se sabe que
el arroz contiene niveles relativamente altos de arsénico, debido a que el
cultivo absorbe más arsénico a medida que crece. Se ha demostrado que el lavado del arroz elimina alrededor
del 90 % del arsénico bioaccesible, y resulta que la Organización
Mundial de la Salud ha advertido del riesgo de exposición al arsénico
a través del agua y los alimentos. Lo malo es que, simultáneamente, también
elimina una gran cantidad de otros nutrientes importantes para nuestra salud,
como el cobre, el hierro, el zinc y el vanadio.
Para algunas
personas, el arroz supone un pequeño porcentaje de su ingesta diaria de estos
nutrientes y, por tanto, tendrá un pequeño impacto en su salud. Pero para las
poblaciones que consumen a diario grandes cantidades de arroz, lavarlo en
exceso podría repercutir en su nutrición general.
Los niveles de
arsénico en el arroz varían en función de dónde se cultiva y las formas de
cocinarlo. El mejor consejo sigue siendo prelavar el arroz y asegurarse
de consumir
cierta variedad de cereales. El estudio más reciente de 2005 reveló
que el nivel más alto de arsénico se encontraba en Estados Unidos. Sin embargo,
es importante tener en cuenta que el arsénico está presente en otros
alimentos, incluidos los productos elaborados con arroz (pasteles,
galletas, bizcochos y cereales), algas, marisco y verduras.
Otro estudio descubrió
que el prelavado del arroz disminuye los niveles de otros metales pesados, como
el plomo y el cadmio, entre un 7 y un 20 %.
¿Puede
el lavado del arroz evitar las bacterias?
En pocas palabras,
no. Lavar el arroz no tendrá ningún efecto sobre el contenido bacteriano del
arroz cocido, ya que las altas temperaturas de cocción matarán todas las
bacterias presentes.
Lo que resulta más
preocupante es el tiempo que se almacena el arroz cocido o lavado a temperatura
ambiente. La cocción del arroz no mata las esporas bacterianas de un patógeno
llamado Bacillus
cereus. Si el arroz húmedo o cocido se mantiene a temperatura ambiente, las
esporas bacterianas pueden activarse y empezar a crecer.
Estas bacterias
producen toxinas que pueden causar enfermedades gastrointestinales graves, y
que no se pueden desactivar cocinándolas o recalentándolas. Por tanto, evite
conservar el arroz lavado o cocido a temperatura ambiente durante demasiado
tiempo.
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