26 enero 2024

EL INÚTIL VIAJE DE LOS MENSAJES IGNOTOS

 

Es un problema o realidad que por años se acrecienta, sin que sea fácil adoptar una solución eficazmente satisfactoria. En el mundo de la informática se están cruzando cada día millones de mensajes y correos, muchos de ellos con pequeños o densos archivos adjuntos. Utilizamos para ello listados de numerosas direcciones electrónicas que, por una u otra razón, han llegado a nuestro conocimiento. Si esos envíos no nos son devueltos por nuestro servidor de Internet, pensamos, con cierta lógica, que los contenidos han llegado “felizmente” a ese destino deseado.

Puede darse el caso de que estos archivos digitales no sea “leídos” por nadie, a pesar de haber sido enviados correctamente. La causa puede deberse a falta de voluntad para abrirlos y conocer sus contenidos. Pero también puede darse el caso de que algunos de esos destinatarios no los abran porque … ya han “viajado al mundo de las estrellas”. Si los familiares directos de estas personas, que ya no están entre nosotros, no informan a los remitentes de este hecho, esas direcciones, ya no operativas, seguirán recibiendo correos e incluso materiales de manera continua. Archivos y correos que nunca serán abiertos ni conocidos por nadie.

En consecuencia, esa gran bola o nube de mensajes ignotos, que sobrevuela en la inmensidad del ciberespacio, seguirá incrementándose, año tras año, sin que nadie ponga solución a esta peculiar o absurda situación. Algunos piensan que esas páginas Web que ejercen como correos o servidores electrónicos deberían aplicar algún medio o procedimiento para eliminar esas direcciones que sistemáticamente nunca abren los envíos, de toda naturaleza, que reciben. Pero aquí nos topamos con la ley de privacidad, que impide o prohíbe conocer si esos mensajes son abiertos o no. Y por supuesto, también los contenidos que transmiten. Si los familiares de estos destinos o el servidor de correo no hacen nada al respecto, como antes se ha expresado, se formarán esas “montañas de mensajes” verdaderamente inútiles, que seguirán creciendo si no se pone solución a esta realidad.

Pero hay un tercer protagonista en este hecho, que también podría actuar al respecto. Son los propios emisores o remitentes de estos correos “inútiles”. Cuando se envían e-mails y repetidamente nunca se reciben acuses de recibo o respuestas, parece lógico pensar que “algo” ocurre. Puede ser que el destinatario sea pasivo, demasiado tranquilo o ajeno a las reglas de la cortesía, para responder a los envíos que recibe. Obviamente, también es probable que estos destinatarios no quieran seguir recibiéndolos (hay medios más que suficientes para manifestar este deseo) o nos los responda porque … ya no puede hacerlo. En coherencia, el emisor debe dejar de enviarlos. Parece lo más sensato. En todo caso, si las sospechas son infundadas, puede de nuevo reiniciar los envíos.

Por fortuna, los servidores de correos tienen una “nube” en el ciberespacio, que cada vez posee un mayor volumen de capacidad, para los millones de bytes, megas, gigas o teras (un tera equivale a mil gigas). Esa inmensa nube la imaginamos cordialmente “elástica”, a fin de ir incrementando esa capacidad que parece no tener límites. Recuérdese los pendrives que comprábamos hace años. Tanto por su capacidad, como por su precio. Pueden compararse con los actuales pen drives y los discos duros externos, cuyo “volumen” se incrementa y multiplica por meses y años ¿hasta la infinitud?

Sí, a muchos nos ha pasado. Es una muy triste información. Hemos conocido de alguna forma la causa o razón, con sustancial tardanza, por la que los correos, que regular u ocasionalmente enviábamos a determinada dirección y que, por las causas que fuesen, no eran respondidos por sus titulares y tampoco nos eran devueltos. Ese motivo, desde luego poco grato, es fácil suponerlo y ya ha quedado suficientemente explicitado a lo largo de estas líneas. Pero tal vez el avance “infinito” de la ciencia y técnica informática puede proporcionarnos, en el momento más insospechado de nuestras vidas, direcciones electrónicas “celestiales”, a fin de continuar, con el mejor talante solidario, ese enriquecedor intercambio internauta relacional. –

 


 


José L. Casado Toro

Enero 2024


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor: Se ruega no utilizar palabras soeces ni insultos ni blasfemias, así todo irá sobre ruedas.
Reservado el derecho de admisión para comentarios.

Buscar