23 diciembre 2023

UN POEMA PARA EL SÁBADO: GERARDO DIEGO

 

¿QUIEN HA ENTRADO EN EL PORTAL DE BELÉN?

¿Quién ha entrado en el portal,
en el portal de Belén?
¿Quién ha entrado por la puerta?
¿quién ha entrado, quién?.

La noche, el frío, la escarcha
y la espada de una estrella.
Un varón -vara florida-
y una doncella.

¿Quién ha entrado en el portal
por el techo abierto y roto?
¿Quién ha entrado que así suena
celeste alboroto?

Una escala de oro y música,
sostenidos y bemoles
y ángeles con panderetas
dorremifasoles.

¿Quién ha entrado en el portal,
en el portal de Belén,
no por la puerta y el techo
ni el aire del aire, quién?.

Flor sobre impacto capullo,
rocío sobre la flor.
Nadie sabe cómo vino
mi Niño, mi amor.

Gerardo Diego Cendoya. (Santander, 3 de octubre de 1896 - Madrid, 8 de julio de 1987). Poeta español miembro de la Generación del 27. En 1920 obtiene la plaza de Catedrático de Lengua y Literatura e imparte clases como profesor de instituto en distintas ciudades españolas. Su actividad literaria comienza a una edad muy temprana, publicando en 1918 su primera obra, el cuento La caja del abuelo, en El Diario Montañés. Su primer libro de poesías, El romancero de la novia, ve la luz en 1920.

En 1924 le conceden el “Premio Nacional de Literatura”. En Santander dirigió dos de las más importantes revistas del 27, Lola y Carmen; eso le sirvió para entablar relaciones con la plana mayor de la generación del 27 y darla a conocer en su posterior famosa antología, Poesía española: 1915-1931, publicada en 1932.

Durante los siguientes años, ya en la posguerra, el poeta continúa con su actividad poética con obras como Ángeles de Compostela, Alondra de verdad o Romances. Mantendrá una intensa actividad, publicando nuevos libros, viajando y recibiendo numerosos homenajes y premios. En 1962 obtiene el “Calderón de la Barca” por su retablo escénico El cerezo y la palmera, su incursión en el teatro.

El gran reconocimiento del autor llega en 1979 con la concesión del “Premio Miguel de Cervantes”, que comparte con Jorge Luis Borges.

Representó el ideal del 27 al alternar con maestría la poesía tradicional y la vanguardista, dentro, sobre todo, del creacionismo, del que se convirtió en uno de los máximos exponentes.

 


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