Artículo de Gilles
Dromart, Professeur de géologie, École Normale Supérieure de Lyon y
publicado en la revista digital The Conversation
Nuestro grupo de investigación acaba
de publicar en Nature la primera prueba
tangible de la existencia pasada y duradera de paisajes, entornos en la
superficie de Marte, que fueron particularmente favorables a la aparición de la
vida. En estos entornos pudo tener lugar la síntesis espontánea de moléculas biológicas.
Hemos
descubierto estructuras fósiles que prueban ciclos repetidos y duraderos de
secado-humedecimiento en sedimentos muy antiguos de la superficie de Marte. Son
lo que en la Tierra vemos como un charco sobre el barro que se ha secado.
Esta
alternancia seco-húmedo favorece la concentración de moléculas orgánicas
simples (azúcares o aminoácidos) y los procesos químicos que dan lugar a la
polimeración, es decir, el proceso de conectar moléculas pequeñas y formar
moléculas más grandes que pudieron existir en los sedimentos marcianos. Estos
procesos constituyen un paso fundamental hacia la síntesis de moléculas
biológicas como los ácidos nucleicos (ADN o ARN).
La
cuestión que preocupa a los científicos no es tanto si la vida existió en un
planeta distinto de la Tierra, sino más bien dónde y cómo surgió la vida tal y
como la conocemos.
Desde
mediados de los años 80, los bioquímicos reconocen que el ARN fue
fundamental en el camino hacia la vida. El ARN fue una molécula autocatalítica original,
portadora de información genética, con funciones enzimáticas. En un paso
posterior, las proteínas, más abundantes, suplantaron la función enzimática del
ARN, y el ADN, mucho más estable, sustituyó al ARN como molécula portadora de
la información genética.
Pero
¿cómo fue posible el principio? ¿Cómo se llego al ARN original? Para acceder al
mundo del ARN, que es una molécula compleja, tuvo que construirse una secuencia
polimérica de ribonucleótidos, cada una de esas secuencias debía estar formada
por un grupo fosfato, un azúcar (ribosa) y una base nitrogenada (adenina, por
ejemplo).
La
aparición de formas primitivas de vida, tal como la conciben actualmente los
científicos, requiere condiciones ambientales favorables a que se dé todo el
proceso descrito, es decir, la ordenación espontánea de moléculas orgánicas
simples en moléculas orgánicas más complejas.
Estructuras de hace 3 700 millones de años
El
articulo que hemos publicado en Nature se basa en el estudio de observaciones
del rover
Curiosity, que lleva desde 2012 explorando las laderas del monte
Sharp, dentro del cráter Gale. Curiosity está equipado con instrumentos de análisis
del paisaje, de la química y la mineralogía de las rocas.
Durante
los días marcianos 3154 a 3156 de junio de 2021, descubrimos en las imágenes de
Curiosity estructuras inusuales: grietas en la superficie que procedían de
antiguas capas sedimentarias de hace unos 3 700 millones de años.
Estas estructuras geológicas son arrugas rectilíneas
que aparecen en relieve a pocos centímetros de altura en la superficie superior
de los estratos sedimentarios.
Vistas
desde arriba, estas ondulaciones son contiguas y tienen una geometría
perfectamente poligonal. En detalle, están formadas por una alineación de
pequeños nódulos, más o menos adheridos entre sí, de rocas principalmente
sulfatadas. Un nódulo es una pequeña bola que aparece en relieve en y sobre la
superficie de los estratos.
Patrón fósil de arrugas poligonales observado y
analizado por Curiosity en el día 3154ᵉ de su avance por los estratos sedimentarios del cráter Gale en Marte. NASA/JPL-Caltech/MSSS/IRAP/LGL-TPE
Estas
estructuras poligonales representan básicamente grietas de desecación,
estructuras muy familiares para los geólogos, similares a las que todo el mundo
ha observado en un charco de barro seco.
El
agua contenida inicialmente en los sedimentos se evapora por efecto del viento
y el calor. A continuación, los sedimentos se deshidratan y se contraen, creando
un sistema de grietas de desecación que forman polígonos contiguos.
Las grietas de desecación fósiles ya se han
documentado anteriormente en la superficie de Marte. Pero las descubiertas aquí
son claramente diferentes debido a tres detalles particulares:
·
El
patrón poligonal tiene forma de Y, formando hexágonos contiguos, con ángulos
cercanos a 120 ⁰ en los puntos de unión de las ranuras
·
Las
grietas de contracción están rellenas de minerales sulfatados (sulfato de
calcio y magnesio)
·
Estos
patrones poligonales pueden observarse de forma recurrente en un espesor total
de 18 metros en la columna sedimentaria.
Numerosos ciclos de humectación-secado
Según varios estudios experimentales llevados a
cabo en laboratorios terrestres sobre depósitos de lodo, este patrón en forma
de Y de uniones de hendiduras es característico de ciclos repetidos de
secado-humedecimiento del sedimento.
Cuando
el sedimento se seca por primera vez, las grietas de contracción forman un
patrón en forma de T, con ángulos de alrededor de 90 ° en los puntos de
unión. A medida que avanzan los ciclos experimentales de mojado-secado, las
grietas se abren, y muestran ángulos Y típicos de 120 ° al final del
décimo ciclo de secado-humedecido.
Los
sulfatos son rocas sedimentarias conocidas como evaporíticas, es decir, las que
en la Tierra se forman por cristalización de sales disueltas en lagos y mares
de la costa. Su presencia en grietas de contracción apoya la interpretación de
estas grietas como grietas de desecación. Los nódulos que contienen los
sulfatos son muy irregulares en morfología y composición química, lo que
también sugiere varias fases de precipitación parcial (desecación) - disolución
(humectación) de los nódulos.
El
hecho de que estos patrones poligonales se encuentren repetidamente a lo largo
de un espesor de 18 metros indica que este antiguo entorno, sujeto a ciclos
climáticos estacionales de humectación y desecación, se mantuvo así durante
varios cientos de miles de años.
El significado último del descubrimiento
Estos
ciclos climáticos estacionales de humectación y desecación permitieron
potencialmente que las moléculas simples contenidas en estos sedimentos
interaccionaran a diferentes concentraciones en un entorno salino, y que lo
hicieran de forma repetida y sostenible.
Este
potencial de polimerización de moléculas simples adquiere un significado
particular dado que estos sedimentos contienen minerales arcillosos de la
familia de las esmectitas y una cantidad significativa de materia orgánica.
Las
esmectitas, llamadas “arcillas hinchables”, se ha demostrado experimentalmente que
tienen la capacidad de adsorber y concentrar nucleótidos entre sus capas.
El
instrumento SAM (Sample at Mars) del rover Curiosity también ha revelado la
presencia en estos estratos de compuestos orgánicos simples como clorobencenos,
toluenos y diversos alcanos. Estos compuestos son probablemente de origen
meteorítico, y su cantidad residual puede alcanzar unos 500 gramos por metro de
sedimento. Por tanto, estas moléculas podrían haber servido como algunos de los
bloques de construcción de moléculas más complejas como el ARN.
En
resumen, deducimos de nuestras observaciones y mediciones en Marte, y de
diversos conceptos y experimentos en la Tierra, que la cuenca evaporítica de
Gale proporcionó un entorno muy favorable y duradero para el desarrollo de este
proceso de polimerización de moléculas orgánicas simples en las moléculas más
complejas necesarias para la aparición de la vida.
Por
último, sabemos que las estructuras aquí estudiadas se sitúan en una unidad
geológica de transición vertical de una formación más antigua rica en arcillas
a otra más reciente rica en sulfatos, y que esta misma transición se ha
detectado orbitalmente en numerosos cráteres y llanuras de Marte.
Como
resultado, la probabilidad de que precursores moleculares bióticos pudieran
haberse formado y fosilizado en la superficie de Marte hace unos 3 700
millones de años, durante el Hesperiano, ahora ya no es despreciable.
¿Hacia un retorno de muestras marcianas?
El
paradigma actual de la vida terrestre es el de una aparición en el Hadeico, el periodo de tiempo inicial entre la
formación de la Tierra hace unos 4 600 millones de años (Ga) por la
acreción de meteoritos primitivos y alrededor de 4.0 - 3.8 Ga.
Pero
la única y más antigua prueba de un posible proceso biológico hadeano es un
grafito (carbono) incrustado en un mineral de circón datado en 4,1 Ga, o un
esquisto negro metamorfoseado datado en 3,8 - 3,7 Ga. Además, en la actualidad
sólo existe una ínfima proporción de representantes rocosos en la superficie
terrestre como consecuencia de la tectónica de placas, y en cualquier caso
ninguna roca sedimentaria intacta y sin metamorfosear. Esto hace a priori
inútil la búsqueda de vida terrestre primitiva bajo nuestros pies.
A
diferencia de la superficie de la Tierra, la superficie de Marte no se renueva
ni se transforma por la tectónica de placas. Por tanto, la superficie marciana
ha conservado casi intactas rocas muy antiguas, incluidas las formadas en un
entorno y un clima propicios para la construcción espontánea de precursores
moleculares bióticos. Así, aunque parece muy improbable que la vida
evolucionara tan ferozmente en Marte como en la Tierra (a los entornos
favorables a la aparición de la vida en el Hespérico siguieron los ambientes
fríos y áridos del Amazonas), ahora parece posible y apropiado explorar el
origen de la vida allí, y buscar compuestos precursores bióticos mediante
muestras tomadas en el futuro por robots o astronautas en yacimientos por los
que transita Curiosity, yacimientos marcianos.
Nuestro
descubrimiento abre nuevas perspectivas para la investigación del origen de la
vida, incluso (especialmente) en planetas distintos del nuestro. También puede
llevarnos a reconsiderar los objetivos principales de las misiones de exploración
de Marte y, en particular, el retorno de muestras.
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