Artículo de Stéphane
Perrey, Professeur des Universités en Physiologie de l'Exercice /
Neurosciences Intégratives, Directeur Unité Recherche EuroMov Digital Health in
Motion, Université de Montpellier, y de Marc
Juliá, Médecin du Sport, chercheur associé STAPS, Université de Montpellier.
Publicado en la Revista Digital The Conversation.
Seguro
que ha visto imágenes de deportistas sumergiéndose en agua helada después de
entrenar. Desde que la popularizó Wim Hof, conocido como “Iceman”,
la práctica se ha extendido en el mundo del fitness, primero, y después a
otras disciplinas.
Efectos
preventivos sobre la salud, estimulación del sistema nervioso central, mejora
del rendimiento muscular y de la recuperación tras el ejercicio. A esta estrategia
de recuperación activa tras la actividad física se le atribuyen
múltiples virtudes y se ha convertido en una de las más populares en los
últimos años.
Aunque muchos deportistas, tanto profesionales como aficionados, la utilizan,
no siempre están bien informados sobre los beneficios reales de esta práctica y
su eficacia. ¿Son realmente beneficiosos los baños de hielo, las duchas frías o
las cámaras de crioterapia a -80 °C (en establecimientos especializados)?
¿Es sólo una moda? ¿Quién puede beneficiarse?
Un sinfín de respuestas fisiológicas
La adaptación fisiológica más importante al frío
extremo es sin duda el estrechamiento de los vasos sanguíneos, o vasoconstricción,
que probablemente tiene por objeto reducir la pérdida de calor corporal. A
corto plazo, los baños de hielo provocan un rápido aumento de la presión
sanguínea, lo que a su vez provoca un incremento de la frecuencia cardiaca y de
la respiración.
Dado que los vasos sanguíneos se estrechan, el flujo
de sangre a las zonas sumergidas se ralentiza. Esto puede ser útil para
combatir el exceso de microhemorragias y la microinflamación inducida por
ciertas actividades físicas que implican golpes repetidos. Si la exposición al
frío es prolongada, el final de nuestras terminaciones nerviosas, justo debajo
de la piel, puede ver reducida su sensibilidad hasta el punto de producir un
efecto adormecedor.
También hay pruebas de que nadar en agua fría
puede modular
la producción de citoquinas proinflamatorias, pequeñas proteínas que
activan la respuesta inflamatoria del organismo, lo que puede tener un efecto
analgésico (reductor del dolor).
Pero cuidado: un baño de hielo no debe ser largo, por
el riesgo real de sufrir hipotermia,
que acarrea graves consecuencias.
¿Cuáles
son los beneficios potenciales?
Teniendo
en cuenta estos cambios fisiológicos, ¿por qué los deportistas eligen este
método después del ejercicio? La razón más común es su creencia de que va a
“curar” sus músculos doloridos.
Al
reducir el flujo sanguíneo en las zonas sumergidas, los baños de hielo
disminuyen el edema (hinchazón), ayudados por el efecto de la presión
hidrostática. Y, como decíamos, el frío tiene un efecto analgésico, útil en
caso de lesión traumática; de ahí el uso de bolsas de hielo en caso de lesiones
locales o para aliviar
el dolor postoperatorio.
Pero
cuidado, el frío no cura: el dolor volverá cuando la temperatura vuelva a
subir. Por tanto, sólo debe utilizarse de forma ocasional y sintomática.
¿Y
qué pasa con los dolores musculares que aparecen tras un esfuerzo intenso? Se
ha sugerido que, como resultado de la vasoconstricción de los vasos sanguíneos,
las lesiones musculares pueden experimentar una respuesta inflamatoria más
débil, lo que se traduce en menos dolor muscular.
En
los últimos diez años, diversos estudios han demostrado que la inmersión en
agua fría puede mejorar, en cierta medida, el tratamiento de las agujetas
retardadas (24-48h). Un estudio
de jugadores de rugby de élite, realizado durante tres semanas de
competición, concluyó que experimentaban una reducción
de la fatiga muscular y una ligera reducción de las agujetas.
Otras
investigaciones también han sugerido un modesto
efecto positivo sobre el dolor muscular percibido por los atletas de
artes marciales mixtas. Pero no se observó ninguna mejora del rendimiento.
Sin
embargo, también hay pruebas que sugieren que el enfriamiento no es
necesariamente beneficioso para la recuperación posterior al ejercicio. Los
beneficios percibidos se deberían a un efecto placebo.
En
un experimento, los voluntarios se enfrentaron a la crioterapia (3-4 minutos a
-85° C), a la inmersión en agua fría (10 minutos a 10 °C) y al
placebo después de realizar entrenamiento de fuerza. Las diferencias fueron
insignificantes, y algunos marcadores biológicos y de rendimiento incluso
favorecieron al placebo.
Un metaanálisis también
informó de que los efectos beneficiosos propuestos de la inmersión en agua fría
(10 °C y 13 minutos de media) parecían estar más basados
en marcadores subjetivos (percepción del dolor y sensación de la
dificultad del esfuerzo) que objetivos (marcadores sanguíneos).
En
resumen, la inmersión en agua fría, principalmente por su capacidad para
reducir la temperatura de los tejidos y el flujo sanguíneo, puede reducir el
dolor muscular y el edema, pero sus efectos sobre la recuperación muscular y el
rendimiento son muy discutidos.
Los
efectos beneficiosos sobre la recuperación tras el ejercicio parecen ser
específicos del contexto y es necesario tener en cuenta factores
como la composición corporal, el sexo, el tipo de esfuerzo físico y el
estado de entrenamiento.
¿Amigo
o enemigo del músculo?
Datos
recientes han demostrado que el enfriamiento posterior al ejercicio puede ser
perjudicial cuando el objetivo es desarrollar masa muscular (hipertrofia).
Un
estudio indica que la exposición aguda al frío reduce
el anabolismo de las proteínas del músculo esquelético (lo que permite
el crecimiento muscular) al tiempo que aumenta su catabolismo (lo que conduce a
la degradación). Esto no tiene ningún efecto sobre la fuerza muscular.
Otro
estudio examinó los efectos de la recuperación activa y los baños de hielo en las
adaptaciones al entrenamiento de fuerza. Después de doce semanas, los baños
de hielo redujeron el crecimiento muscular… ¡y las ganancias de fuerza! Los
efectos agudos (negativos) de la inmersión en agua fría aparecen a largo plazo,
quizás como resultado de una reducción
de la testosterona que circula en la sangre.
Si
ganar masa muscular y fuerza es un objetivo, la inmersión en agua fría debería
por tanto evitarse como estrategia de recuperación después del ejercicio.
Entonces,
¿es recomendable tomar baños de hielo?
Potencialmente
caros y lentos, los
baños de hielo (10-15 °C durante 11-15 minutos) no son la panacea.
Pueden ayudar a reducir el dolor muscular retardado, pero lo mismo se aplica a
la recuperación activa, como caminar, que es más barato y mucho más fácil de
hacer.
Aunque
a corto plazo puede haber una recuperación más rápida, una reducción de la
inflamación y de las agujetas, a largo plazo la inmersión
en agua fría no tendría ningún efecto, ni positivo ni negativo, sobre las
adaptaciones fisiológicas.
Sobre
todo, el agua fría no es adecuada para culturistas o levantadores de pesas que
quieren desarrollar su masa muscular y su fuerza. Pero, al mismo tiempo, puede
resultarles ventajoso disfrutar de los beneficios de un baño de hielo después
de una sesión de entrenamiento muy intensa o de una competición.
Así
pues, el uso del baño dependerá de su actividad deportiva y de sus objetivos.
Si
no necesita ganar mucha musculatura, puede utilizarlo. Esto se aplica a muchas
modalidades de atletismo, así como a los deportes de combate. E incluso si la
fuerza y la masa muscular son importantes, sopese los pros y los contras. Por
ejemplo, en una competición de dos días consecutivos, con sesiones varias veces
al día, las ventajas de una recuperación más rápida compensarán cualquier
atenuación del crecimiento muscular.
Y
no es necesario tomar un baño de hielo después de un ejercicio de baja
intensidad: sus músculos no habrán acumulado daños suficientes para justificar
su uso.
Sobre
todo, si padece hipertensión o enfermedades cardiovasculares, un baño de hielo
puede ser contraproducente. Se requiere consejo médico. Así que cuidado: como
siempre, lo importante es conocer su cuerpo, los objetivos que persigue y el
efecto de las técnicas que utiliza.
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