A principios de siglo, las funciones de la mujer
seguían siendo las mismas es decir, se limitaban a las tareas de la casa, a
atender al marido y a cuidar de los hijos, pero también trabajaban en el campo,
en las minas, en la construcción e incluso han ido a la guerra. Eran muy pocas
las mujeres que podían acceder a unos estudios, ya que parecía que era de uso exclusivo del varón, ir a una
universidad y por supuesto a acceder a un puesto de trabajo. No podía ni
ejercer su derecho al voto.
En España, el papel de la mujer, hasta
aproximadamente los años sesenta, se limitaba a ser el de esposa y madres
ejemplares. Se vivía en un régimen completamente autártico, en el que se le
negaba a acceder a un trabajo remunerado.
La legislación laboral de ésta época declaraba:
“El Estado prohibirá el trabajo nocturno a mujeres, regulará el trabajo a
domicilio y libertará a la mujer casada del taller y de la fábrica”. Y no
solamente esto. Cuando la mujer se casaba, la obligaban a abandonar su puesto
de trabajo. Afortunadamente para nosotras, estas leyes denigrantes, machistas y
absurdas han quedado en el pasado, pero sí que hay que recordarlas, ya que
existen todavía diferencias de salarios para hombres y mujeres, por la relación
de un mismo trabajo. La discriminación salarial de las mujeres en el siglo XIX
era escandalosa. A pesar de que se estableció un principio de igualdad de
remuneración para los trabajos del mismo valor, lo cierto es que la
discriminación salarial de las mujeres, lamentablemente , aún existe. A los
trabajos realizados por una mujer, se le da una calificación muy inferior a los
realizados por el hombre.
Actualmente es obvio que el mundo occidental y la
sociedad en general, han avanzado progresivamente y concretamente, también en
el papel de la mujer ha evolucionado, se ha equiparado y se ha igualado en
muchos aspectos. El avance de las mujeres en estos últimos años ha sido
espectacular, no en vano se dice que el siglo XX ha sido el siglo de la mujer.
Uno de los cambios más significativos que ha
habido, ha sido precisamente la revolución de la mujer, gracias a esto, hemos logrado eliminar la
discriminación en las leyes, la igualdad en el sistema educativo; hemos podido
formarnos y así poder acceder al mercado laboral, y a la vida pública y
política.
No sin grandes esfuerzos la mujer va adquiriendo
puestos de máxima responsabilidad a nivel político, cultural o educativo; ha
tenido que luchar y eliminar muchas barreras impuestas, precisamente, por el
hombre, ya que lamentablemente hay mucho camino que recorrer hasta que hombres
y mujeres lleguemos por fin a una igualdad real, a sentirnos seguras en el
trabajo, sin sentirnos acosadas en la calle, o dentro de casa, sin recibir
malos tratos, y a no seguir viviendo en una sociedad eminentemente machista, en
la que el sexo masculino sigue imponiendo sus normas.
El artículo 14 de nuestra Constitución dice
claramente que todos los españoles somos iguales ante la ley, sin
discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, et., pero
lamentablemente no siempre es así.
Ahora, en el mundo occidental al menos, la mujer
ha tomado un papel más relevante dentro del contexto social, aunque todavía
haya hombres que se resisten a la entrada de la mujer en puestos de
responsabilidad.
La mujer es, ante todo, un ser humano, que tiene
que realizarse como persona que es.
Hay que partir de la base de que hombres y mujeres
genéticamente somos distintos. Existen diferencias profundas y fundamentales
entre hombres y mujeres, lo cual no implica que debamos ser tratadas de
diferente manera.
-¿Es la mujer inferior al hombre?.
-¡No!.
-¿Es el hombre superior a la mujer?.
-¡No!.
-¿Es la mujer igual “en todo” al hombre?.
-¡Tampoco!.
-Entonces, qué es la mujer?.
-Distinta al hombre.
La mujer no es solamente un objeto para los
hombres. Ser objeto deshumaniza a la persona. La mujer se determina a sí misma,
asumiendo su propia identidad.
Dentro de muchos valores la mujer es creadora de
vida. (CONTINUARÁ)
Remedios Escribano
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