La
llamaron “el animal más bello del mundo”. Había nacido en una aldea de Carolina
del Sur, de familia muy pobre. Unas fotos suyas expuestas por su cuñado en su
estudio de Nueva York las vió un cazatalentos de la Metro Goldwin Mayer y la
procuraron un contrato para interpretar
pequeños papeles mientras recibía clases de dicción a fin de mejorar su acento
(porque, en cualquier país, los del Sur, ya se sabe, hablan rarito)
Fueron
cuatro años de papeles secundarios hasta que en 1946 apareció en “Forajidos”
junto a un joven Burt Lancaster. A partir de entonces, su nombre sube en la
escala de valores de la productora y en el favor de los espectadores que
admiran su belleza y su solidez interpretativa.
En 1951
rueda en la Costa Brava “Pandora y el holandés errante”. Su romance con el
poeta/torero Mario Cabré preludia el que tendría años después con Luis Miguel
Dominguín, de quien se dice que saltó de la cama tras la primera noche “porque
tenía que contarlo sin pérdida de tiempo”. En 1954 volvió figuradamente a
España en “La condesa descalza” (que se rodó en Italia) donde interpretó a una
bailarina española, trasunto de Rita Cansino/Rita Hayworth. El caso es que su
relación con nuestro país la trae a vivir a Madrid donde permanece hasta
finales de los 60 y donde rueda “55 días en Pekin”. Para una cierta
documentación sobre esta época de su vida recomiendo la divertida serie “Arde
Madrid” (de Paco León y Anna Costa para Movistar) en la que una instructora de
la Sección Femenina se coloca de criada en casa de la actriz para espiar su
presunta connivencia con el comunismo internacional (sic). Las continuas
juergas y aventuras etílicas en el domicilio de la actriz desesperan al
expresidente argentino Perón y a su esposa Isabelita que viven justo al lado. Y
algunas de las celebridades que se relacionaron con ella aparecen fugazmente en
pantalla: Carlos Larrañaga, Lucía Bosé, Lola Flores, la duqesa de Alba, Orson
Welles, Ernest Hemingway… personajes que iluminaban la gris España de la época
y eran mostrados con insistencia en los documentales del NoDo junto a las
inevitables inauguraciones de pantanos.
La sed
amorosa de Ava era proverbial, de modo que sus amantes no se pueden catalogar,
pero solo se casó tres veces. Su primer matrimonio fugaz fue con Mickey Rooney,
conocido niño prodigio de los 40. También fue visto y no visto su matrimonio
con el cantante Artie Shaw, pero con Frank Sinatra estuvo casada 6 años, entre
peleas, separaciones y reconciliaciones. Se dice que, tras la definitiva
ruptura, siguieron apreciándose, y que él siempre estuvo dispuesto a ayudarla
en sus continuos problemas de salud, especialmente depresivos.
En su madurez nos regaló excelentes interpretaciones,
como la de “La noche de la iguana”, hasta su retiro en
1985. Murió en Londres en 1990, a los 67 años.
José
Ramón Torres Gil.
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