Al parecer, no teníamos bastante con la
larga pandemia que hemos padecido y con sus nefastas consecuencias, ya que hace
unos meses se añadió a este grave problema el acceso de locura que Putin
padece, invadiendo un país que considera suyo, aunque no lo es.
Resultado de
este acto de guerra, una guerra cruel sin paliativos, son las consecuencias
terribles que están sufriendo los ucranianos; los que permanecen en su país
soportando la destrucción de su entorno, y los que se han visto obligados a
emigrar para huir de la dureza de la contienda. Amén de la cantidad de vidas
humanas que se están perdiendo sin posibilidad de retorno.
Por los unos y
por los otros solo se puede sentir compasión y admirarles por el valor y el
amor que demuestran hacia su país. Y brindarles todo el apoyo posible para que
su situación mejore.
Desde la
segunda guerra mundial que padecimos en Europa no se había vuelto a vivir en
nuestro continente una situación similar, exceptuando los Balcanes, pero sus
secuelas no nos afectaron de forma tan directa como ahora: escasez de energía,
inflación y un sinfín de problemas que ha “pillado” a nuestros dirigentes con
el paso cambiado.
Nunca creímos que algo así pudiera
volver a repetirse, pero tropezar con la misma piedra varias veces parece
consustancial a los seres humanos y, en concreto, a los que detentan el poder y
ejercen su ambición sin reparar en los pueblos que la sufren.
Ahora bien, el caldo de cultivo en el
que se cuecen las “bravatas” de este político autoritario y cruel se está
convirtiendo, a mi modo de ver, en una manera de inocularnos el miedo a los
europeos.
Los telediarios se inician “a bombo y
platillo” con las noticias más preocupantes sobre este tema. Y los
presentadores se rodean de todo el dramatismo posible para hacernos llegar el “aterrador”
mensaje. Las explosiones en los gaseoductos, la deriva del submarino atómico,
los misiles destructivos y la amenaza permanente de un posible holocausto
nuclear.
Me niego rotundamente a que me conviertan en un conejo asustado. Como las imágenes siempre resultan más impactantes he decidido informarme, solo lo justo, bien a través de la radio, o de la prensa.
Confío en que el sentido común
prevalecerá. Y en otro caso, lo que tenga que ocurrir, pasará. Pero recuerden:
el miedo nos hace dóciles. Y los que nos dirigen se frotan las manos ante un
pueblo aterrorizado y manejable.
MAYTE TUDEA. 15-octubre-2022
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