14 septiembre 2022

ORFANDAD

 

Hay días en que una noticia inesperada te sacude de pronto, te deja en suspenso y te cuesta reaccionar.

        —Ha muerto, a los setenta años, el escritor Javier Marías.

        La voz radiofónica con la que me despierto cada mañana sonaba con un timbre más grave de lo habitual.

        Al escuchar esta frase me invadió, de pronto, una sensación de orfandad, diría incluso de desamparo. Javier Marías es el escritor —y digo es porque su obra no ha muerto con él— que nunca me ha defraudado con sus novelas, incluso con aquellas, las menos, que no alcanzaban ese grado de perfección que él perseguía y que casi siempre alcanzaba.

        He leído la mayor parte de su obra —me quedan un par de títulos que ahora con mayor motivo intentaré rescatar—  y cada uno de sus libros me ha despertado el interés, incluso la emoción por devorar sus páginas, a veces en una sola tarde—noche, o todo lo más en un fin de semana.

        No me gusta subrayar, pero sí releer y reflexionar sobre lo leído. Y muchas veces lo he hecho rescatando de nuevo la profundidad de una frase o de un pensamiento de los que prodigaba en sus novelas y que me ayudaban a entender la complejidad del ser humano y sus contradicciones.

        Su prosa elegante, culta sin pedantería, clásica e innovadora a la vez y el entramado de sus historias en las indaga entre lo oculto y lo aparente, entre lo sabido y lo callado—esta frase no es mía— lo convierten, para mí, en el escritor contemporáneo más importante de nuestro país.

        Por cicatería no le concedieron el premio Nobel    —que mereció mucho más que otros— y él renunció a cualquier distinción que tuviera la vitola de lo institucional.

Fue incómodo con el poder político y atacó, con ironía y finura, a tantos ismos que en la actualidad intentan imponernos. Desde el progresismo hasta el feminismo de nuevo cuño, intolerante y necio, no ocultó sus opiniones y en la columna de El País las expresaba con toda libertad. Esto hizo que algunos le tacharan de intransigente o cascarrabias. Ladran, luego cabalgamos…

 Mi admirado Javier Marías, larga vida en tus novelas. Descansa en paz.

MAYTE TUDEA.


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