Visitar Göbekli Tepe, en Turquía, es visitar el santuario más antiguo
que se conoce de la historia de la humanidad. Un lugar en el que las sociedades
de cazadores y recolectores del neolítico se reunían y adoraban a sus
divinidades y que refuta la teoría de cómo la agricultura fue impulsando a las
personas a establecer asentamientos sedentarios, planteando como alternativa la
religión y el desarrollo del arte. Conocido como el “punto cero de la
historia”, el descubrimiento de Göbekli Tepe revolucionó la concepción de la historia
humana que se tenía hasta el momento.
El yacimiento se encuentra a unos 12 km de la ciudad de Şanlıurfa, la
antigua Edesa. Eso lo sitúa en plena Mesopotamia, en el Creciente Fértil junto
a los florecientes ríos Tigris y Éufrates, en lo que se conoce como la “cuna de
civilizaciones”. Y su antigüedad, al situarse en el décimo milenio a. C., entre
los años 9600 y 8200 a. C., se entiende mejor cuando tenemos en cuenta que es
6.600 años anterior a Stonehenge, en Inglaterra, 7.100 años previo a las pirámides
de Egipto y 6.100 más antiguo que los templos de Ggantija, en Malta.
Los
primeros estudios arqueológicos en Göbekli Tepe se llevaron a cabo en 1963 por
un equipo formado por miembros de la Universidad de Estambul y la Universidad
de Chicago, pero una mala interpretación de los hallazgos hizo que no se
retomaran las excavaciones hasta 1995, cuando la Dirección General del Museo de
Şanlıurfa, junto al arqueólogo alemán Dr. Klaus Schmidt, se pusieron manos a la
obra. Lo que estos trabajos de investigación sacaron a la luz hizo que Göbekli
Tepe fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2018.
Un complejo de varias estructuras
circulares
Göbekli
Tepe no fue levantado con fines residenciales, sino como un centro religioso.
Un espacio donde la gente se congregaba periódicamente para el culto. Por lo
que Schmidt planteó la posibilidad de que el motor del cambio de la vida
seminómada de los cazadores-recolectores al sedentarismo en este caso no fuera
la agricultura, sino la religión. Aunque ninguna de las teorías que se han
barajado, incluida la del experto Ted Banning que defiende que más que templos
podría tratarse de grandes casas comunales, ha podido ser confirmada.
A lo largo de los años, las
excavaciones han ido sacando a la luz diferentes estructuras circulares de
piedra en las que en el centro de cada una de ellas destacan dos grandes
monolitos en forma de T, de entre 10 y 15 toneladas cada uno y unos 5,5 metros
de altura. Obeliscos que parecen haber sido moldeados para semejar humanos, que
podrían ser sacerdotes o dioses antropomorfos, como dan a entender las tallas
de manos, brazos e incluso ropa que perduran en la piedra.
Pero igualmente
sorprendentes son las diversas figuras en relieve de animales y plantas que
muestran sus bases, excepcionalmente bien conservadas, y que son consideradas
los primeros ejemplos de escultura del mundo. Entre ellas se pueden distinguir
figuras de jabalíes, bueyes salvajes, burros, carneros, gacelas, grullas,
cigüeñas, ibis, serpientes, zorros, patos y gatos. Todo ello tallado con sílex,
pues hablamos de una época en la que aún no se utilizaban herramientas
metálicas. Y, aunque aún no se sabe muy bien ni cómo ni por qué, se cree que
estos complejos fueron deliberadamente enterrados con toneladas de tierra unos
mil años después de su construcción, lo que ha permitido que hoy reluzcan
prácticamente intactos.
Mucho más por descubrir
De
momento, el sitio arqueológico de Göbekli Tepe se extiende sobre un área de
unos 300 metros de ancho. La primera de las estructuras fue encontrada en 1995
y hasta su muerte en 2014, el Dr. Schmidt pudo descubrir cuatro de estas
estructuras construidas una encima de la otra en un período de tiempo que
supera los mil años. Pero las prospecciones geofísicas han mostrado que el
yacimiento puede alcanzar una extensión de 90.000 metros cuadrados y que aún
quedan sepultadas otras 15 estructuras, entre las que podría haber
construcciones más antiguas que las cuatro excavadas hasta la fecha.
Actualmente hay un pequeño centro de visitantes en el sitio donde aún continúan
las excavaciones dirigidas por el director del Museo Şanlıurfa, Müslüm Ercan, y
Lee Clare, del Instituto Arqueológico Alemán.
Desde
que comenzaron las excavaciones hace ya casi 30 años, al yacimiento de Göbekli
Tepe le ha costado darse a conocer. La falta de apoyos internacionales que
facilitasen su investigación ha hecho que pasara desapercibido en el tiempo,
que las excavaciones fueran lentas y que su popularidad fuera escasa. Mientras
que todo el mundo sabe de la existencia de Stonehenge, en Inglaterra, pocos
saben que un yacimiento mucho más antiguo descansa en Turquía. Pero Göbekli
Tepe poco a poco va cobrando la fama que se merece, su declaración de
Patrimonio de la Humanidad en 2018 le dio alas y en 2021 batió su propio récord
con más de 500.000 visitantes a pesar de los efectos de la pandemia. Para
conocer más detalles, no dudes en visitar la web oficial de Göbekli Tepe.
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