Artículo escrito por María Isabel Iguacel Azorín
doctora en Ciencias de la Salud y profesora en la Universidad de Zaragoza y
publicado en la revista digital “The Conversation”.
El marido se acuesta en la cama y susurra
al oído de su mujer: Estoy sin calzoncillos… La mujer le responde: Mañana
lavamos unos.
Vale, lo reconozco, no es el mejor chiste
de la historia. Pero si al menos le he sacado media sonrisa, ha de saber que he
cambiado para bien su día de hoy.
Y es que, después de dos años un tanto
atípicos (dejémoslo ahí), la mejor pastilla que podemos recetar los sanitarios
es la risa y recomendar tomarse la vida con humor. Y ahora explico por qué.
El humor no solo tiene beneficios
psicológicos sino también físicos y sociales.
Aunque inicialmente la risa nos provoca un
aumento de la frecuencia cardiaca y la presión arterial, sus efectos a largo plazo resultan en
una reducción significativa de estas. ¿A qué nos recuerdan estos efectos?
Efectivamente, a los derivados de la actividad física, otra de las mejores
pastillas que los médicos pueden recetar, y cuyos efectos positivos
cardiovasculares podrían ser similares a los que provoca la risa.
La carcajada moviliza el diafragma, el
principal músculo inspiratorio, permitiendo aumentar la capacidad pulmonar y
mejorar la respiración. Con una carcajada podemos llegar a contraer cientos
de músculos, incluyendo los faciales, del tórax, del
abdomen…
Si aún hay algún lector poco convencido,
de los que acude al gimnasio a quemar calorías, ahí va otro dato interesante:
la risa provoca un aumento del 10-20% del gasto energético por encima de los
valores de reposo, lo que significa que 10-15 minutos de risa al día podrían
hacernos perder unas 10 kcal.
Terapia frente al estrés y la depresión
No obstante, con los años la ansiedad y el
estrés se apoderan de nuestras vidas y cada vez se nos hace más difícil sonreír. Mientras que los niños se ríen de media
entre 300 y 400 veces al día, un adulto tan solo lo hace de 10 a 15 veces al
día.
Malas cifras teniendo en cuenta que la
risa disminuye los niveles séricos de cortisol (la principal hormona
del estrés), de la adrenalina y del ácido 3,4-dihidrofenilacético (un
importante catabolito de la llamada hormona del bienestar, la dopamina). Es
más, en la depresión estos neurotransmisores están disminuidos, por lo que la
risoterapia podría emplearse como un tratamiento eficaz.
Incluso ante enfermedades físicas, el
humor podría ser un buen remedio para combatir el dolor. Riendo también se
liberan endorfinas y serotonina, dos hormonas que tienen un cierto componente
analgésico que permite mitigar el dolor. De hecho, un reciente metaanálisis concluía que la terapia con payasos en niños
parece ser efectiva para reducir el dolor asociado a procedimientos
diagnósticos o terapéuticos.
Mejor que el zumo
Quienes toman zumo de naranja para
prevenir los resfriados podrían probar a empezar el día con una carcajada. Al
fin y al cabo, reír aumenta los niveles de inmunoglobulina A y de los
linfocitos NK (del inglés natural killer)
reforzando nuestro sistema inmunitario.
A los problemas de insomnio también se les
puede plantar cara con humor, dado que la risa mejora nuestra calidad de sueño.
Por si no son suficientes razones para
abonarnos al club de la comedia, resulta que el sentido del humor y la risa no
solo son la mejor forma de romper el hielo ante situaciones que podrían ser
incómodas, sino que mejoran las relaciones interpersonales y el poder de
atracción. Un estudio descubrió que tanto hombres como mujeres
consideran el sentido del humor como un atributo deseable en una pareja, por
encima de la inteligencia, la educación, la profesión o el instinto sexual.
La risa es contagiosa
Vale que la risa y el humor son grandes
armas de seducción, mejorando a su vez la autoestima. Pero es que, además, la
risa es contagiosa. Cuando observamos una cara sonriente, se activa un grupo de
células nerviosas llamadas neuronas espejo que nos impulsan a sonreír. Un mecanismo similar se activa cuando
vemos a alguien bostezar y nos “contagia” ese bostezo.
Con estos argumentos sobre la mesa es
fácil entender por qué las personas que aparecen riendo en las fotos tienen
mucho más asegurado ese “match” en Tinder que aquellas que no lo hacen.
Y si la risa no nos sale con facilidad, no
pasa nada. El mero hecho de sonreír (aunque sea una sonrisa forzada) ya manda un mensaje de positividad y de
bienestar a nuestro cerebro que el cuerpo interpreta como tal.
Visto así, esos vídeos virales y memes
divertidos que nos mandan a los grupos de WhatsApp pueden parecer placeres
momentáneos, pero nos ayudan a sobrellevar la ansiedad, el miedo y la tristeza.
Y difundiéndolos activamos una serie de beneficios, no solo para nuestra salud
sino también para la de los demás.
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