Segunda parte del artículo de Vicente G. Olaya,
redactor de El País especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e
Historia.
Una
de las estancias que sufrió este trágico episodio debió formar parte de una
vivienda o de un almacén a juzgar por la gran cantidad de ánforas encontradas
–griegas y fenicias-, entre ellas ollas de cocina, una con restos aún de
pescado. Entre las piezas halladas la más singular es un ánfora que contenía
aceite de calidad, de producción de taller de Grecia del Este, de 33,4
centímetros de altura con un sello de características egipcias, el halcón Horus
y bajo él un grafito en forma de T. Fue fabricada sobre el 700 antes de Cristo,
y es la mejor conservada, de su tipo, descubierta en la península Ibérica.
Tras
la destrucción que llegó del mar, se produjo el abandono de las zonas
residenciales y de las áreas de mercado. Sobre los restos de uno de los
edificios hallados, se formó el denominado “estrato IV”, repleto de abundantes
escorias cerámicas, y construcciones vinculadas a un taller alfarero, lo que
demuestra que los fenicios terminaron convirtiendo la isla en una especie de
área industrial entre el 620 y el 570 a. C. y dependiente de la poderosa Malaka
(Málaga).
Pero
la actividad industrial demandaba abundante leña y las tierras del interior se
deforestaban también para la explotación agrícola, fundamentalmente la vid.
Esto provocó que el paisaje del estuario del Guadalhorce se degradase
rápidamente, convirtiéndose en un lugar “inhóspito y muy vulnerable”, relata el
profesor malacitano.
“El
análisis de los sedimentos refleja una clara evolución hacia aguas estancadas y
la desaparición de la isla como consecuencia de la colmatación aluvial de la
zona deltaica”, asevera Suárez. La población no pudo soportarlo y se trasladó a
Málaga. La colonia había fracasado.
La ira de los dioses
La Covid-19 ha
retrasado hasta septiembre de 2021 la continuación de los trabajos de
investigación en el Cerro del Villar para confirmar “la existencia de una
destrucción catastrófica de origen marino”, señala Manuel Álvarez
Martí-Aguilar, profesor de la Universidad de Málaga. La futura investigación se
enmarca en el proyecto 'Terremotos y tsunamis en la península Ibérica en época
antigua: respuestas sociales en la larga duración (Proyecto Tsuniber)',
financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Agencia Estatal de
Investigación y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
El equipo, dirigido por
Manuel Álvarez, lo integran también José Suárez, Francisco Machuca y José
Manuel Martín, de la Universidad de Málaga, apoyados por la propia María Eugenia
Aubet, la experta que dirigió la investigación del yacimiento a partir de los
años ochenta del pasado siglo.
En 2017 el Ayuntamiento
de Málaga encargó una serie de estudios geofísicos del subsuelo del yacimiento,
en el marco de la elaboración de un Proyecto de Viabilidad para la creación un
Parque Arqueológico en el Cerro del Villar. Los trabajos, liderados por Suárez
y llevados a cabo por los profesores José Peña y Teresa Teixidó, ambos del
Instituto de Investigación Andaluz de Geofísica y Prevención de Desastres
Sísmicos, permitieron confirmar la existencia de estratos que presentaban un
alto nivel de salinidad y que resultaban compatibles con la existencia de una
inundación de origen marino en el asentamiento, datos compatibles con la
hipótesis formulada en su día tras el estudio de los datos aportados por la
excavación de 1989.
Con todos estos
precedentes, el objetivo de la actuación prevista por el nuevo equipo de
investigación del Proyecto Tsuniber consistirá precisamente en confirmar
“analizar el horizonte de destrucción catastrófica de origen marino” mediante
el empleo de precisos estudios microestratigráficos, intentando dilucidar,
incluso, si se trató de una gran tempestad o de un tsunami. Para ello se
contará con la cooperación de equipos de expertos internacionales como el
dirigido por Klaus Reicherter, de la Universidad de Aquisgrán (RWTH Aachen).
El proyecto Tsuniber,
además del Cerro del Villar, aborda otros casos de estudio sobre el impacto y
las consecuencias de antiguos tsunamis acaecidos en las costas peninsulares,
como el que se ha puesto en relación con la crisis de Tarteso, en el siglo VI
a.C.; el supuestamente ocurrido en el Golfo de Cádiz en el siglo III a.C.; o
los documentados en las costas del sur de la Península Ibérica en época
altoimperial y tardoantigua.
Los expertos quieren
valorar “las respuestas sociales frente a la catástrofe y las estrategias
colectivas de resiliencia a través de los horizontes culturales tartesio,
fenicio y romano”, abordando, entre otros aspectos, “las respuestas religiosas
frente a estos fenómenos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor: Se ruega no utilizar palabras soeces ni insultos ni blasfemias, así todo irá sobre ruedas.
Reservado el derecho de admisión para comentarios.