Artículo elaborado por Víctor
Sánchez Sánchez, profesor de Musicología de la Universidad Complutense de
Madrid. Publicado en la revista digital The Conversation.
En 1913
se estrenó en Madrid la ópera Tabaré,
compuesta por Tomás Bretón a partir del poema de Juan Zorrilla de San Martín,
que recogía la mítica epopeya del indio mestizo en los primeros momentos de
la conquista del
Uruguay.
Sobre la escena musical se recrearon las luchas entre los pueblos
primigenios del mar del Plata y los españoles, con el héroe protagonista
empeñado en una imposible pacificación. El protagonista fue cantado por
Francesc Viñas, uno de los mejores tenores de su época, para el que se escribió
una parte vibrante y emotiva.
Tomás Bretón era uno de los principales
compositores españoles de su época, empeñado en consolidar la ópera nacional española. El drama lírico Tabaré fue
una de sus grandes partituras, con una elaborada parte orquestal que ofrecía
una intensa acción y unos ricos personajes musicales.
La ópera fue bien recibida por el público y la
crítica, pero tras el final de la temporada no se volvió a representar. Tomás
Bretón guardó la partitura en un cajón, esperando una posible reposición que
nunca llegó. Más de cien años después, la música de Tabaré volverá
a escucharse en el Teatro de la Zarzuela, dentro de un proyecto de dar vida a las
óperas españolas de referencia en versión de concierto.
El
manuscrito autógrafo había permanecido en el legado de Tomás Bretón y tuvimos
ocasión de estudiarlo cuando aún lo tenían guardado en un armario sus
herederos. Vimos que tenía razón Bretón cuando comentó que era su mejor ópera,
en la que había volcado su buen saber musical y dramático. Pero no es posible
interpretar una ópera directamente con un manuscrito. Cuando se planteó la
oportunidad de volver a hacerla sonar, nos metimos en una meticulosa edición musical: se consultaron las diferentes fuentes,
se realizó una edición informática, solucionando los posibles problemas, y se
extrajeron las partes para cada instrumento y cantante. Todo ello permite a los
músicos de hoy en día tener sus partituras listas para su interpretación.
Una ópera sobre la ‘conquista americana’
“El Uruguay y el Plata
vivían su salvaje primavera, la sonrisa de Dios de que nacieron, aún palpita en
las aguas y en las selvas”.
Con estos versos comienza el poema épico, rememorando un
idealizado paraíso en el que vivían los pueblos primigenios antes de la
aparición de los españoles. El desbordante paisaje de agua y vegetación es una
parte importante del poema y Bretón lo traslada musicalmente, buscando una
ambientación sonora: la delicada orquestación del comienzo, apoyada en rápidas
escalas pentatónicas, recrea el fluir del agua.
El propio poeta uruguayo destacó este referente ambiental en la
historia, un marco grandioso en el que los personajes resultan empequeñecidos.
En medio, los conflictos de la desigual lucha entre españoles y charrúas, los
primeros apresando a los indígenas y los segundos contraatacando para incendiar
sus fuertes. Aunque Tabaré no existió, la historia recoge de forma libre
episodios como la destrucción del fuerte de San Salvador en 1529 o la historia
de la andaluza Lucía Miranda, raptada
y obligada a casarse con un cacique charrúa.
El tema puede resultar conflictivo hoy en día, en estos tiempos de
revisiones de la conquista.
En 1888, cuando Juan Zorrilla de San Martín escribió su poema, se
presentaba con un enfoque conciliador. El líder Tabaré, mestizo al ser hijo de
una española capturada, intenta frenar los impulsos vengativos de su pueblo. Se
encuentra con Blanca, una andaluza hermana del caudillo español, de la que se
enamora y le recuerda a su madre. La libera de su rival Yamandú, que la ha
raptado tras el asalto del fuerte, pero cuando regresa los españoles lo matan.
La tragedia revela la inutilidad del conflicto, que nunca puede
ser una solución. Tabaré es así una figura pacifista y conciliadora que
promueve el encuentro de los dos mundos, aunque no lo consiga. El poeta
uruguayo, desde el enfoque conservador de las occidentalizadas élites de su
época, introduce un elemento tal vez inexistente en el siglo XVI, pero que
simboliza la necesidad de interpretar la conquista como un momento de
encuentro.
Una ópera moderna e intensa
Tomás
Bretón (1850-1923) ha pasado a la historia como el autor del sainete La verbena de la Paloma,
el título más representativo de la zarzuela. Sin embargo, su principal empeño
fue consolidar la ópera nacional con títulos como Los amantes de Teruel (1889), La Dolores (1895), Farinelli (1902) o Don Gil de la calzas
verdes (1914).
Son obras de propuestas muy diferentes que se representaron no
solo en España, sino también en Hispanoamérica y Europa. Junto a Chapí y
Pedrell, Bretón demostró que la ópera española podía existir, aunque no pudo
superar el predominio de la ópera italiana y alemana en los teatros de todo el
mundo, incluido el Liceo de Barcelona y el Teatro Real de Madrid.
Para Tabaré compuso
una partitura de corte claramente wagneriano, denominada drama lírico, en
referencia a su concepción continua. Utiliza una plantilla orquestal rica y
extensa, que incluye una activa participación de instrumentos poco habituales,
como la trompeta baja, el clarinete bajo o el corno inglés.
El discurso musical se articula sobre temas musicales que
caracterizan a los personajes: desde la violencia de Yamandú hasta el lirismo
de Blanca, pasando por el misterio de Tabaré o los sonidos de las fanfarrias
militares de los instrumentos de viento metal. Con todo ello construye un rico
tejido musical, con constantes cambios de armonía, lleno de expresividad.
Las partes vocales despiertan un gran interés, especialmente en la
pareja protagonista de tenor (Tabaré) y soprano (Blanca), junto a una pléyade
de personajes: el cacique rival (el barítono Yamandú), el caudillo español
(Gonzalo) o el padre Esteban.
La epopeya Tabaré que
Bretón convirtió en un valioso drama lírico vuelve a escucharse, devolviendo a la vida a un manuscrito olvidado
durante más de cien años. Despierta en un mundo que parece muy diferente pero
quizás no lo sea tanto.
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