15 marzo 2022

EL COMPLICADO PLACER DE REGALAR

 

Son numerosas las oportunidades durante el año, en las que tenemos motivos para entregar o recibir un regalo. Siguiendo, básicamente, las fechas del almanaque, nos surgen de inmediato las siguientes motivaciones: Navidad, Reyes, cumpleaños, onomástica o santoral, día de los enamorados, día del padre, día de la madre, natalicios, primera comunión, bodas, fiesta de graduación, mayoría de edad, bodas, oposiciones, publicación editorial, jubilación, agradecimiento por un favor, vuelta de un viaje vacacional, etc.

En todas estas circunstancias y en otras (por el simple gusto de hacerlo) se piensa en la conveniencia de entregar algún objeto, de muy diferente naturaleza, para celebrar el evento correspondiente. En este lúdico ámbito, se nos plantea el primer interrogante: ¿qué regalar? pensando en una época en que una mayoría de personas tienen “casi de todo” siempre que no pensemos en obsequios de elevado lujo. Nos preguntamos ¿cuál sería el presente más adecuado, original o sorprendente? Como inicial medida, habría que estudiar bien a la persona a quien se regala. El motivo por el que se realiza esta generosa acción, la edad de quien lo va a recibir, la forma de ser de esta persona, los gustos habituales de la misma, las necesidades que puede tener en un momento concreto, la oportunidad de elegir ese preciso detalle, la sorpresa que lleve implícita el obsequio entregado.

En no pocas ocasiones, el autor del regalo piensa más en sí mismo que en la persona que va a recibirlo, por ello este gesto puede no encontrar el efecto deseado. La expresión de los ojos, junto a la mímica facial, de quien lo recibe, confirma acerca del acierto o el error de una determinada elección. En otras oportunidades, suele preocupar más el valor de mercado o monetario de ese presente, incluso también el tamaño o volumen del objeto elegido, sobre la necesidad, ilusión o deseo que pueda tener la persona objeto de nuestro homenaje. En otras palabras, es el “cómico” o incómodo asunto de guardar o salvar las apariencias.

Otro aspecto curioso que también nos mueve a cuidar este alegre gesto es la presentación que acompaña al objeto donado. De manera especial, el papel en el que va envuelto o la posible bolsa en la que se entrega, con los “lacitos” añadidos y el contenido escrito de la tarjeta que acompaña al presente. Por estos detalles externos, solemos escuchar esa conocida frase que dice “vamos a ir a comprarlo al establecimiento X, pues el envoltorio que utilizan, con ese prestigioso rótulo, hace mucho a la hora de recibirlo. En este condicionante comercial, hay establecimientos especializados en la exposición y preparación “social” de los regalos. En definitiva, la tienda aporta un plus de valor o prestigio sobre la naturaleza propia del objeto regalado.

Pasemos ahora al plano de quien tiene la suerte de recibirlo. Aquí hay también una serie de matices. Esperabas una cosa y te entregan otra. El objeto que recibes, ya lo tienes, incluso en ocasiones repetido. Si previamente se te pregunta qué es lo que deseas recibir, se pierde la sorpresa o el divertido asombro de cuando abres el envoltorio. Cuando ya se extrae el contenido del regalo, muchos se hacen ese filosofal interrogante ¿Y ahora qué hago yo con esto? ¿Tendré algún sitio donde ponerlo?

Siempre queda el recurso de intentar cambiar el regalo por su valor monetario o por otro objeto que sea de mayor agrado o utilidad. El problema es conocer el establecimiento en que ha sido comprado. Otra dificultad aparece cuando en este comercio te exigen el ticket de compra para realizar la devolución o el cambio correspondiente. Pero esa factura o ticket no suele venir acompañando a la donación recibida, pues indica claramente el precio o valor que ha sido invertido en la adquisición. A consecuencia de estas dificultades, cada vez es más frecuente la racionalidad de la tarjeta /regalo, cuyo contenido monetario puedes utilizar en cualquier departamento o sección del comercio en donde se ha emitido. Así eliges aquello más te interesa o necesitas. De todas formas, esta tarjeta reduce el encanto, la emoción o la ilusión que conlleva la entrega de un determinado objeto. En este contexto, no hay que olvidar las preferencias por el color, la forma o la talla, de determinadas prendas, datos que pueden no ser conocidos por el autor del regalo.   

En general, a la mayoría de las personas les agrada y les hace mucha ilusión, recibir un presente en determinadas fechas o circunstancias. Esa ilusión se potencia cuando se recibe sin una motivación expresa. Tengamos siempre en cuenta el agradecimiento expreso que hay que realizar a la persona que lo entrega o remite. También hay que respetar aquellos a quienes no les gusta regalar o no se sienten especialmente felices al recibirlo. En definitiva, algo tan bonito y lleno de ilusión, como es regalar o recibir un presente, puede ser problemático o complicado, atendiendo a los factores ya expuestos. Apliquemos, en todo caso, la sensatez y la racionalidad educacional. –

 

José L. Casado Toro

Marzo 2022 

 


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