Artículo elaborado por María Concepción Pomar
Rosselló, profesora especializada en lengua inglesa de la Universidad
Internacional de Valencia, publicado en la revista digital The Conversation.
La
implementación de programas bilingües o de AICLE (Aprendizaje Integrado de
Contenidos y Lenguas Extranjeras) en colegios públicos de España se critica
recientemente por profesores y familias porque no ofrecen los resultados prometidos
ni en el aprendizaje de contenidos ni en el desarrollo de cierta soltura de
expresión en la lengua inglesa.
Esta
visión, y la falta de resultados, puede tener que ver, más que con la puesta en
práctica de AICLE, con una aplicación errónea de esta metodología, en la que se
pretende que los alumnos lean y aprendan de memoria los conceptos. El
aprendizaje de lenguas extranjeras, integrado con el aprendizaje de contenidos
distintos de la lengua en sí, bien implementado, implica diálogo, experiencia y
experimentación, búsqueda de información, pensamiento crítico y trabajo en
grupo para crear un clima de conversación y de comunidad en clase.
No
puede ni debe basarse en simplemente leer un libro de texto, memorizar los
contenidos y rellenar ejercicios, tal y como se viene haciendo en la
metodología más tradicional. Por el contrario, un programa bilingüe eficaz debe
basarse en la comunicación oral activa como andamiaje para comprender los
contenidos.
Primero
debemos cerciorarnos de que los alumnos han alcanzado este punto de comprensión
a través del diálogo, incentivado a través de las ayudas pertinentes para
elaborar sus propias frases en la lengua extranjera. El principio de andamiaje fue propuesto por Bruner y Vygotsky.
La importancia de los libros
En relación a los materiales de clase, no sirve
cualquier traducción literal al inglés de un libro de contenidos tal y como se
impartiría en castellano u otra lengua regional: los libros y los materiales
que el profesor diseñe y presente al alumnado deben ser especializados para la
implementación de AICLE.
Van
a ser materiales adaptados al nivel y la capacitación del alumnado de expresión
en lengua inglesa y lo suficientemente explicativos, tanto en relación al
aprendizaje gradual de léxico y gramática como en contenidos, a través de numerosas
ayudas visuales, auditivas, que requieran movimiento, digitales, audiovisuales,
táctiles, etc.
Coordinación entre docentes
El
otro problema identificado es la falta de coordinación por parte del docente
que imparte la asignatura de inglés propiamente dicha y el profesor de AICLE.
Hay expertos que abogan por la dinamización del equipo docente y defienden la figura de un
coordinador que gestione y lidere el proyecto.
Esta
coordinación y necesidad de trabajo en común entre los profesores de lengua
inglesa y los profesores que imparten otras materias en inglés es un punto
clave.
Imaginemos
un profesor que tiene un buen conocimiento de la materia y un manejo de la
lengua inglesa suficiente para explicar los contenidos. Sin embargo, no sabe
implementar correctamente la evaluación diagnóstica, formativa y
sumativa adaptada
a las necesidades educativas de los alumnos y los materiales, no planifica sus
actividades según la taxonomía revisada de Bloom, no conoce la distinción entre BICS y CALP, no lleva a cabo este trabajo de grupo de
coordinación con sus compañeros… Es decir, simplemente imparte la asignatura
como lo haría con cualquier otra sin tener en cuenta las bases metodológicas
AICLE.
Este
profesor no obtendrá los resultados esperados. Lo cual le puede llevar a pensar
que los programas bilingües no son viables ni eficaces, y opte por el abandono.
Eficacia probada
La
implementación de programas bilingües por parte de docentes debidamente
formados y entrenados sí ha probado ser eficaz y muy beneficiosa para el
alumnado. Hay multitud de estudios que así lo certifican. Dieciséis
años después de que se implantaran los primeros programas, un tercio del
alumnado total en España está matriculado en ellos, y la oferta no para de
crecer.
Nos
vemos, entonces, en una situación en la que la falta de conocimiento sobre la
metodología lleva a pensar a un sector importante de la formación que los
programas bilingües son ineficaces. Esto podría derivar en una no deseada
situación de elitismo en la cual, de cara al alumnado, y teniendo en cuenta su
futuro, los alumnos que sí hayan cursado satisfactoriamente un programa
bilingüe a través del método adecuado tengan mayores oportunidades de continuar
su formación y a nivel profesional que los alumnos que no se hayan formado en
la misma medida en la lengua extranjera.
Esta
situación es fácilmente evitable si se proporciona al profesorado más oportunidades
de formación y más información de calidad acerca de lo que supone ser un
profesor en un programa que integre la enseñanza de contenido con la de una
lengua extranjera.
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