Artículo publicado en el diario La Vanguardia de
Barcelona.
Hace 30 años,
Málaga era un dormitorio de la Costa del Sol, sin el gancho de un monumento
fetén –a diferencia de Sevilla, Córdoba o Granada– y con el boquerón por
distintivo. Hoy, Málaga se gusta, crece con decisión, toca muchos registros
–desde polo tecnológico a ciudad museística– y es la gloria de las mesas sin
ínfulas, desde El Pimpi al Pichi de Caíz, y aún es el lugar ideal para sufrir
un susto: la ciudad tiene 600 desfibriladores en la vía pública 600.
La Barcelona
olímpica fue el modelo tácito cuando Málaga aprobó, en 1992, el Plan
Estratégico, cuyos resultados se aprecian hoy. El alumno aventajado empieza a
descararse. “Arde Barcelona. De arriba abajo, una ciudad que fue amada queda
hoy para un responso. Llorar la ciudad que fue: no queda otra (...) Ya nos está
cayendo en los corrillos del Foro (sic) eso mismo: el sambenito divino de
segunda Capital”, afirmaba un significativo un artículo en el Sur,
el gran diario de Málaga, Jesús Nieto.
El compromiso de Antonio Banderas
Hay algo que flota en el
ambiente en Málaga, donde ningún taxista desgrana quejas al visitante, al
contrario, hecho infrecuente en Madrid o Barcelona: el compromiso de los
malagueños con esta ciudad. Antonio Banderas es un ejemplo. De miércoles a
domingo sale a escena en su propio teatro, el Soho Caixabank, revitalizador de
unas calles dominadas por la prostitución a fines del siglo XX, para
representar el musical Company, del recientemente fallecido Stephen Sondheim,
al frente de un elenco muy potente. Una producción que tradicionalmente era
exclusiva de Madrid o Barcelona. Ver a Banderas dando el callo en un teatro
“menor” un domingo a las seis de la tarde tiene algo de emocionante. A eso se
le llama compromiso. Y jugarse los cuartos.
El centro histórico
de Málaga parece endomingado y luce como los chorros del oro. Allí está todo lo
que un turista suele buscar. A quince minutos en coche, está lo que todo
emprendedor asociaría con la costa de California: sol, palmeras y un entorno
para las nuevas tecnologías. “El Parque Tecnológico de Málaga, 20.000
trabajadores y 600 empresas, ya no ofrece espacio, como antes, sino
conocimiento. Vienen años buenos, tenemos ambición, hay tirón y vamos a
aprovecharlos”, señala, sin tono triunfalista, Felipe Romera, director general
del Málaga Tech Park, un hub tecnológico que ha ganado
prestigio en los últimos meses gracias la incorporación de compañías taquilleras:
Google, Vodafone, Oracle, Ericsson, Accenture, Dekta...
¿Se han beneficiado
de la dejadez de otros (Barcelona y València)? “Barcelona es fantástica y no
nos podemos comparar con ella pero somos muy peleones. La clave, y no se si eso
lo tenéis ahora en Barcelona y Catalunya, es que aquí todas las instituciones
trabajan en la misma dirección porque eso da confianza, da estabilidad. ¿Qué
quieren las empresas? Sitios donde les traten bien o que por lo menos no se
metan con ellas. Es dar cariño y dar cariño es gratis”, afirma Felipe Romera,
una persona que encaja con la definición de cabeza bien amueblada.
“No sé si en Barcelona y Catalunya
tenéis algo clave: todas las instituciones trabajan en la misma dirección”
¿Qué está pasando
en Málaga, sinónimo de milagro, a escala incluso europea? De
repente, la ciudad portuaria y anodina, la Vetusta del sur, se ha puesto de
moda. La apuesta tecnológica atraviesa un momento de viento a favor, reforzado
incluso por la pandemia, que ha originado un éxodo espontáneo de profesionales
que aspiran a teletrabajar en un entorno privilegiado, con capacidad para vivir
frente al mar o en un interior verde donde aún hay gangas.
De repente, como si
se hubiesen organizado unos Juegos Olímpicos o cualquier acontecimiento
planetario, el 2022 está situando a Málaga en el mapa mundial. “La ciudad está
beneficiándose en inversiones, ciertamente las hoteleras, de la actitud errante
de Barcelona y València. Es así”, señala una fuente empresarial que prefiere no
dar su nombre.
La pandemia ha reforzado
los activos clásicos de Málaga: clima benigno (295 días de sol al año), la
mayor concentración de Europa de campos de golf –el Reino Unido aparte, lluvia
incluida–, un aeropuerto internacional especialmente bien conectado con Europa
–130 destinos, muchos a bajo precio– escuelas internacionales y un entorno
político muy estable.
“La Vetusta del sur empieza a verse
capaz de todo, incluso de ser la segunda ‘capital’ de España”
El alcalde de
Málaga, Francisco de la Torre, del PP, ha demostrado una visión pragmática, muy
de las cosas, premiada por los ciudadanos. Ha ganado todas las elecciones
municipales desde el 2000, cuando sucedió a Celia Villalobos. En lo que va de
siglo, la ciudad de 577.000 habitantes ha pasado de no tener un hotel de cinco
estrellas a disponer de cinco. Tiene metro y estación de AVE, que conecta con
Madrid en 2h37’. Hay museos en cada esquina (36), del flamenco o del vidrio, de
tauromaquia a la obra de Revello de Toro (pintor de cámara de la burguesía
barcelonesa) y el exquisito se dirá que ninguno es imprescindible pero todos
tienen algo digno, sea la visión de la España tópica del siglo XIX de los
fondos del museo Carmen Thyssen. A dos pasos, el antiguo palacio del obispo
(sede de la Fundación Unicaja) ofrece lo inverso: un duelo espectacular
entre Solana y Romero de Torres sobre nuestras miserias.
Las grandes marcas
museísticas del mundo –fórmula infalible en tiempos de turismo de escapadas –
han sido bien recibidas, una barra libre que refuerza la buscada imagen cosmopolita:
el museo de Arte Ruso, el Picasso –inferior al de Barcelona pero con el gancho
de ciudad natal–, el Centro Pompidou, en pleno bulevar marítimo, una
transformación portuaria calcada a la de Barcelona. Como ha gozado de apoyo
público el Festival de Cine español, más de veinte ediciones.
Y raro es el día
sin una conferencia sin caspa. Hoy, la escritora Esther García Llovet, que se
fue de Málaga a los siete años y no había vuelto. Charla en la sala cultural de
La Malagueta. “Cuando he vuelto se me ha quitado la pena”, dice.
Datos de la
Seguridad Social: Málaga registró en enero el mayor incremento de empresas en
Andalucía (4,3%). Y la mayor subida en empleo (7,2%).
Málaga
21/02/2022
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