01 noviembre 2021

PROFESIONES Y ACTIVIDADES, HOY EN DESUSO

 

A través del cine, las visitas a las exposiciones pictóricas y museos, la consulta de bibliografía digital o en soporte papel, los buscadores de información informática, las fotografías y los documentos históricos, las conferencias impartidas por los especialistas, los diálogos que establecemos con las personas mayores y también con el poderoso auxilio que nos presta nuestra memoria, basada en las vivencias de la infancia o adolescencia, alcanzamos amplia información acerca de muchas profesiones y actividades, relevantes en épocas pasadas y que hoy han desaparecido, han caído en desuso o han evolucionado, aunque hay algunas que aún se practican, ciertamente de forma minoritaria y en espacios muy concretos de la geografía mundial.

Podemos encontrar a no pocos niños o incluso a personas adultas que no conocen o se imaginan en detalle la imagen plástica y real del ejercicio de aquellas actividades que se llevaban a cabo hace bastantes décadas e incluso siglos. Pero al recordarlas o describirlas gozamos del encanto y la forma de vida de otra vieja época, tiempo cronológico que ya no volverá. Al menos, con la significación y los comportamientos de una época que ya es toda pretérita y que sólo está anclada en nuestras mentes o en el acerbo documental disponible.

Hacer una exhaustiva relación de esas actividades sería un bello ejercicio que, sin embargo, sobrepasaría los límites espaciales de este artículo. Más aún si cabe pues sería necesario realizar al tiempo un más o menos extenso comentario acerca de cómo eran aquellos trabajos y cómo los recordamos. Sin embargo, vamos a relacionar algunas de esas profesiones, con pequeñas aclaraciones que nos ayuden a conocerlas de una manera básica y sugerente.

ARRIERO (transportista de alimentos, enseres, correos y también personas, que utilizaban mulas de carga para su desplazamiento); AGUADOR (aquel trabajador que transportaba y vendía agua, llevándola de un lugar a otro, en sus cántaros de barro o en pequeños toneles de madera); LECHERO/CABRERO (vendedor de leche a domicilio, que a veces venía acompañado de algunas cabras que ordeñaba en la propia vasija de los clientes); AFILADOR (con su rueda esmerilada, encastrada en la bicicleta que usaba para desplazarse y hacerla girar a través de los pedales, afilaba los cuchillos, navajas y tijeras en plena calle, avisando de su llegada tocando un familiar y alegre sonido con la armónica); MALETERO (vestido con su amplia bata de color beige o gris, prestaba servicio especialmente en las estaciones ferroviarias, aplicando su fuerza para ayudar a los viajeros a cambio de una propina); MIELEROS (vendían miel a domicilio, llevándola en cántaros de aluminio, con cuyas tapaderas medían la cantidad del sabroso producto que servían): LINOTIPISTAS (trabajaban en las rotativas de los periódicos, fabricando y componiendo en las máquinas linotipias letras de plomo que, encastradas en planchas metálicas, servían para imprimir los textos en los rollos gigantes de papel): DESHOLLINADOR (limpiador de chimeneas); SERENO (con sus manojos de llaves maestras, ayudaba a los vecinos del barrio a abrir las puertas de sus domicilios, trabajando en las horas nocturnas y manteniendo el orden en las calles); ZAPATERO REMENDÓN (reparaba calzado de todo tipo, trabajando en sus populares portales urbanos); ZAHORÍ (buscador de bolsas de agua, pozos y mantos freáticos, que localizaban basándose en el movimiento energético de péndulos, varillas radiestésicas y ramas de árboles que llevaban consigo); PLAÑIDERAS (mujeres que acompañaban en los duelos a los familiares del difunto, con sus acústicos y prolongados llantos); MODISTAS, COSTURERAS, SASTRES (confeccionaban y arreglaban prendas de vestir a medida); BARRENDERO (limpiaba las calles de residuos sólidos, ayudándose de grandes escobas artesanas, confeccionadas de retama y brezo, con grandes recogedores para la basura); SACRISTÁN (trabajaba en las iglesias, ayudando al párroco en sus funciones religiosas y manteniendo en orden el interior de los templos. Algunos solían tocar el órgano musical, cantando salmos y oraciones en las celebraciones litúrgicas); PRACTICANTE (era el actual auxiliar técnico sanitario o enfermero, que ponía inyecciones y realizaba pequeñas curas a las personas lesionada, en sus consultas urbanas o rurales); CENACHERO (vendedor ambulante de pescado, portado en dos grandes cenachos o bolsas casi planas de esparto, que colgaban de sus hombros); CALLISTA (arreglaba los problemas de los pies, antecedente de los actuales podólogos); TENDERO (dependiente o propietario, en las tiendas de ultramarinos, en la que se vendían una gran variedad de productos alimenticios); PARAGUERO (arreglaba los paraguas rotos, en régimen ambulante desplazándose por las calles); SILLERO (reparaba las sillas en los portales o aceras de las casas, echando nuevos “culos” o asientos a las mismas, trenzando la anea vegetal que llevaba en enormes manojos alargados sobre su espalda); CANTERO (modelaba a martillo y cincel los bloques de piedra utilizados para las construcciones monumentales, religiosas y laicas); ESQUILADOR (cortaba el pelo o lana de las ovejas y otros animales, sin mecanismo eléctrico alguno); PREGONERO (anunciaba en la plaza pública y a viva voz, celebraciones, informaciones, normas legales a cumplir por el pueblo y dictadas por los gobernantes); PLANCHADORA (contratada por las familias “bien” para cumplir con esa paciente y esforzada labor); LAVANDERA (lavaba a mano la ropa de las familias pudientes que contrataban sus servicios); NIÑERA (cuidaba a los niños de la casa, antecedente de los actuales “canguros”); SANTEROS (vendían estampas, reliquias y textos de oraciones que “obraban milagros”); ENCUADERNADOR (artesano que con escasos medios instrumentales elaboraba y organizaba los fascículos y hojas escritas o impresas, en bellos y artísticos volúmenes bibliográficos); CURANDERO (decía tener la habilidad para mejorar y sanar heridas y enfermedades, usando para su “mágica” labor plantas de la naturaleza y ungüentos, aplicando al tiempo determinadas advocaciones misteriosas); REPARADORA DE MEDIAS (utilizaba para ello agujas especiales y normalmente una gruesa bombilla como soporte, para “coger las carreras” en las finas y difíciles tramas de hilados); CAMPANERO (tocaba las campanas de los templos y castillos, tirando de unas cuerdas que comunicaban con la torre donde aquéllas estaban instaladas); ALFARERO (modelaba figuras de barro con sus manos o ayudándose con pequeñas cañas o trocitos de madera. Hacían girar el bloque de arcilla, pisando un artilugio mecánico provisto de ruedas y engranajes); COSARIOS (mediante encargos pagados con una pequeña comisión, llevaban y traían determinados productos de una localidad a otra, tras haberlos comprado. También hacia entregas de dinero por parte de sus clientes); NEVEROS (bajaban desde las altas sierras, en sus bestias de carga, grandes trozos de hielo para vender, utilizados para refrescar el agua y hacer helados. Ese hielo se formaba por las acumulaciones acuosas en oquedades montañosas, congeladas durante el invierno o en tiempos muy fríos y eran tapadas con piedras, ramas y tierra para mantenerlas sin derretir por más tiempo en las estaciones cálidas); …etc. 

Es cierto. Se podría ampliar esta relación y completar o corregir sus breves explicaciones. Pero los límites de un artículo están reclamando un necesario final. De nuevo hay que reiterar que la mayoría de estas relevantes imágenes artesanales y laborales se han ido perdiendo y sólo quedan ejemplos puntuales y testimoniales en nuestras calles y plazas. Por fortuna, permanecen en nuestra memoria, con encantadoras y sentimentales imágenes que, en muchas circunstancias, tienen nombres y apellidos. Nos hablan y recuerdan, con afecto y respeto, no exento de curiosidad, acerca de otros tiempos y épocas, ni mejores ni peores, sólo diferentes, en el recorrido de nuestras vidas. Resulta interesante y útil recordarlas, para tratar de explicarnos mejor el presente y tratar de mejorar los tiempos que han de venir. -

 

José Luis Casado Toro

Octubre 2021


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