El
glicocálix endotelial es similar a una capa suave de terciopelo que cubre
internamente todas las arterias y venas del cuerpo.
(Artículo
elaborado por Joan Josep Cerdá Pino, Antonio Cerrato Casado, Carles Bona Casas
y Joan Masso, profesores de la Universidad de Les Illes Balears y publicado por
la revista digital The Conversation).
Este
artículo resultó ganador del II
Concurso de Divulgación Científica de la Universitat
de les Illes Balears.
Por
sorprendente que pueda parecer, todos nosotros, incluidos los más gélidos y
duros, tenemos dentro un romántico sempiterno que día y noche nos acaricia y
protege incansablemente hasta el más pequeño e íntimo de nuestros rincones, un
desconocido para la mayoría, pero sin el cual no podríamos vivir: el glicocálix
endotelial.
Detrás
de estas dos palabras se encuentra un órgano cuya existencia fue confirmada en
mamíferos poco antes de que el hombre llegara a la Luna. Este órgano, en un
adulto humano, pesa tanto como su cerebro: aproximadamente 1,4 kilogramos. Si
se desplegara por completo, cubriría tres canchas de baloncesto.
Lo
que lo diferencia de otros órganos es que no se encuentra en ningún lugar
específico del cuerpo. Por el contrario, está en todas partes, en contacto
directo con la sangre. Es similar a una capa suave de terciopelo que cubre
internamente todas las arterias y venas del cuerpo. Desde las más grandes hasta
los microcapilares (vasos sanguíneos) más diminutos.
El
grueso de este abrigo de terciopelo que todos llevamos dentro oscila entre una
milésima y una diez milésima parte de un milímetro (entre 0,1 y 1,0
micrómetros).
Un
órgano aparentemente inexistente sin el que no podríamos vivir
Pero
no se dejen engañar por su tamaño. Aunque pueda parecer una nimiedad como para
considerarlo un órgano vital, el glicocálix endotelial cumple diversas misiones
de importancia
crucial.
En
primer lugar, hace de barrera selectiva dejando pasar solo ciertas moléculas
desde la sangre hacia el resto del cuerpo y nos protege contra la pérdida de
fluidos (edemas). También sirve de capa lubricante para transportar los glóbulos
rojos. En el caso de los microcapilares es especialmente importante, ya que su
apertura puede ser menor que el tamaño del propio glóbulo rojo.
Además,
previene la erosión de las paredes de las venas y las arterias y evita, en gran
medida, que otras partículas que fluyen por la sangre se adhieran, provocando
coágulos y obstrucciones. Por otra parte, mediante la captura de ciertas
moléculas, controla la aparición de trombosis, inflamaciones y estrés
oxidativo.
Otra
función esencial del glicocálix es enviar información al exterior de las
células que forman parte de las paredes de los vasos sanguíneos (endotelios),
para que modifiquen su forma, tamaño y otras propiedades. Esto lo consigue a
través de las fuerzas que ejerce la sangre sobre él. Así el transporte de la
sangre es el óptimo en todo momento y circunstancia. Además, el glicocálix
también interviene en la regulación del crecimiento y la migración de estas
células endoteliales a lo largo del cuerpo.
Enfermedades
ligadas a la ausencia del glicocálix
El papel vital del
glicocálix se pone de manifiesto cuando este recubrimiento desaparece en parte
o totalmente. Cuando esto sucede, la aterosclerosis (acumulación
de grasas, colesterol y otras sustancias dentro de las arterias y sobre sus
paredes) se inicia rápidamente y las placas de ateroma bloquean con rapidez el
paso de la sangre.
También
se ha relacionado su pérdida con los ictus cerebrales, la hipertensión, la
preeclampsia y las infecciones bacterianas más graves. Algunas bacterias
producen toxinas que deterioran el glicocálix como estrategia para poder campar
a sus anchas por todos y cada uno de los rincones del cuerpo humano.
Investigaciones hechas
en 2019 han constatado que, en el caso de contraer la malaria, si el glicocálix
se deteriora, las probabilidades del paciente de sobrevivir disminuyen de
manera drástica.
Por
otro lado, el glicocálix juega un papel muy importante en el crecimiento y la
migración de las células tumorales (metástasis), según estudios recientes.
Asimismo, indicios
muy sólidos apuntan que muchas de las
complicaciones que van apareciendo en el tiempo con la diabetes provienen del
hecho de que la enfermedad deteriora significativamente el glicocálix de los
microcapilares. Algunos ejemplos de ello son las lesiones oculares que pueden
acabar en ceguera, lesiones en riñones, lesiones en los nervios y pequeños
vasos que pueden conducir al pie diabético y a la gangrena.
Desconocido
y vital a partes iguales
Así,
el glicocálix se ha convertido en una diana terapéutica a tener en cuenta en
investigaciones dirigidas a curar o aliviar las complicaciones de ciertas
enfermedades que fustigan a la humanidad.
Pero,
a pesar del interés generado, el gran problema es que, cincuenta y cinco años
después del descubrimiento de glicocálix en los mamíferos, sigue siendo un gran
desconocido en muchos aspectos.
El
menosprecio inicial a su importancia, su fragilidad, su pequeño tamaño y el
hecho de que observarlo en acción es muy difícil en estudios en vivo son
factores que han contribuido a que hoy en día existan lagunas de conocimiento
muy importantes sobre su funcionamiento. Tampoco conocemos los mecanismos
asociados a su enfermedad y cómo provoca disrupciones en el resto del cuerpo.
Estas
deficiencias hacen que los avances médicos que se producen sean más el
resultado del lento proceso de aprendizaje por ensayo y error que una
investigación estimulada por una comprensión fundamental de este órgano tan
complejo. Sin duda, conocer mejor cómo funciona el complejo glicocálix
contribuiría a acelerar de manera sustancial los avances médicos.
Observación
del glicocálix por simulación computacional
En
la Universidad de Baleares (UIB), en nuestro
grupo de investigación de Física Computacional Avanzada nos
hemos propuesto mejorar el conocimiento que se tiene sobre el glicocálix y las
enfermedades asociadas.
Dada
la dificultad de estudiar y extraer conclusiones de estudios en vivo, hemos
decidido dirigir el problema mediante simulaciones numéricas. Estas permitirían
modelar con gran detalle cómo se comporta el glicocálix cuando está sometido al
paso de un fluido similar a la sangre.
Para
conseguir este detallado modelo hecho por simulación computacional del
glicocálix, lo primero que hay que hacer es idear y construir nuevos
algoritmos. El objetivo es poder simular en un tiempo razonable estos sistemas
tan grandes y complicados, con todo el detalle necesario para obtener
resultados fidedignos y cuantitativos.
Esta
ha sido la primera
tarea llevada a cabo en nuestro proyecto ‘GLICOSIM’:
hemos conseguido las herramientas computacionales necesarias, que en breve
estarán también a disposición de otros grupos interesados, y con la ayuda de
estas estamos investigando con detalle dos fenómenos básicos, pero escasamente
entendidos.
El
primero es cómo el glicocálix modifica las propiedades de los fluidos y
glóbulos rojos que circulan por el interior de los microcapilares. El segundo,
el rol del glicocálix en el inicio de la formación de depósitos obstructivos en
los microcapilares.
Son
solo algunos pasos hacia el entendimiento total del glicocálix, pero que sin
duda nos acercarán a todos de manera firme hacia el objetivo final.
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