Existe una suave experiencia en volver a ver cine en un cine
de verano. Algo me empuja el ánimo a sentarme ante la pantalla del cine
Delicias de Córdoba, al aire libre, en este feroz julio en llamas. Es un gozo
que moviliza las láminas de la memoria y me trae recuerdos de una época en la
que hay más verdad en los sentidos que en la lógica.
Es la oscuridad la que me
lleva a aquellos días en los que al niño le surgían los primeros amores. Los
labios apretados de la jovencita que te besó, la mirada furtiva para tocar lo
imposible, la tempestad de besos en que se convirtieron los latidos de un
corazón desbocado, el crujir de las sillas, la nube de humo del cigarro de los
mayores, la lagrima cierta si el que llora es uno mismo, el encanto de ser adulto
porque lo importante te sucede ya en la madrugada.
Y
luego ella. Con la que fuimos infieles en la memoria y generosos en el olvido.
La madre como bayeta. Nunca te dije que aún recuerdo la luz de tu beso cuando
ibas a mi habitación. Nunca te dije que, cuando me levanto, siempre me golpeo
con una de las cuatro esquinitas que tiene mi cama. Nunca te dije que por la
mañana hay veces que siento la vida algo pesada, ya ves, y creo que es porque
he dado el estirón. Para ti fueron todos los "después" y todos los
"luego", la conversación del monosílabo y la distancia de la prisa.
Qué
tarde me he dado cuenta que, de las cosas que dejaba sin hacer, lo de menos era
la cama. Que siempre te dije nunca. Y nunca te dije siempre. Y es que vivimos en un lupanar de neones
y actuamos igual que esos despiadados que se van nada más descargar dejando la
cama tibia.
Te
dije que otro día en vez de hoy. Te dije que la comida estaba sosa en vez de
levantarme a por la sal. Sin embargo nunca te dije que fuiste la persona que me
enseñó el mar. Y la que me abrazó aquella primera vez que tuve miedo. La que
veló mis noches de fiebre, la que con mano entrañable extendía en mi pecho el
Vick VapoRub.
Recordaré a partir de
ahora el pasado que me queda por delante. Y aunque no te lo pueda dar, comeré
de ese pastel de doce letras donde diga lo que he venido a decirte: gracias
madre.
Nono Villalta, julio 2014
Muy buen escrito Nono. Empiezas por la nostalgia del cine de verano, sigues y terminas por esa madre a los casi todos mantenemos intacta en la memoria y los sentimientos. Enhorabuena y gracias por este refresco de verano.
ResponderEliminarEsperanza.
Como siempre, "me gustan tus reflexiones".
ResponderEliminarEstas escribiendo cada vez mejor,esto ha sido precioso enhorabuena¡¡¡¡¡ Un abrazo.Mª Victoria
ResponderEliminarCada dia me gusta mas lo que escribes,esto ha sido precioso,enhorabuena¡¡¡¡Mª Victoria.
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