26 marzo 2013

VIAJE A TIERRAS ONUBENSES


El quince de marzo amaneció fresco y soleado. A las ocho de la mañana, un grupo de mayores amigos de la Universidad de Málaga salimos en dos autocares por la Avenida de Andalucía hacia las tierras de Huelva. Desde la autovía veíamos el verdor luminoso de montañas y llanos.

Paramos en el Restaurante la Dehesa, donde desayunamos muy bien, y continuamos nuestra ruta. Hicimos una parada técnica y seguimos hacia la circunvalación de Sevilla atravesando el puente del Quinto Centenario.

Circulábamos cerca de Huelva por los puentes que cruzan las marismas de los ríos Tinto y Odiel para llegar a nuestro hotel, el Barceló Punta Umbría. Nos dieron las llaves de unas hermosas habitaciones, y en un espacioso comedor almorzamos lo que nos apeteció de un bien surtido buffet. Después, por un camino entre pinares salimos hacia Moguer.

Llegamos al pueblo y, en el recorrido peatonal por las calles del casco histórico, vimos azulejos con la imagen de Juan Ramón Jiménez y párrafos de Platero y yo y de otras de sus obras. En Moguer destacan tres plazas: la Plaza de la Coronación, donde hay un monumento de mármol de la Virgen Coronada; la Plaza de la Iglesia, con dos esculturas de su patrona, la Virgen de Montemayor, y la Parroquia de Nuestra Señora de la Granada, que fue reconstruida en barroco sevillano cuando la derribó el terremoto de Lisboa de 1755. Se salvó de ella sólo la torre mudéjar, de la que dice Juan Ramón: “La torre de Moguer de cerca parece una Giralda vista de lejos”, y la Plaza de Las Monjas, donde está un busto de Colón en bronce sobre una columna de mármol y el convento de Las Claras, un enorme edificio gótico mudéjar del siglo XIII, cercado por muros almenados. Tiene dos hermosos claustros y, delante del altar mayor de la iglesia, cinco sepulcros sobre los que se hallan las esculturas de la familia Portocarrero. La sillería del coro es de estilo nazarí. El convento fue fundado por Alfonso Jofre Tenorio para las monjas de familias nobles. La abadesa era tía de Fernando el Católico y Colón vino al convento a pedirle su intercesión ante los reyes para que le apoyaran en su proyecto de ir a las Indias.
Tras visitar el convento fuimos a la casa donde vivió el Nobel de Literatura de 1956, hoy museo de Zenobia y Juan Ramón. La guía nos explicó que el matrimonio cedió a esta fundación en su pueblo, todo lo que dejaron en su piso de Madrid cuando se marcharon al exilio. En los enseres íntimos, en los muebles y estanterías con los cuidados paquetes de sus trabajos y en los numerosos libros, sentía como si flotara el espíritu del escritor.
Dimos una vuelta por el pueblo en un tren turístico y volvimos al hotel. Cenamos en el buffet y nos fuimos a descansar en unas hermosas camas.

El día dieciséis salimos hacia las minas de Rio Tinto. Antes de llegar nos sorprendió un extraño paisaje formado por montículos de escorias. Vimos en el Museo Minero minerales y herramientas utilizadas en la mina en cada periodo de su historia. El guía nos contó que estas minas se conocen desde la Edad del Cobre, pero que fueron los romanos quienes desarrollaron su explotación de oro, plata, cobre y azufre utilizando a esclavos. Los almohades usaron los minerales para tintes y los ingleses las explotaron de 1873 a 1954. La época de la Company Limited fue la de mayor rendimiento. Los británicos trajeron la electricidad y la aplicaron a la extracción y transporte del mineral. Fundaron una colonia con sus costumbres y deportes e introdujeron el futbol en la comarca. Cerradas totalmente en 2001, en la actualidad sólo se explota para el turismo.

Bajamos a la mina por una galería protegida por troncos de eucaliptos hasta un lugar donde estaba inundada. Luego en un tren minero hicimos un recorrido bordeando el río Tinto que discurría con sus aguas rojas haciendo recodos. Desde el tren veíamos las excavaciones formadas por terrazas de rocas coloradas, grises, ocres… y las montañas de escorias de los minerales que daban al entorno un aspecto entre volcánico y lunar.

Volvimos al autocar para ir a Aracena y allí, tras un estupendo almuerzo en el Restaurante Casas, fuimos a pie a la Gruta de las Maravillas situada bajo el Cerro del Castillo. Aunque la gruta no es fácil de recorrer, por las caprichosas y diversas formas y colores de las estalagtitas y estalagmitas de sus salas y la transparencia de sus lagos, hace honor a su nombre. Cansados, pero satisfechos con lo visto, regresamos al hotel a cenar y a descansar.

El día diecisiete después del desayuno salimos hacia la Rábida. Paramos en la Punta del Sebo, entre el Tinto y el Odiel, para ver el Monumento a la Fe Descubridora representada por un franciscano. Al llegar al monasterio admiramos sus cuidados jardines en los que hay una escultura de Colón. Santa María de la Rábida es un hermoso edificio, blanco y sencillo, en el que el Padre Marchena puso a Colón en contacto con los hermanos Pinzón y otros marineros de la zona y se gestó la salida al Nuevo Mundo. La entrada está decorada con frescos de Daniel Vázquez Díaz alusivos al Descubrimiento y todos los techos tienen un artesonado precioso. En los laterales del claustro mudéjar se hallan las celdas, la biblioteca, con una copia de un mapamundi de Juan de la Cosa, y la Sala de Conferencias. En la segunda planta hay una exposición con las tres carabelas y una sala con banderas y arquetas de arenas de los países americanos. La iglesia tiene en el altar mayor una pequeña talla gótica de la Virgen de los Milagros.

En el autocar fuimos al Muelle de las Carabelas donde están sus réplicas y nos subimos en ellas. Al ver escenificadas escenas de la vida de abordo, es fácil recordar lo que nos explicaron en el colegio sobre las vicisitudes del Descubrimiento. Hay también en este lugar una recreación de un mercado medieval y de un poblado indígena, y en el edificio de entrada, armas y utensilios del siglo XV y arte nativo de los pueblos de América.

Al salir para el hotel a almorzar comenzó a llover. Comimos en el buffet, cargamos las maletas en el autocar y nos pusimos en ruta. La lluvia no cesó durante el camino. El paisaje luminoso de la ida era gris y triste al regreso. Paramos en Aguadulce y llegamos a Málaga oscureciendo. Al despedirnos, los compañeros quedamos en vernos en otro viaje.



Amalia Díaz
21 de marzo de 2013

Pinchando en este enlace se accede al albún de fotos : MOGUER-ARACENA-LA RABIDA


1 comentario:

  1. Querida Amalia: el viaje a tierras onubenses maravilloso; el Hotel Barceló Punta Umbría, fantástico; la comida suculenta; el pueblecito de Moguer con su trenecito, encantador; los azulejos con escritos de Platero y Yo por todo Moguer, muy instructivos; el tren minero de Río Tinto muy ingenioso; La Pinta, La Niña y la Santa María, ¡menudas carabelas!
    Pero cuando salí de La Gruta de las Maravillas, me quedé sin comentarios y salí un poco "jorobada ¿por qué sería…? Un abrazo, Maruja.

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