En mayo
En
mayo, atravesando el bosque al alba
me preguntaba dónde estabais, almas
de los muertos. Dónde estabais, jóvenes
desaparecidos, dónde estabais, del todo
transfigurados.
En
el bosque reinaba el gran silencio
y oía soñar las hojas verdes,
oía soñar a las cortezas, hechas para construir
barquitas, naves, velas.
Luego,
arrancó lentamente el gorjeo de los
pájaros, jilgueros, tordos y mirlos ocultos
en los balcones del ramaje; cada uno hablaba distinto,
con otra voz, sin pedir nada, sin
amargura ni pena.
Y
comprendí que en el canto estabais,
inalcanzables como la música, indiferentes como
notas, lejos de nosotros como nosotros
de nosotros mismos.
En: Poemas
escogidos
Adam
Zagajewski (Lwów, 21 de junio de 1945-Cracovia, 21 de marzo
de 2021). Poeta, novelista y ensayista polaco, miembro
de la generación del 68 de su país y uno de sus más famosos poetas.
Zagajewski es un poeta de una gran profundidad y de una
gran sabiduría, y sus poemas están empapados de claridad y de imágenes
sensuales que pueden atraer a todos. Creía en la memoria que reconcilia a los
vivos con los muertos, y en la música que sabe rescatarnos de la materialidad
de la vida.
Se convirtió en
algo así como una celebridad, cuando una semana después de los atentados del
11-S en Nueva York, la revista The New Yorker publicó uno de sus
poemas, “Intenta celebrar el mundo mutilado”.
Zagajewski es un poeta que ha sabido crear una poesía
meditativa que se inspira en los temas y en las imágenes más comunes de la vida
de los seres humanos. En su poesía abundan las vías del tren, las calles
empedradas, las avenidas de tilos, la hierba del otoño, los castaños en flor,
las pequeñas iglesias vacías, los aeropuertos, los gatos callejeros o las
ciudades al amanecer, cuando no pertenecen a nadie ni tienen aún un nombre por
el que puedan ser llamadas. Y sus temas son los temas de siempre, los
temas sobre los que escribía Safo hace 2500 años y sobre los que escribirán los
poetas del siglo XXIII.
Cuando empezó a escribir, en los años 60, Zagajewski
creía que la poesía debía ser una muestra de rebeldía que luchara contra la
tiranía. Poco a poco aprendió a cambiar de opinión, y cuando se exilió de
Polonia en los años 80 y se fue a vivir a París y a Estados Unidos –donde se
ganó la vida dando clases en la universidad empezó a pensar que la poesía debía
ser celebración y agradecimiento mucho más que protesta y rebeldía.
Le fue concedido el Premio Princesa de Asturias de las
Letras en 2017.
Algunas de sus obras que se han traducido al castellano
son: “En la belleza ajena”, “Tierra de fuego”, “En defensa del fervor”, “Poemas
escogidos, (antología)”, “Deseo”, “Dos
ciudades”, “Antenas”, “Solidaridad y soledad”,
“Mano invisible” y “Asimetría”.
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