Todas
las ciudades, sean grandes o pequeñas, poseen numerosos espacios públicos a los
que podemos lustrar con ese grato calificativo de “lugares
con encanto”. Esta plástica y bella cualidad es percibida, también es
gozada, por aquellos naturales o foráneos, dotados con esa especial capacidad
para captar y disfrutar de ese grato espectáculo sensitivo, que realza nuestro
ánimo e ilumina la imaginación con la realidad de las cosas hermosas.
Málaga también está dotada de muchos “rincones”
que añaden a su indudable belleza ese embrujo indefinible que cautiva y
alimenta nuestro ensueño. Todo es opinable, desde luego, pero hay que afirmar
que uno de esos encantadores lugares es la Plaza de
la Merced. Este céntrico, no demasiado grande y cuadrangular lugar, está
ubicado en una de las antiguas salidas históricas de la ciudad, con dirección
hacia el norte: “la puerta de Granada”. En su subsuelo, a no dudar, habrá
restos y cimentaciones de la gran muralla que seguía por lo que hoy es Álamos y
Carretería, con numerosos trozos del recio paramento pétreo en esta arteria
viaria e incluso en el Pasillo de Santa Isabel (sótanos del Hotel Vincci Posada
del Patio).
Esta
coqueta y acogedora placita, así llamada por el antiguo convento e Iglesia de
la Merced, incendiada en los luctuosos sucesos de la Guerra Civil española
(1936-39) es un óptimo lugar para el descanso, el paseo y los alegres juegos
infantiles, elementos relacionales todos ellos que vitalizan la feliz
convivencia. Su perímetro cuadrangular acoge numerosos bancos de piedra y
madera, además de un frondoso arbolado para la sombra en el estío, espectacular
riqueza vegetal de jacarandas y acacias de Constantinopla. En su centro
poligonal se erige, con osada elegancia, un obelisco funerario en honor del general liberal José María Torrijos y sus 48 compañeros,
luchadores por la libertad, que murieron fusilados (1831) en la playa de San
Andrés, barriada del Bulto, en tiempos del absolutista rey borbón Fernando VII (“el Deseado”, “el rey Felón” (1808,
1814-33). En la cripta de este monumento se encuentran los restos de estos
luchadores contra la vil opresión.
Podemos
dibujar en nuestros recuerdos infantiles, unas seis décadas de distancia, que
este lúdico y romántico espacio relacional, también integraba un atractivo
núcleo cinematográfico de incuestionable valor. En tan solo unos metros de
distancia, funcionaban tres emblemáticas salas de cine, en las que se
proyectaban populares e importantes películas que mucho satisfacían a los
buenos aficionados al “séptimo arte”. Estos cines se ubicaban en la zona este,
cerrando ese lateral de la plaza: Victoria
(1913 – 1986), Astoria (1966 – 2004) y
paralelo a esos dos, con calle de por medio, el Andalucía
(1958 – 2005). Esta importantísima base cultural la completaban otras dos
cercanas salas: el cine Albéniz (1945 - ) y el magno “coliseo” del teatro/cine
Cervantes (1869 - ) salas que
afortunadamente aún siguen latiendo, bajo la propiedad municipal. Las películas
de Hollywood, junto al mejor cine español iluminaba estas pantallas para la
imaginación, el goce, la aventura del viejo oeste americano, la intriga, el
miedo, las risas, las sonrisas y las lágrimas, etc. todo en fraternal empatía y
connivencia entre espectadores y actores. Precisamente, en el Victoria, muchos
niños nos sentimos hermanados en el disfrute con las divertidas historias
protagonizadas por esa malagueña ilustre, Josefa Flores González, la
encantadora Marisol (1948 - ) que
precisamente había nacido y vivido unos metros más allá, al noroeste de la
plaza, en el nº 10 de la calle Refino.
La
plaza de la Merced se ornaba con esos “templos” para la cultura que tan bien
vitalizaban el ánimo y dinamizaban nuestro quehacer. Pero el avance del vídeo,
la omnipresente televisión, la maravillosa revolución de Internet, fue minando
la contabilidad de estas “mágicas” empresas y en diferentes momentos estos tres añorados cines fueron cerrando sus puertas,
sometiéndose al capitalista imperio de la especulación urbanística. Lo que
resulta asombroso y también desalentador es que desde 1986, 2004 y 2005, cuando
esos edificios cinematográficos cierran sus puertas, sus viejos edificios han
ido dormitando hasta que llegó el derribo con la acción de la piqueta. Todavía
hoy, mayo de 2023, sus solares permanecen mirando al cielo de las nubes y las
estrellas, esperando una inteligente solución constructiva, que las
controversias administrativas no ha hecho “todavía” posible. El gran solar del
Victoria y el Astoria fue adquirido por el municipio, pagando a sus propietarios
21 millones de euros. En cuanto al Andalucía, también ahora ya un terrizo
solar, ha sido adquirido por un inversor catalán, parece ser con el objetivo de
construir un hotel. Están vallados, eso sí, pero en el erial de sus suelos, la
polémica permanece acerca de qué hacer en el amplio espacio del
Astoria/Victoria. ¡Incluso se pensó en construir un ¡auditorio “subterráneo” en
el subsuelo! aunque el destino final parece que van a ser unos salones
culturales para las diversas artes.
Hay
posicionamientos políticos y ciudadanos que, razonablemente, defienden que esa
gran área solar del Astoria/Victoria debería servir para ampliar la romántica, histórica y coqueta Plaza de la
Merced. Con ello se la dotaría de muchos más metros cuadrados, con
interesantes y atrayentes zonas ajardinadas. La ubicación de la Plaza, muy próxima a importantes zonas monumentales, como
el Teatro Romano, la Alcazaba, el neoclásico edificio del Museo de Málaga
(antigua Aduana) el Museo Picasso, la Casa Natal del inmortal pintor (mirando a
la Plaza, en la que vio la luz de la vida y en donde vivió y jugó hasta los
tres años) y siempre cerca del magno monumento religioso, renacentista y
barroco, de la Santa Iglesia Catedral, convertiría a toda la zona en un sublime
“barrio” cultural, para niños, jóvenes, adultos y mayores, en el que una gran
Plaza de la Merced articularía la vida relacional de los ciudadanos malagueños
y visitantes foráneos.
Pero
si reflexionamos y observamos algunos otros
espacios de la ciudad, las dudas, los engaños y las frustraciones
ensombrecen tozudamente nuestras siempre “inagotables” ilusiones: el antiguo e
inexplicable abandono de los Baños del Carmen (ahora
parece que hay un nuevo proyecto de regeneración ¿uno más?), el todavía
inexistente gran Auditorio de Málaga, la
desalentadora y degradada imagen del barrio de
Lagunillas (también a pocos metros de la Plaza de la Merced) la
desaparición lamentable de la antigua Coracha,
el “supuesto” soterramiento del “Paseo” de los
Curas, la “historia interminable” del cauce
del Guadalmedina, los terrenos especulativos de la antigua Repsol, la mil veces frustrada
continuación del tren litoral desde Fuengirola a
Estepona a Algeciras… mejor no seguir. Tal vez sea más inteligente
darnos un enriquecedor paseo para los sentidos, por esa romántica Plaza de la
Merced. Sentados en algunos de sus bancos, gozaremos de sus lúdicos e
imaginativos latidos, viendo crecer y atardecer las vidas de todos aquellos
que, con sutileza y civismo, saben disfrutar de su hospitalario y poético
entorno. –
José
L. Casado Toro
Mayo
2023
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