Artículo de Mercedes Sotos Prieto, Investigadora
Ramón y Cajal (Epidemióloga nutricional). Medicina Preventiva y Salud Pública.
Universidad Autónoma de Madrid. Profesora Adjunta de la Escuela de Salud
Pública de Havard, IMDEA ALIMENTACIÓN
A
menudo solemos pensar de manera inconsciente que los vegetarianos o quienes
siguen una dieta basada en alimentos de origen vegetal son más sanos que el
resto. Pero ojo, esto no es necesariamente así. Las bebidas azucaradas, los
cereales refinados o las patatas de bolsa son productos de origen vegetal, y su
consumo entraña riesgos para la salud.
Comparar
simplemente una persona vegetariana con otra que no lo es resulta muy
reduccionista. Veamos qué dice la ciencia al respecto.
Alimentos ricos y con fundamento
Varios
estudios han mostrado que las personas que excluyen alimentos de origen animal
de manera total (como en la dieta vegana) o parcial (como en la dieta
ovolactovegetariana) tienen un menor riesgo de morir comparado con quienes incorporan habitualmente
esos productos en su plato. Por esta razón, se ha intentado promover en la
población el consumo de alimentos vegetales.
Pero
¿son todos válidos? La respuesta es un rotundo no. Hay que seleccionar aquellos
de alta calidad nutricional. ¿Y cuáles podemos clasificar como tales? No hace
falta buscar productos estrambóticos, con nombres sofisticados, ni
excesivamente caros.
Las
lentejas, los garbanzos y las alubias entran dentro de esta categoría, además
de otros como cereales integrales (pan integral a ser posible al 100 %,
arroz integral o pasta integral), frutas, verduras locales y de temporada o
frutos secos sin sal ni azúcar añadido.
Un
obvio y poderoso obstáculo evita que nos decantemos, como primera elección, por
una dieta basada en vegetales: renunciar al consumo de alimentos de origen
animal simplemente no es del gusto de todos.
Sin
embargo, incluir en el menú más alimentos vegetales de alta calidad nutricional
y menos de baja calidad (bebidas azucaradas, bollería…), además de
reducir la proporción de la comida de origen animal (sin necesidad de renunciar
a ella por completo), se asocia con un riesgo 14 % menor de morir y hasta el
37 % menor de fallecer por una causa cardiovascular en la población
española. También disminuyen las probabilidades de
sufrir diabetes, ictus, enfermedades coronarias o cáncer.
Por
el contrario, llevarnos a la boca un alto porcentaje de alimentos vegetales de
baja calidad, incluso si se consumen pocos procedentes de animales, no ofrece
ningún beneficio. De hecho, incluso podría ser contraproducente.
Apta para todos los públicos
Las guías alimentarias de Estados Unidos y las recién publicadas por la Agencia Española de Seguridad
Alimentaria y Nutrición recomiendan
seguir una dieta basada en alimentos de origen vegetal a todas las personas.
Es
más, algunos estudios han mostrado que, lejos de las falsas creencias sobre
supuestas deficiencias nutricionales en las personas mayores, su consumo está
asociado con menor riesgo de fragilidad en
ese grupo poblacional.
La salud del planeta también lo agradecerá
Debido
al cambio climático, la producción de alimentos con grandes requerimientos de
agua y tierra pondrá gran presión sobre los limitados recursos naturales de los
que disponemos, amenazando la seguridad alimentaria de millones de personas. De
hecho, el sistema alimentario es uno de los sectores que más recursos naturales emplea y más contaminante resulta para el medio
ambiente.
La comisión EAT-Lancet estableció en 2019 recomendaciones dietéticas
que tenían en cuenta la salud y el medio ambiente. Solo en España, por ejemplo,
una alimentación con estas características evitaría más de 80 000 muertes
anuales, reduciría alrededor de un 70 % la emisión de gases con efecto
invernadero (responsable del cambio climático) y entre un 25 % y un
55 % el uso de diversos recursos naturales.
Por
tanto, dietas ricas en productos con menores requerimientos de esos recursos
–por ejemplo, los de origen vegetal– aliviarán también la presión sobre el planeta,
contribuyendo a que las generaciones presentes y futuras no sufran inseguridad
alimentaria.
En definitiva, por su salud, por el planeta, por todos, haga elecciones de calidad y responsables. Elija alimentos de origen vegetal de alta calidad nutricional en detrimento de los que no lo son. Disminuya progresivamente el consumo de alimentos de procedencia animal, especialmente de carnes rojas y procesadas. Y, sobre todo, recuerde que cambios graduales, aunque pequeños, tienen un gran impacto a largo plazo.
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