16 febrero 2016

ELLA

Ella tenía 98 años y tres meses.
Ella era ni alta ni baja, ni gorda ni flaca, con una vitalidad sin límites y con un pelo tan blanco como la nieve.
Hasta sus 87 años vivió sola, autónoma, autárquica y autosuficiente, en su casa grande del pueblo.
Pero ese mismo día nos comunicó que deseaba ingresar en una Residencia de Mayores.
Buscamos por toda Salamanca y optamos por la que nos pareció la mejor.
El mismo día en que cumplía los 88 años, en un mal movimiento, se rompió la segunda cadera, por lo que se le implantó una nueva prótesis.
Tres días con el andador, tres días con una muleta y, a la semana andaba sola, sin ayuda, por la residencia, ante el estupor del médico y de las enfermeras.
Nos dijo muchas veces que por qué no se habría decidido unos cuantos años antes.
La víspera de los Reyes le escribí una carta a Sus Majestades pidiéndole sólo DOS cosas: 1.- Que no me trajeran nada, que un jubilado necesita, ya, pocas cosas; y 2.- Que no me quitaran nada de lo que tenía.
El mismo día de Reyes la tuvimos que ingresar por una infección y una insuficiencia respiratoria.
Se recuperó y volvió a su Residencia.
Pero fue el comienzo del fin.
La muerte fue agrandando el agujero por el que la vida se le salía a chorros.
Y sufría.
Ella pidiéndole a Dios que se la llevara ya, al “valle de Josafat” para reunirse con su madre (mi abuela), con su esposo (mi padre) y con sus dos hijos: la mayor, Mari (mi hermana) y el pequeño, José Luis (mi hermano).
También nosotros pedíamos que acabara ya ese martirio inútil y que iba prolongándose sin sentido.
Pero nuestras súplicas no fueron atendidas.
Ella ya tenía el cupo lleno.
Los 20 días de propina estuvieron de más.
El día 25 de este mes de Enero la enterramos en su panteón, en el pueblo.

Se llamaba Eugenia (la “bien nacida”)
Era mi madre.

Tomás Morales Cañedo.



1 comentario:

  1. Tomás, tus conmovedoras palabras son el mejor de los homenajes a tu querida madre. Cuando perdemos a "mamá", por muy mayores que seamos, es cuando nos sentimos huérfanos de verdad, pero seguro que sus buenos recuerdos y consejos siempre estarán contigo. Un fuerte abrazo.
    Esperanza.

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