18 febrero 2016

DENTISTAS



He leído con curiosidad en una de esas revistas que se encuentran en la salita de espera del dentista una encuesta, según la cual, los profesionales sanitarios de mayor atractivo erótico para las mujeres son los dentistas, los psiquiatras y los ginecólogos, por este orden. Cabría pensar que en las dos últimas especialidades, la causa de su atractivo podría estar en la proximidad a lo íntimo que el ejercicio de su profesión requiere. Pues no es así. Es el odontólogo, según los sondeos efectuados, quien bate a los demás.

 ¿Qué razones existen para ello? Puede ser porque el odontólogo se abalanza sobre el cuerpo de la mujer, que se ve obligada a abrir y hasta ofrecer su boca ante el poderío del médico, del que solo aprecia su cercana respiración y los antebrazos velludos de atleta que ejercita en las extracciones. Esa mezcla de proximidad y lejanía se traduce en un mensaje en la mirada queriendo decirle: «estoy segura que no me harás daño». Es el instante en el que se convierte en intermediario oficial entre la vida y la muerte, el dolor y la curación, la felicidad y la desdicha, llegando a tener tanta influencia sobre el paciente que más allá de dictarle el diagnóstico como una sentencia y prescribirle los posibles remedios, es capaz de imbuirle un estado de ánimo tal que el enfermo sana o empeora inmediatamente, se siente optimista o derrotista en un instante. Ni los rezos a Santa Apolonia, patrona de los dentistas, conseguirían mejorar el estado de ánimo ante una extracción.

  Tumbada en el sillón, sin saber dónde colocar las manos, tal vez oyendo la canción de Serrat Penélope, deja volar su imaginación ante el bronceado, apuesto, con pelo negro ondulado doctor quien con un dulce susurro le repite cadenciosamente al oído: «¿duele?»  

 Y es que la boca constituye el primer órgano de contacto con el mundo y a través de ella el nuevo ser obtiene la primera experiencia de sí mismo, que indeleblemente permanecerá como núcleo central en la estructura de la personalidad futura. Es en la boca donde estamos representados íntegramente.

Es pues, la boca, el asiento psicológico de las primeras necesidades fisiológicas y gratificaciones emocionales, Con ella se toma el gusto al mundo que nos rodea, la que nos provee de las primeras sensaciones de seguridad, placer, satisfacción y éxito. Por lo mismo es comprensible la dificultad de exponer esta zona del cuerpo tan íntima a otra persona, que en muchos casos es un desconocido. Es por ello que el doctor trata de seducir con el color. Por lo que su atuendo es azul y de tonalidad suave. La sensación de sosiego que este color procura, parece ser el secreto de su éxito. Así vestidos aparecen amables, no invasivos, amigos mansos como las píldoras sedantes que también, a menudo, adoptan el color azul pálido, momento en el que la paciente bajo la ensoñación que le procura la anestesia bucal podría decir como Ingrid Bergman en Casablanca: “El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”.


Nono Villalta, febrero 2016




1 comentario:

  1. Querido Nono: me encantaría saber quién es el inquisidor periodista que ha realizado esa encuesta y qué tampoco conoce a las mujeres. Si no tuviéramos que sonreírle de vez en cuando a nuestra pareja para que todo vaya bien y, traer hijos al mundo; tengo la plena seguridad que sobre “nuestras bocas” no se abalanzaba ni el mismísimo Humphrey Bogart vestido de ese azul tan suave.
    Un abrazo.

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