03 mayo 2013

EL ARTE PARA INNOVARSE


¡Ah, que tragedia!  Esto debe ser para las Empresas,  pues  es de lo que más se oye y además todo apunta a que es  motor de desarrollo económico;  a  veces se tiene la creencia que las personas  capaces de hacerlo, son aquellas  que cuentan con una mejor predisposición  o que sencillamente cuentan con la aptitud y mentalidad necesaria para lograrlo.
Tanto  en las empresas  como en nuestra vida personal se toman decisiones de distinta índole, en las que algunas veces erramos y en otras acertamos.  Los logros refuerzan nuestra seguridad y nuestra capacidad de decisión,  los fracasos, nuestro aprendizaje diario.
Es preciso aprender a innovarse a sí mismo,  la mayoría de nosotros nos sentimos desconectados de nuestro verdadero yo, y,  ¿qué es lo que impide a la persona llegar a su verdadero ser, tanto como individuo o como miembro de la comunidad?  ¡El miedo!. Si, presente de diversas  formas: miedo a perder la vida, miedo a perder dinero y miedo a perder el  status o el poder.
Estos miedos  impiden  realizar el único potencial existente que tenemos: “sólo vivimos una vez”, Igualmente nos impiden salir de la zona de comodidad, tendemos a la seguridad de lo conocido  y esa actitud nos impide realizarnos. Cuando decimos “voy a hacer esto” y no lo hacemos, contrariamos físicamente nuestro cerebro.
A veces tenemos que tomarnos un tiempo de reflexión y comenzar un proceso de innovación para buscar otros caminos. Debemos desprendernos y desarraigarnos de ciertas cosas y recuerdos que nos mantienen estancados e inamovibles.

Como dijo Confucio: “Quien pretenda una felicidad y  sabiduría constantes, deberá acomodarse a frecuentes cambios”.

La vida está sabiamente equilibrada en torno a cuatro valores: lo espiritual, lo mental, lo social y lo físico. Por eso, lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.
Cuán acertado estaba D. Santiago Ramón y Cajal (Premio Nobel de Literatura en 1906) cuando dijo: “Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”.
Y como es sabido, el cambio presupone un tributo frente al malestar de romper y cortar con lo habitual. ¿Por qué algunas empresas son capaces de innovar  y nosotros ni lo intentamos?  A los veinte años la revolución es imprescindible, a los veinticinco  necesaria y a los 30 un error de juventud.  No digo nada de los 60 en adelante… ya bastante maduritos.
Fue el filósofo y escritor español  Unamuno, quien selló la frase: “el progreso consiste en renovarse”. Posteriormente el pueblo hizo suyo el refrán  “renovarse o morir”. 
Cabe recordar que sólo las especies que mejor se adaptan al cambio acaban sobreviviendo. La vida es un aprendizaje continuo y un innovar permanente. Solemos conservar lo que tenemos, aunque sea rutina y no nos satisfaga.  Todo es cuestión de actitud, …como todo en esta vida.
Para terminar, y como a veces nos gusta amargarnos la vida, vamos a recordar unos “consejos” para lograrlo,  (entiéndanse  al revés,  por favor):
 1. CRÉATE PROBLEMAS. Si no tienes bastante con los tuyos, asume los de los demás. Esto es sólo una forma de huir de la realidad y de ti mismo.
2. TÚ TIENES LA RAZÓN. Amargarse la vida a propósito es un arte que se aprende. Para hacerlo piensa que todo es blanco o negro y que sólo existe una verdad absoluta: la tuya.
3. VIVA LA OBSESIÓN. Elige algo que se te haya quedado marcado y repítelo en tu mente una y otra vez, hasta que sólo vivas para pensar en eso.
4. PIENSA SÓLO EN EL FUTURO. Aplaza los placeres y la alegría pensando que en el futuro todo irá mejor. Confórmate con lo malo conocido y no pruebes lo bueno por conocer.
5. NUNCA TE PERDONES.  Si es difícil perdonar a los demás, perdonarse a uno mismo es mucho más complicado, así que no te esfuerces en conseguirlo.

Juan Fernández Pacheco – Abril  2.013



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