11 febrero 2013

TODOS NO SON IGUALES..., CREO.

En esta marejada política a la que estamos asistiendo, con informaciones periodísticas que de ser ciertas le ponen al sufrido ciudadano los “pelos como escarpias”, se ha dado a conocer el último sondeo del C.I.S.

En él queda patente el desapego, la indignación hacia la clase política en general –ningún partido se libra- de forma manifiesta y preocupante.

“¡Incompetentes!“.“Todos son unos chorizos”. “Los mismos perros con distintos collares”. ¡Aquí no se salva nadie”. ¡Asco de país!” Hay expresiones mucho más duras que no veo necesario repetir.

Los sectarios –que existen y no pocos- señalan con el dedo los distintos puntos cardinales donde se han producido los casos más clamorosos de corrupción, siempre en sentido contrario a la suya. Y hay quienes organizan reuniones contra la podredumbre y el olor que ellos mismos despiden es de una fetidez insoportable. El cuadro es muy variado y bastante tenebrista. Y el doloroso resumen de esta situación se concreta en una frase que escucho ahora con frecuencia y que a mí, particularmente, me asusta. “Todos son iguales”. Y si esto fuera cierto, ¿qué hacemos? ¿los suprimimos? ¿organizamos un concurso en televisión para elegir al “caudillo” más apañado que nos represente en Bruselas al grito de “Santiago y cierra España”?
Yo quiero creer que no todos los políticos son iguales. Y que los hay valiosos y, además, honrados. Lo que falla es el sistema de elección que emplean los partidos. No se tienen en cuenta a los mejores, sino a los que mejor se pliegan a la dictadura del aparato. Alfonso Guerra, sobre esta cuestión, hizo todo un tratado en una sola frase: “El que se mueva, no sale en la foto”.

Como ejemplo de esta creencia mía, quiero comentar una noticia que apenas ha tenido relieve en la prensa nacional. La concesión del premio al mejor Alcalde del mundo a Iñaki Azkuna, primer edil del Ayuntamiento de Bilbao.

La distinción, por lo universal y grandilocuente, bien podría parecer una “bilbainada”. Ya sabemos como se las gastan en mi tierra a este respecto. Pero hay que decir que Iñaki Azcuna ha sido elegido entre novecientos alcaldes de ciudades prestigiosas, y han considerado que reúne todas las cualidades exigidas para el premio. Capacidad, visión, entrega, buena administración de los recursos, honestidad y algo prioritario: anteponer los intereses de sus ciudadanos y tratar de ofrecerles la mejor calidad de vida posible. Y además, en los tiempos de bonanza entendió que había que “limpiarse” de deudas para poder afrontar mejor “las vacas flacas”, cuando llegaran.

Una ciudad en manifiesto declive industrial, sucia y gris –la reconversión allí fue durísima-, ha sido transformada en una capital limpia y luminosa, con la proa del Guggenheim apuntando hacia el futuro, rescatando los hermosos edificios neoclásicos, antes cubiertos de hollín, y construyendo los más innovadores y vanguardistas, arquitectónicamente hablando. Y sobre todo, ganando espacios amplios y atrayentes para el disfrute de los “bilbainitos” de a pie. Un solo botón como muestra: los terrenos, muy cercanos al Ayuntamiento, donde se asentaban los famosos Altos Hornos de la Empresa Echevarría y que podían haber sido una mina de oro si se hubieran declarado urbanizables, se convirtieron en un hermoso parque público del que gozan los habitantes del “bocho”. Justo lo que han hecho otros Alcaldes, pero al revés. Hay más ejemplos, pero no intento avergonzar a otros.

No quiero extenderme más. El señor Azkuna, en las últimas elecciones municipales fue reelegido por cuarta vez. ¿Se entiende, verdad?


Mayte Tudea
Febrero2013




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