10 diciembre 2012

VIUDAS (*)


En cierta ocasión leí en la lápida de una mujer: «Atendió la casa e hiló» Me llamó la atención porque las de ahora han sustituido la casa al capricho de la tele, y no hilan ni cosen un botón. Puestas así las cosas lo que más hay que pedir en esta vida, y quizás en la otra, es que nos toque una buena viuda, yo diría que incluso más que una buena esposa. Y es que uno cada día teme más eso de morirse, sobre todo por cual de las dos clases de viuda te va a tocar: la joven que quiere amor o la veterana que quiere liquidez económica. La historia está llena de ejemplos. La catalana Carmen Llera, viuda del escritor italiano Alberto Moravia, ha hecho de su braga un sayo hasta el extremo de defender a Strauss-Kahn con estas palabras: "Ama el sexo ¿y que?". Lo de la viuda de Alberti, María Asunción Mateo, ha sido un duelo de intereses constante; con el poco tiempo que convivió con él no para de dar conferencias sobre la vida del muerto. María Kodama, viuda de Borges, paseó por el mundo la momia arrabalera, dandy y cursi del marido hasta que se murió y heredó y así podría relatar otros muchos casos. Es la venganza de las grandes viudas.

Lo que más se parece a la muerte es una ausencia interminable, de ahí que una ausencia intermitente puede brindar más vida. Y esto lo saben las viudas españolas que son notoriamente las mejores. Tratan de convertir lo eterno en esporádico, para ello recuerdan al marido constantemente y a ser posible en público como si cada día hablaran con él desde la distancia: «mi Juan decía, Pepe cantaba, mi marido era…» Y es que todos los amantes se abrillantan con la ansiedad de la distancia mientras se deterioran con la erosión de la cercanía. Cualquier pareja que se reúna sólo de vez en cuando convierte automáticamente esos días en días festivos. De modo que para amarse, aparte de otros ingredientes, una sensible dosis de ausencia es importante. Hay que saberla introducir con tino pero en esa proporción exacta crece la veta feliz. No hay más paraísos que los perdidos. Y la ausencia es la primera generadora de esta gran especialidad, esto lo saben magníficamente las viudas. Es por esto que en medio de la insoportable mediocridad en que vivimos aparece majestuosa la mujer viuda, hermosa, seductora, tentadora, dulce, sabia (con tanto por enseñar) y bondadosa ya que es ahí, en el tibio caldo de la bondad, donde más dulce se acaramelan y rebozan sus verdades. Mujeres, en definitiva, con las que hasta la lascivia deja de ser pecaminosa para convertirse en un acto bello.

Dios nos depare no una buena muerte, que no las hay, sino una buena viuda, que abundan generosamente.


Nono Villalta, diciembre 2012
 Para Maruchi C.R. la sonrisa de AMADUMA



5 comentarios:

  1. Amigo Nono: “las de ahora”…, siguen atendiendo la casa, cosen botones cuando se caen de su lugar, atienden a los hijos y al posible viudo y, cómo le han salido alas para volar, también van a la Universidad, oyen música, aprenden informática, pintan, escriben, leen bastante, visitan bibliotecas…
    Creo, que los esposos de ahora si se quedaran viudos, nos iban a echar mucho de menos porque somos todo terreno.
    Para Maruchi, mi más cariñoso respeto hacía ella; es de las nuestra. Pero para ti, mi más sentido pésame como te quedes viudo porque como lean lo que has escrito en el blog, no te va a salir ni una pretendienta.
    Besos, Maruja

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  2. Yo, aunque soy agnóstico, rezo para que mi mujer no se quede viuda.

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  3. Querido Nono: cuando un filósofo de la categoría de don Tomás Morales, agnóstico, reza para no quedarse viudo; esa señora es de las de ahora y debe valer un Potosí.
    Empieza ya tus oraciones porque la tuya, creo, que también vale mucho.
    Besos, Maruja.

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  4. Nono, este artículo de opinión tiene un alto porcentaje de misoginia que se aleja mucho de la habitual cercanía y comprensión hacia lo femenino que derrochas en tus escritos. Me recuerda a una costumbre ancestral de algunas tribus indígenas en las que la viuda del indio muerto debía ser enterrada con él, aunque estuviera viva.¿Qué más da tener una buena viuda? ¿Es que hasta desde el más allá la va a seguir controlando? Creo que muy al contrario, y si la quería bien, se alegrará de que haga todo lo que las obligaciones de esposa y madre, le hubieran impedido disfrutar hasta entonces y que siga creciendo como mujer y como persona, porque lo de viuda solo es un estado circunstancial.
    Creo que los comentarios de Maruja Quesada y Tomás Morales han estado sembrados, y añadiría de mi cosecha: ¡Me alegro, de momento, no ser ni siquiera aspirante a viuda! Un abrazo. Esperanza.

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  5. Esto de ser viuda, al parecer y según tu opinión se está poniendo muy dificil,seguro que la que se queda viuda por segunda o tercera vez lo hace cada vez mejor, menos mal que estamos en mayoria aunque yo no sea candidata. Ahora me preguntaría ¿qué ocurre con los viudos? pues hagamos una reflexión: Se buscaran raudos alguna buena mujer, ¡solo para que les ayude a soportar su pena! pero sobre eso nadie ha comenado nada, aunque sois una minoria creo que estaria bien que lo fuerais pensando, no sea que las buenas y pacientes esposas prefieran no tener que demostrar sus buenas cualidades de viuda y decidan enterrar al muerto antes de que muera, solo por no deja mal a los ajemplares maridos que las dejan solas, con media pension y abandonadas. En fin creo que es un tema que da para mucho.
    Con mi cariño

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