23 noviembre 2012

LARGAS VACACIONES


Se escucha por megafonía la llegada del último tren con las rezagadas que se marcharon de vacaciones sin autorización. Creía ser la única que esperaba a su invitada especial pero he visto muchas cabezas elevándose como periscopios que anhelan encontrar el final de su desazón.

Los vagones no llegaron vacíos, sino repletos de etéreas ninfas de melenas rizadas, onduladas o con alisado japonés. Parecía la pasarela del último número de Vogue. Las había con ropajes medievales, túnicas griegas o romanas. Otras más cercanas y vestidas con atuendos cosmopolitas. Con ojos de expresión suave o enigmáticos como los de Cleopatra.

Extrañamente todas hablaban el mismo idioma. Reían y bromeaban sabiéndose poseedoras de uno de los bienes más preciados, e inalterable a los vaivenes del mercado bursátil.

No tienen prisa por calmar la ansiedad de quienes las esperábamos. Deseadas y altivas se dejan querer y se hacen de rogar.

— ¿Te lo has pasado bien en estos largos meses de vacaciones? –le dije, bastante molesta –. Puedes apelar a cualquier sindicato, ya sea divino o humano, pero el próximo descanso nos lo tomamos juntas, o te busco una sustituta en la oficina de empleo. No estoy dispuesta a tolerar tus caprichos, por muy «musa de la inspiración» que seas...



Esperanza Liñán Gálvez


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