Hoy en día las personas se
preparan cada vez más y mejor, muchos jóvenes obtienen grados académicos como
bachilleratos, licenciaturas y doctorados, y aquello que hace años era una
odisea, hoy se encuentra al alcance de muchos.
A este respecto, las personas que
tengan la capacidad de verse en su interior comprenderán que observarse como
líderes y diferenciar su ego, apreciaran qué es lo que hacen por los demás y
cuanto por ellos mismos. Toda esta autoestima de personalidad crea, cuando
menos, una característica de competencia personal, inherente al ser humano, -claro-,
pero que es importante tenerla bajo control y no dejarla que conduzca a acciones no deseadas, pues en la
vida, el éxito se reflejará mediante
nuestra paz y felicidad y no por sus turbulencias. Basarnos en nuestra valía
personal y en lo que la gente piensa de nosotros, nos convierte en seres
dependientes de los demás.
La credibilidad, la seguridad en
nosotros mismos, nuestras destrezas profesionales y personales, nuestros
conocimientos, nuestros hábitos positivos, nuestras relaciones de amistad y amor
con las personas y la familia se ven comprometidas a veces por comportamientos neuróticos, alcohólicos, consumo de drogas, prejuicios, pensamientos negativos y obsesivos,
que, aunque son parte de la Ley de la vida,
nosotros tenemos la capacidad de impedir que ocurran.
A veces no es fácil reconocer que
se ha cometido un error, pero cuando trabajamos para lograr que la gente nos
mire y aprecie como lideres, podemos ser manipulados por nuestro ego pretendiendo
destacar sobre los demás. Debemos dejar de buscar la felicidad en el
exterior y darnos un tiempo para pensar
y disfrutar del tesoro de la paz y la felicidad que todos llevamos dentro.
El líder crea un escenario
seguro y fundamental, permite sentirse
libre de hablar de temas sin temor al juicio o la crítica. Esto no significa
que el líder tiene que estar de acuerdo con todo el mundo o viceversa, empero, si
quiere sacar el máximo provecho de las personas y su entorno, es necesario que
cree un ambiente de “buen rollo” donde
se sientan valorados y aceptados, por sus
habilidades, conocimientos y aptitudes, los
que lo rodean.
Hay que predicar con el ejemplo. Si desea
reconocimiento, debe dar reconocimiento. Si desea honestidad de los demás, debe ser honesto con
ellos. Si quiere que le escuchen, debe saber escuchar. Y así la lista podría
seguir, pero debemos ser concisos en ésta ocasión. “No se debe poner a
diferente altura, ya lo pondrán los demás”. En definitiva, debe dar ejemplo
para ganarse el respeto, porque:
·
Es humano y no una máquina, y se equivoca.
·
Debe ser buen oyente y humilde.
·
La gente humilde agradece los comentarios.
·
La humildad no es juzgada por la postura y el
comportamiento sino por la mente.
El liderazgo es una experiencia
de expansión personal y debe empezar por tener la capacidad de dirigirse a uno
mismo. Cosechamos lo que sembramos
y recibimos frutos o espinas por las
decisiones que tomamos. No podemos impedir
que el futuro nos depare dificultades, pero si cómo reaccionar ante ellas.
Viktor Frankl, (+1997), neurólogo
y psiquiatra, (http://es.wikipedia.org/wiki/Viktor_Frank)
descubrió
que a un hombre le pueden quitar todas sus libertades, excepto una: la libertad
de escoger la actitud que toma ante una determinada circunstancia.
Hay que saber perdonar y
entender, pues son las oportunidades que da la vida para ser mejores personas.
Los líderes están tan concentrados en alcanzar sus metas o superar obstáculos,
que olvidan cohesionarse con las personas que los rodean. El rol de un líder no
solo debe ser resolver problemas, sino enviar un mensaje de respeto y
consideración por los demás, evitando la imagen de individualismo, frialdad y
ego, el cual genera emociones como la ira, el odio, la envidia, la angustia y
la codicia.
Nos equivocamos si pensamos que, al
hacer nuestro trabajo, lo que queremos es quedar bien con los demás o que las
personas nos vean bien y es precisamente ese ego el que muchas veces nos ciega
y envuelve. En ocasiones nos sentimos abrumados por problemas sobre los cuales es
preciso tener siempre una Actitud
Positiva. La próxima vez que se enfrente con dificultades en la vida o
en la empresa, no se diga a si mismo: ¡qué
mala suerte tengo!, dígase: “probablemente
tuve la suerte de decidir mi propio destino y no elegí el camino adecuado”.
Un día se me ocurrió poner en
practica algo que, después, me daría buenos resultados, así que pensé que todo me iba a salir bien, que a pesar de los
problemas sería el día más feliz después de mucho tiempo, y que nada me haría
enojar; me dirigí a mi trabajo decidido,
el solo hecho de tener esa actitud me hizo actuar mejor, lo cual se complementó
cuando al regresar a casa los problemas se olvidaron y habían quedado en la
otra orilla.
El estado de ánimo, la energía y
el entusiasmo con que nos desenvolvamos hará enfrentarnos mejor a las dificultades;
entendamos que hay una razón y un sentido para todo lo que hacemos y, en la
medida que le demos el significado que merece, nos sentiremos satisfechos y
felices con nosotros mismos.
Juan Fernández Pacheco – Septiembre 2.012
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