05 abril 2011

ELLAS

Azorín (no recuerdo en qué obra) se refiere a una amiga a la que encuentra al cabo del tiempo y de la que dice con estilo: “los años la habían embarnecido”.

Qué bella palabra para expresar esos kilos de más que son el regalo ineluctable de la vida y que a la mujer, a partir de los cuarenta años, le da un nuevo sabor sexual que no se percibió en la fragancia de la juventud. Esos kilos extras solo ellas son capaces de llevarlos con majestuosidad y plenitud. Dejadme que hoy os hable de ellas.

El planeta está progresando continuamente y en éste progreso hay un ingrediente fundamental que es la fuerza colosal de las mujeres. ¿Qué decir de la deslenguada, sabia y cínica Celestina, y de la conmovedora Melibea? ¿O de la tremenda e implacable Lady Macbeth? ¿O de esa esplendida mujer madura, lúcida, sensual, inteligente que es la Cleopatra imaginada por Shakespeare? Resultan tan extraordinarias, que solo cabe admirarlas… y lamentarnos de que haya tan pocas.

También las podemos encontrar entre las que optaron por dedicar su vida a otros menesteres más sublimes. Sor Juana Inés de la Cruz, por ejemplo, que a mí, cuando la leo, me da la impresión de una palmera obligada a crecer en una maceta, a concentrar sus fuerzas no en desarrollarse y dar frutos, sino en sobrevivir y defenderse de las tijeras de podar. Como Santa Teresa, sor Juana transforma su vida en obra y el gran personaje que crea es ella misma. Ambas son impresionantes de inteligencia, de integridad, de fortaleza y con todo ello sor Juana acaba mal: es derrotada, termina por creer que ha pecado. No así Santa Teresa, más diplomática. Qué gran personalidad la suya. En su relación con Jesús, de una gran profundidad, parecen amantes clandestinos.

Otras revolucionaron el panorama de la mujer de su época, llegando hasta nuestros días sepultadas en el olvido. Mercedes Comaposada, nacida en 1901, hija de un zapatero y abogada que, sensibilizada por la condición de la mujer de su época, se dedica a enseñar a las que son victimas de la miseria y el machismo. Teresa Riera, el mejor cerebro matemático de la actualidad y dedicada en el Parlamento Europeo a luchar por la mujer. Sara Borrell, de cuyos estudios en la bioquímica de hormonas se han derivado notables avances científicos. La relación sería prolija, sin olvidar a deportistas, escritoras o de cualquier otro ámbito en los que en todos han sobresalido.

En el amor (entendido como sentimiento) son únicas e irrepetibles. Saben lo que es el amor y lo ejercen como nadie, conocen el perdón y lo practican sin herir, y cuando algún vivillo piensa que besar a una mujer es haberla vencido, yerra de plano, la última palabra es siempre de ellas. En fin, cada día sé que es más verdad (si es que la certeza tiene escalas) aquella frase de “lo único bueno que dejó al morir fue su viuda”.


Nono Villalta
(Abril 2011)





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