15 enero 2011

SIEMPRE LLUEVE SOBRE MOJADO

Mayte Tudea.

“También la lluvia”. El cine dentro del cine. Un tipo de película que a mí me atrae particularmente y que no todos los directores han sabido desarrollar con acierto. A mi modo de ver se requiere de un talento especial para salir airoso de un proyecto así. Como ejemplo a recordar: “La noche americana” realizada por Francois Truffaut, un director emblemático dentro de la cinematografía francesa.

El film que hoy quiero comentar lo ha llevado a cabo nuestra joven directora Icíar Bollain, con un estupendo guión de Paul Alberty, colaborador asiduo del director británico Ken Loach, y que además es el compañero sentimental de la autora.

Icíar Bollain comenzó en el cine interpretando un pequeño papel en “El Sur” que Televisión Española ha repuesto hace unos días. Después de actuar como actriz en diversas películas más, sorprendió dirigiendo su primer largometraje, que si no recuerdo mal se tituló:: “Hola, ¿estás sola?, al que siguió “Flores de otro mundo”, “Te doy mis ojos” y “Mataharis”. Aunque todos sus títulos me han gustado mucho, en “Te doy mis ojos” demuestra claramente su enorme capacidad para desarrollar un tema tan abrupto como el maltrato contra la mujer y lo hace con una sensibilidad, una inteligencia y una neutralidad exquisitas, además de conseguir de los actores una interpretación extraordinaria, llena de matices, y sin embargo, contenida. Con él llegó su consagración como directora y obtuvo el premio Goya.

En “También la lluvia” da un salto cualitativo considerable. Del ambiente intimista de los anteriores pasa a enfrentarse con una producción importante, con un buen número de actores y muchos extras, rodada en otro continente, el americano, y con escenas de difícil realización (algunas de ellas impresionan por su crueldad).

El guión está basado en la historia de un equipo cinematográfico español que se traslada a Bolivia para rodar una película en la que se narra la llegada de Colón a América, y la feroz esclavitud a la que se somete a los indios. Intervienen otros personaje históricos como Bartolomé de las Casas y el sacerdote Antonio ¿..? -no he podido localizar su apellido-, quienes se enfrentan a los conquistadores en defensa de los nativos, horrorizados ante el terrible trato que de éstos reciben.
La codicia y la crueldad de los colonizadores no pueden quedar mejor reflejadas.

Este rodaje se complica con la protesta generalizada y violenta que explota en la ciudad de Cochabamba en el año 2002 -que fue llamada “la guerra del agua”-, ante un Gobierno que ha entregado la explotación de este recurso a una multinacional extranjera que establece sus condiciones leoninas y pretende elevar el coste del agua en un trescientos por ciento, y que no permite siquiera que la gente humilde pueda canalizar el agua de la lluvia. Este fue un hecho real y provocó que la población indígena se echara a la calle resistiendo valientemente a presión del ejército, consiguiendo crear en la ciudad un auténtico caos que obligó al Gobierno a retroceder en su decisión.

Estos son a grandes rasgos los hilos argumentales de la trama que se desarrolla en dos planos a la vez: el real y el cinematográfico. Icíar sabe entremezclarlos con habilidad narrando dos historias paralelas que al final confluyen en un solo punto: a pesar de los más de quinientos años transcurridos, el poder siempre intenta imponer sus intereses sobre los más desfavorecidos, y desposeerles incluso de los bienes naturales. En el pasado fue el oro, en el presente el agua, que ésas poblaciones consideran, por su escasez , como “oro líquido” también.

Es decir, que “siempre llueve sobre mojado”.

Y refleja, además, las historias y los caracteres del productor, director, y actores incluidos en el propio guión, acercandolos y humanizándolos ante el espectador y a su vez ampliando la visión de conjunto.

Únicamente me queda por comentar que el final parece un poco apresurado, como si conviniera no alargar el metraje, pero la película merece verse y deja ese regusto agridulce de la reflexión que una directora inteligente ha sabido provocar.

¡No se la pierdan!


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