12 enero 2011

DE PERSIA A IRÁN

Hace unos meses, al ojear la prensa local, me encontré con la noticia de que el periódico iraní “Kayhan” decía que la esposa del presidente francés Nicolás Sarkozy, Carla Bruni, merecía la muerte por expresar su solidaridad con Sakineh Mohamadi Ashtiani, mujer iraní de 42 años, sentenciada a morir lapidada por adúltera.
El diario “Kayhan” descalificaba a la primera dama francesa tildándola de “prostituta”, y que por su estilo de vida, debería tener el mismo destino que la mujer iraní que ella defiende.
El periódico local, en otra página, hablaba sobre una campaña de movilización mundial y recogida de firmas, para que la sentencia no se cumpliera, como le sucedió a una mujer nigeriana por el mismo “delito”.
Irán ese país del golfo Pérsico, que además de poseer una considerable riqueza petrolífera es con frecuencia noticia por su integrismo islámico, quien goza de una cierta edad lo recuerda con el nombre de Persia, no de irán, a pesar de que en el año 1935 éste fuera el nombre oficial que se le dio.
En los años sesenta y setenta, la monarquía presa acaparaba las portadas de las revistas del corazón. Rara era la semana, en la que en “Hola”, no aparecía Soraya, “la princesa de los ojos tristes” vestida con los elegantes trajes de Dior, Chanel…
Repudiada por el Sha, por no darle herederos, vagaba por la élite de la Alta Sociedad de Europa y era una pieza codiciada para lasa grandes fiestas, a la que su presencia daba elegancia y prestigio.
El Sha volvió a casarse con Farah Diva, y también ella, ocupó las primeras páginas de las revistas. Aparecía sola o con su esposo y sus hijos, en su palacio de Teherán o en cualquier otro lugar, ataviada con las ricas joyas de la corona persa, y los modelos exclusivos de la alta costura parisiense.
En esa época, Persia me parecía cercana. Había leído algo de su historia y de su religión y conocía su situación geográfica, por lo cual, sabía que no era cierto, pero por la asiduidad con que las revistas que ojeaba en la peluquería mostraban a sus soberanos, y su forma de vestir, me daba la impresión de que no era un país oriental, sino europeo. (Como es lógico en estas revistas, no se hablaba para nada del pueblo, ni cómo vivía, ni cómo pensaba, ni lo que deseaba, solo destacaban el esplendor de su realeza).
La primera vez que oí sin intermediarios, algo referente al pueblo, fue al comienzo de los años setenta, en el Palacio de Congresos de Torremolinos, durante el festival de Cine de Autor de Benalmádena.
Estaba con unos amigos en la sala de espera para entrar a la proyección de una película (de las que no se podían ver en las salas comerciales debido a la censura) cuando vemos a una chica muy joven, alta y rubia, vestida y maquillada a la última moda, que se acerca a nuestro grupo y nos pregunta, con un raro acento extranjero, si estábamos esperando entrar a ver la película iraní. Le dijimos que no, pero ella comenzó a recabar información hasta que por fin se enteró dónde la proyectaban.
Como aún nos faltaba tiempo para entrar, a ella y a nosotros, volvió y nos comentó que tenía mucho interés en verla, porque le habían contado que era una denuncia de lo que realmente sucedía en Persia, que era su país.
-El Sha con su dictadura política- prosiguió – está vendiendo Persia a los americanos. Ha comenzado a hacer la separación de la religión del Estado y el pueblo no está contento, cree que esa separación le llevará a perder su identidad. Reza Pahlevi se está occidentalizando demasiado, quiere imponer su criterio a cualquier precio, y castiga duramente a los que se oponen a su forma de gobernar. Quien debería asumir el poder, es el ayatolá Jomeini –al ver nuestra cara de extrañeza continuó- Jomeini, es un líder religioso de mi país, poseedor de gran prestigio y carisma. Vive exiliado en Francia y un importante sector de la población quiere que regrese a instaurar la verdadera república islámica que casi todos deseamos.
Tuvimos que dejar la conversación porque comenzaban los pases a las películas, y al salir de la sala, ya no coincidimos con la chica, ni jamás le he vuelto a ver.
Como es sabido, Jomeini llegó al poder e instauró la república islámica. Su integrismo, metió al país en el túnel de un tiempo remoto, largamente superado en cualquier lugar donde no impere el fanatismo islamita. Un tiempo, sin presente ni futuro para la mujer, que ha sido la gran perdedora en esa vuelta al pasado.
Desde entonces, al ver en los periódicos las fotos de las mujeres, que son fantasmas cubiertos de túnicas negras, Irán, no Persia, me parece un país lejano en el tiempo y en el espacio y son muchas las veces que me he preguntado ¿Qué habrá sido de aquella chica, tan moderna, que hablaba con entusiasmo del ayatolá Jomeini como solución a los problemas de su patria? Si regresó a su tierra ¿Qué opinará de lo que está sucediendo?
Hoy, 10 de diciembre de 2010, he vuelto a acordarme de ella, al leer en la prensa, que ha sido una mentira lo que se había difundido sobre la libertad de Sakineh Mohamadi.
“El Comité Internacional contra la lapidación ha condenado que la televisión estatal emita un video, en el que bajo tortura, Sakineh acepta el asesinato de su esposo” decía también el periódico.
Me subleva el calvario de incertidumbre y tortura que vive esta mujer, y otras en sus mismas circunstancias, ante la impotencia del Comité de los Derechos Humanos para la conmutación de su condena y su absolución.
Pienso, que en Irán cualquier estrategia empleada parece buena para justificar lo injustificable, y he tratado de imaginar, qué color podrán tener ahora, bajo el tupìdo velo islámico, los cabellos rubios oxigenados de aquella chica, que conocí una tarde en el Palacio de Congresos de Torremolinos.

Amalia Díaz Martín
10 de diciembre de 2010

5 comentarios:

  1. "Todos" somos ciudadanos de la nación en que vivimos y si, además, amamos a esa nación, la covertimos en patria.
    Sólo algunos son "religiosos" y son varias las religiones por las que uno puede optar.
    Los problemas humanos que los hombres nos creamos al convivir, tenemos que solucionarlos nosotros. Dios no está para solucionar problemas ni políticos, ni económicos, ni sociales, ni morales.
    Dios sólo entra dentro de la vida privada, es una experiencia privada.
    La separación Iglesia-Estado es necesaria para la convivencia política de "todos", para creyentes y no creyentes, al ser, todos, ciudadanos, que es en lo que coincidimos.
    Cualquier Dios tiene que sentirse incómodo al ver que algunos de sus seguidores quoeren imponérselo a todos.
    "Un Dios impuesto deja de ser Dios, porque se convierte en tirano, "todos" lo temen pero sólo "algunos" lo quieren, y un Dios temido y no querido, deja de ser Dios.
    ¿Desde cuándo y por qué, hay que meter a Dios en la práctica sexual, placentera, de quien quiere practicarla?.
    ¿Quién puede estar autorizado a decir, a nadie, qué se puede hacer o no hacer o cómo hacerlo en una actividad, como la sexual, tan personal?.
    La Diosa Razón, en este mundo, tiene que regular la actividad mundana externa.
    Dejemos a Dios que habite y sea amado, en la intimidad de quien crea en él.

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  2. Aquella chica tan moderna estaba relatando como era la dictadura en su pueblo.Sobraba el oro puertas adentro de palacio. El pan y el agua no salía de sus murallas. A la familia del Sha que desgraciadamente le ha acompañado en su exilio el dolor , le precedió rumbo a la banca de Suiza mas de 30.000 millones de dólares.

    Aquella rubia es verdad que estaba muy equivocada esperanzada en un futuro que se frustró. Qué bueno que siguiera rubia y sin velo. W.

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  3. ¿Por qué esa obsesión islamica en gobernar en nombre de dios?
    Dios es algo interior de cada creyente, no sirve para entrometerse en cosas terrenales, para eso están los hombres.
    Yo también esperaba con entusiasmo la llegada de Jomeini... después ví el enorme error en el que creí.

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  4. Preciso artículo muy interesante, de plena actualidad, ameno y facíl de leer
    M.E.

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  5. Preciso el artículo y muy actual, ameno, profundo y facíl de leer.
    Felicidades.

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