31 diciembre 2010

FIESTAS NAVIDEÑAS ¿TRADICION O RITO?

Mayte Tudea.
28-Diciembre-2010

Agnósticos de toda la vida y también muchos creyentes conocen que la tradicional Nochebuena no se corresponde en el calendario con el día del nacimiento de Jesús, ni siquiera con el año que figura en el mismo, y que una gran parte de las festividades cristianas fueron hechas coincidir con diversas celebraciones paganas, supongo que para aprovechar la inercia de lo establecido y no crear confusión entre los recientes fieles o “reconvertidos” a la nueva doctrina.

El creyente pensará: “La fecha es lo menos importante, lo decisivo es la conmemoración”. Y el no creyente arrastrado por la marea de la tradición, y por el sunami del marketing desplegado en estas fechas, se somete también a los mandatos imperativos del consumismo feroz, bien por no disgustar a la familia, por hacer felices a los niños, o sencillamente por no ser considerado un “bicho raro” dentro de la sociedad en la que habita.

Muy pocos son los resistentes o empecinados que intentan nadar contra corriente, y en cualquier caso, vayan a donde vayan, serán indefectiblemente perseguidos por el ritual navideño. Si escuchan la radio no podrán sustraerse a los villancicos, si encienden la televisión les inundarán las imágenes relativas a la fiesta, o las películas cuyos temas tienen que ver con la misma, o los anuncios como aquél de “vuelve, a casa vuelve...por Navidad”.

Y todos nos deseamos a todos felicidad imbuidos por el espíritu de la conciliación, e intentamos ser generosos y hasta un poco mejores. Y esto por supuesto, es bueno, aunque dure poco.

Lo malo de las fiestas es la resaca. Y no me estoy refiriendo a la que provoca el haber ingerido alcohol en exceso –aunque también ocurra esto en muchos casos-, sino a la otra, a la del gasto desmesurado al que habrá que hacer frente cuando llegue el resumen mensual de la tarjeta de crédito, a la “hartura” de tantos alimentos cocinados que por mor de la crisis se intentan aprovechar “recalentando” y a los que se termina aborreciendo, y lo peor, si esto ocurre, a la forzada convivencia de algunos familiares que no se soportan y cuyas diferencias estallan en ocasiones en el momento álgido de la celebración.

Pero todavía no hemos recorrido del todo el largo camino festivo. Faltan Nochevieja, Año Nuevo y el Día de Reyes. Y aún estamos a tiempo de no “insistir” en los errores y contenernos en el gasto en la medida de lo posible.

Y para ello bastaría con que pensáramos que según el INE, el 20,80 por ciento de los españoles vive por debajo del umbral de pobreza relativa, y tres de cada diez familias tienen serios problemas para llegar a fin de mes; por supuesto, éstas no han “sufrido” los problemas relacionados con el exceso en el consumo, en todo caso, sus dificultades habrán sido en sentido contrario, en el de no poder consumir.

Para que las fiestas navideñas respondieran a su auténtico significado, los buenos deseos de estos días no deberían quedar solamente en la superficie de las palabras pronunciadas, y las buenas intenciones tendrían que servir para empedrar el sendero de la solidaridad.

¡BUEN AÑO A TODOS!

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