18 noviembre 2009

¿QUIÉN DEFINE AL POETA?




Tomás, nuestro filósofo, ha escrito: "Ser poeta es una cosa muy seria y hay que ser muy arrogante o muy necio para adjudicarse a sí mismo esta condición".

Y yo me pregunto: ¿Y quién es la persona capacitada para otorgarle a otra ese título?

Yo leo a poetas contemporáneos –algunos de ellos afamados y reconocidos-, y sin embargo, ante la lectura de algunos de sus versos permanezco indiferente, sin que ningún eco se produzca en mi interior ni consigan despertar en mí ningún tipo de sentimiento.

Yo entiendo que la poesía tiene que estar principalmente compuesta de emociones, y despertarlas en el que las lee obligándole a reflexionar sobre lo leído, a interpretarlo y a comprenderlo siempre desde la vertiente del sentimiento, porque un poema es una flecha lanzada directamente al corazón de la sensibilidad.

Siguiendo el razonamiento de Tomás, yo sólo puedo considerarme "una aprendiz de poeta", si es que a esto se le puede considerar un "oficio". Una aprendiz entusiasta y hasta "encandilada" con esta labor –que a veces se resiste-, esta labor en ocasiones huidiza e ingrata, y en otras, generosa y magnánima.

Y nunca dejo de sorprenderme cómo cuando traslado al papel las palabras o las metáforas que van surgiendo, éstas no siempre responden a un pensamiento elaborado y concreto, si no que tienen entidad propia, y parece que se hacen tangibles por una voluntad ajena a la mía; que esos versos son producidos por un ser extraño a mí, o que brotan desde un compartimiento oculto que yo desconozco y del que no poseo la llave.

Estoy de acuerdo con Tomás en que la palabra poética viene depurada desde su origen y contiene en sí misma la esencia de las cosas y sólo de este modo podrá permanecer en el tiempo y alcanzar algo parecido a la inmortalidad.

Disfrutando a San Juan de la Cruz, a Quevedo, o a Machado –por elegir a algunos de los que me tocaron el corazón- me asombro de que aunque hayan transcurrido, años, siglos, desde que crearon sus poemas, éstos siguen permaneciendo vivos, plenos del vigor y de la emoción con la que fueron escritos, y provocan en mí ese pálpito, ese temblor, y me sigo admirando y maravillando de que continúen siendo tan actuales y al mismo tiempo, tan eternos.




Mayte Tudea.
NOVIEMBRE 2009



1 comentario:

  1. Para que una poesía despierte emociones deben ocurrir dos casas:
    1.- Que ella sea emocionante, que esté preñada de emoción, que chorree emoción.
    2.- Que el lector/oyente posea la capacidad de emocionarse con esa poesía o con ese tipo de poesía.

    Por otra parte, no existe "el poeta" sino poetas, como, igualmente, no existe "la poesía" sino poesías.

    A mí tampoco me despiertan la emoción muchas poesías, pero de lo que ya no estoy seguro es si la causa principal son ellas o soy yo, porque cuando no están ambas partes...

    Como siempre, afectuosamente, Tomás

    ResponderEliminar

Por favor: Se ruega no utilizar palabras soeces ni insultos ni blasfemias, así todo irá sobre ruedas.
Reservado el derecho de admisión para comentarios.

Buscar