04 junio 2009

LA DISCORDANCIA ELECTORAL


 

En estos últimos tiempos en los que me encuentro muy bien conmigo misma, y con casi todo el entorno que me rodea, he procurado que no me afectaran de modo muy directo las continuas noticias sobre la crisis en la que estamos inmersos, sobre el paro, y sobre todo lo negativo que aflora en los medios de comunicación en la actualidad.

Recordando las plagas bíblicas de los siete años de abundancia a los que irremediablemente les sucedían otros tantos de escasez, y teniendo en cuenta que estos ciclos se han producido reiteradamente desde que tengo uso de razón para comprenderlos, he intentado poner una cierta distancia entre los problemas del país y yo misma, y repetirme aquello de que "siempre que llueve escampa" y también lo de "no hay mal que cien años dure".

Bien es cierto, que mi postura de jubilada me permite ver los toros desde la barrera y eso ayuda bastante. Así que no resulta demasiado difícil ejercer la templanza, y esperar a que "tras la tempestad vuelva la calma".

"Dejar hacer, dejar pasar, el mundo va por sí mismo". Idílico. La serenidad al poder.

Estaba habitando una Arcadia feliz, hasta que, amigo Sancho, topé de bruces con la batalla electoral. Y a partir de este momento, toda la flema británica, y toda la mesura de la que me sentía tan orgullosa, se han ido, sencillamente, al carajo.

    ¡Qué insulto a la inteligencia! ¡Qué manera de tomarnos el pelo! ¡Qué tosquedad en los eslóganes, en los vídeos, en los mítines! ¿Y los debates televisivos? Pregunte usted lo que quiera, que yo le responderé lo que me de la gana.

    Europa. ¿Alguien sabe donde
está?

Y aquí no se salva nadie. Quizá solamente mi admirada Rosa Díez. Y eso, porque en su infinita pequeñez, le está permitido todavía decir lo que piensa y sentir lo que dice.

Os advierto, amigos. He clausurado el televisor y el dial lo he movido hacia los "Cuarenta principales". Me estoy poniendo al día en los últimos éxitos de la música moderna. Y mientras escribo, escucho a Mozart, Händel, Telemann. El espíritu vuelve a remansarse, y me reconcilio de nuevo con el ser humano.

¿Os imagináis como serían las campañas electorales, si en lugar de políticos fueran músicos los que las llevaran a cabo? ¡Qué delicia! Una sinfonía, un sólo de violín, eclipsaría a todos los mítines de un período electoral. Y sin notas discordantes.

¿Llegaremos vivos al día 8? JUNIO 2009


 


 

Mayte Tudea


 


 


 


 


 


 


 

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