Artículo de Manuel Peinado Lorca, Catedrático
emérito. Director del Real Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá, Universidad
de Alcalá. Publicado en la revista digital The Conversation.
Las bacterias transmitidas por los alimentos y sus
toxinas han causado, y todavía causan, graves problemas sanitarios.
Especialmente Clostridium, Escherichia, Listeria, Salmonella, Shigella y Vibrio.
El empleo de especias como el ajo, el
orégano o la pimienta de Jamaica con efectos antimicrobianos y
antifúngicos ha
sido una de las razones del éxito evolutivo de los humanos. Pero ¿y si un
vegetal tan habitual en nuestros platos como el tomate pudiera también destruir
microorganismos? Un nuevo estudio apunta en esa dirección.
El
segundo cultivo hortícola en importancia tras la patata
Los tomates (Solanum lycopersicum) son
unos de los vegetales más consumidos en el mundo. La producción mundial de
tomate en fresco en 2021 ascendió a algo más de 189,1 millones de
toneladas,
lo que lo convierte en el segundo cultivo hortícola más importante después de
la patata.
Mientras que sus propiedades nutritivas y
beneficiosas para la salud debido a sus moléculas bioactivas (licopeno, polifenoles y vitaminas,
entre otras) se han estudiado ampliamente y se han relacionado con una amplia gama de ventajas para la salud, la información sobre sus propiedades antimicrobianas era muy escasa.
Ahora,
en una investigación recién publicada en Microbiology
Spectrum, científicos de la Universidad de Cornell han demostrado
que el jugo de tomate puede matar a Salmonella Typhi
y otras bacterias que dañan el tracto digestivo y urinario humanos.
Más de veinte millones
de casos de fiebre tifoidea al año
La fiebre
tifoidea, una enfermedad infecciosa de transmisión fecal-oral potencialmente
letal que cada año afecta a millones de personas, es causada por la bacteria Salmonella enterica,
serovariante Typhi (Salmonella Typhi,
en adelante). Esta bacteria solo vive en la sangre y el aparato digestivo de
los humanos. Se trata de la causa principal de la mortalidad provocada
por infecciones por patógenos entéricos. Cada año se registran 21 millones de casos de fiebre
tifoidea, que causan 200 000 muertes en todo el mundo.
La fiebre tifoidea se puede tratar con antibióticos, aunque el
aumento de la resistencia
a los mismos hace que resulte cada
vez más complicado. Por otro lado, y a pesar de la disponibilidad de vacunas
contra la fiebre tifoidea, numerosos países en desarrollo continúan
enfrentándose a obstáculos insalvables para acceder a ellas.
La investigación sobre el papel del tomate se llevó a cabo en
varias fases. En primer lugar, los investigadores demostraron mediante
experimentos de laboratorio que el jugo de tomate realmente tiene propiedades
antibacterianas. Una vez comprobada su eficacia, analizaron informáticamente el
genoma del tomate para encontrar los péptidos antimicrobianos (AMP)
responsables del proceso. Así fue como identificaron dos AMP potentes capaces
de destruir bacterias.
Ataque directo a la membrana
Los péptidos antimicrobianos son proteínas de origen natural que
tienen propiedades antibióticas. Se trata de componentes de la respuesta inmune
innata conservados en los distintos procesos evolutivos y que desempeñan un
papel crucial a la hora de combatir
infecciones producidas por bacterias, hongos y virus.
Su rápida actividad antimicrobiana obedece a que atacan
directamente la bicapa lipídica de la membrana celular de
los microbios, formando
poros que, en última instancia,
conducen a la permeabilización de la membrana y la posterior muerte bacteriana.
Además de sus propiedades antimicrobianas directas, los AMP tienen la capacidad
de modular las respuestas inmunitarias y
de estimular la liberación de citocinas y quimiocinas, las proteínas que
tienen efectos estimulantes o depresores de la respuesta inmunitaria y se usan
para ayudar al cuerpo a combatir el cáncer, las infecciones y otras
enfermedades.
Una vez identificados estos dos AMP, el equipo realizó más pruebas
sobre diferentes variantes de la bacteria que aparecen en lugares del mundo
donde la enfermedad es común.
Finalmente,
probaron la eficacia del jugo de tomate contra otros patógenos entéricos que
pueden dañar el tracto digestivo y urinario. Como resultado encontraron
respuestas positivas de ambos péptidos antimicrobianos frente a Salmonella Typhi,
a la salmonella no tifoidea (Salmonella Typhimurium) y a
cepas de Escherichia coli que
causan infecciones de las vías urinarias, como cistitis.
En resumen, este estudio ofrece información valiosa sobre la
utilización potencial de los tomates como una fuente natural de alimento
antimicrobiano para la promoción de la salud pública. Dada la amplia
distribución de sus cultivos en condiciones climáticas muy distintas, los
tomates poseen un potencial considerable para pararle los pies a bacterias
patógenas.
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