02 noviembre 2023

TAREAS INACABADAS

 

Una de las realidades más absurdas o caprichosas de nuestro comportamiento, a lo largo de los días, consiste en no completar, en no finalizar, aquello que previamente hemos iniciado, generalmente con una íntima o justificada ilusión. Esas tareas, ya sean grandes o ambiciosas, ya sean pequeñas o modestas, quedan lastimosamente inacabadas, en la mayoría de las ocasiones, sin un motivo suficiente o mínimamente razonable que, de alguna forma, explique esa falta de culminación.   

Los ejemplos que justificarían o sustentarían este planteamiento serían muy numerosos. Incluso, con alguna exageración, podría utilizarse el vocablo de “infinitos”. Verdaderamente, esa relación o listado de objetivos fracasados, tanto en la intimidad de nuestras vidas, como en el entorno lejano o próximo en el que nos hallamos inmersos, se haría cansinamente interminable.

Por citar un primer ejemplo de naturaleza local, miramos a nuestra querida ciudad, con su espléndido templo catedralicio. La Catedral de Málaga es una monumental y majestuosa construcción religiosa, a pesar de esa segunda torre que permanece inacabada desde el siglo XVIII. Parece ser que el montante económico que había que aplicar para su finalización fue utilizado para ayudar a los insurgentes americanos, quienes finalmente consiguieron independizarse de la metrópoli británica, formando el origen del coloso actual: los Estados Unidos de Norteamérica. Algunos historiadores aducen otras causas, pero lo cierto es que la “Manquita” aún permanece con el “encanto” subsiguiente de Catedral inacabada.  

Abordando el ejemplo de nuestras vidas, reflexionamos y a poco nos surgen numerosas muestras de elementos incompletos, nimios o importantes, que no cesan de aparecer en nuestra memoria.

Los Cursos de idiomas, preferentemente el inglés. Una vez comprados los libros, el, DVDs y demás complementos, se inicia su estudio con entusiasmo, pero pronto ese material es abandonado a su suerte. Seguimos con los best seller, las novelas o los ensayos que también solemos ir dejando o postergando, su más o menos interesante lectura, siempre para un mañana que nunca acaba de llegar.  No faltan las matrículas en el gimnasio del barrio, cuyas visitas comienzan a espaciarse a las pocas semanas, llegando finalmente a “borrarnos” de esa lúdica y sana actividad, manteniendo nuestro elevado peso y la carencia de masa muscular. Y aquellos otros que inician el estudio para obtener el carnet de conducir, pero a las pocas clases abandonan esa ilusión o necesidad, por falta de decisión y constancia. También las dietas de adelgazamiento entran de lleno en este apartado: se inicia el programa de menús alimenticias y pronto pasan a mejor recuerdo, ante las tentaciones y el placer del comer. Son abundantes las ocasiones en nos convertimos en escritores, pero sin llegar a sobrepasar ese primer capítulo o relato del libro que pensábamos completar. Igual ocurre con los diarios de nuestras vidas. ¡Voy a aprender a tocar la guitarra! Es la ilusión de mi vida. Me he matriculado en el conservatorio o en una academia. Pronto ese grato y acústico instrumento de cuerda queda abandonado en el cuarto trastero. ¿Y cuantas veces nos hemos propuesto “ordenar” precisamente ese cuarto de los trastos o el armario del dormitorio, dejando siempre su inicio o finalización para un después que nunca llega? Y así podríamos seguir añadiendo ejemplos a la “causa” de los proyectos no finalizados.

Si buscamos en nuestras ciudades, también encontramos numerosos “esqueletos” constructivos de hormigón, para la edificación de hoteles, bloques de viviendas, almacenes o centros comerciales, cuyos pilares nunca llegan a tabicarse al paso de los años, sin que sepamos exactamente el por qué.  

¿Cuáles pueden ser LAS CAUSAS de esta falta de finalización para los proyectos emprendidos? Las respuestas para atender a este interrogante también son numerosas.

En el aspecto personal, encontramos esa nuestra peculiar y “errónea” forma de ser, que nos impide, por falta de constancia, mucha apatía, pereza, carencia de firmeza en el carácter o indecisión, poner fin a lo que, posiblemente con gran ilusión, hemos iniciado.

Entre los factores externos, es frecuente de que la causa se halle en la falta de presupuesto económico, cambio de criterio u opinión o incluso de conveniencia por otra opción de más calidad o rentabilidad. También porque reconocemos sinceramente nuestro equívoco en el proyecto inicial, por no haber evaluado correctamente su desarrollo y finalización.



En conclusión, son muchas las causas que lastimosamente nos impiden ver la “obra” terminada, con el consiguiente coste de tiempo y capital invertido. En base a ello es sensato y prioritario hacer un proyecto equilibrado, realista y bien estudiado, para evitar después su inviabilidad. Con respecto a los factores personales, la solución está en nosotros mismos. Pero así somos y no resulta fácil cambiarnos, mientras más años vamos añadiendo a nuestras espaldas. En realidad, todo se reduce a la necesidad de aplicar más fuerza de voluntad a fin de continuar el desarrollo de lo previamente iniciado. Y para ello nunca mejor que ese incentivo de pensar en la alegría que nos albergará cuando veamos la obra, modesta o importante, ya culminada, con los beneficios estéticos, utilitarios o incluso psicológicos que nos va a reportar. A no dudar, nuestra autoestima mejorará y nos sentiremos algo o mucho más felices con lo que finalmente hayamos logrado. –

 

José L. Casado Toro

Octubre 2023


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