Qué indefinible tristeza, cuando
uno escucha...
Qué indefinible tristeza, cuando uno escucha
las palabras casi sin sentido
que surten de miles de labios
y que se van, sin orden, amontonando en el aire,
las palabras como insectos que liban
en miles de orejas ambulantes, las palabras
que se disuelven, como olas, sobre la playa de la tarde,
adelgazando, trocándose en espuma,
en humedad, en nada. Y qué tristeza finísima,
qué sombra, qué aire de tristeza,
cuando uno piensa que es imposible comparar
a estos seres que se agitan con las nubes
que circulan por las calles del cielo,
o con el ir y venir del viento
entre las hojas de los árboles.
Y sobre todo, qué inmenso desconsuelo
cuando uno se da cuenta
de que estas tristes reflexiones en torno
a estas criaturas que giran en la tarde
lo han convertido a uno en alguien
infinitamente abandonando, en alguien que,
desde el otro lado del tiempo, escucha,
lleno de soledad, el fragor
de éste monótono rebaño de corazones.
Alfonso Canales Pérez-Bryan, nacido en Málaga en 1923 y fallecido
también en la misma ciudad el 18 de noviembre de 2010, fue un poeta y crítico
literario español.
Aunque comenzó
los estudios de Filosofía y Letras, se licenció finalmente en Derecho,
profesión que ejercerá hasta su jubilación alternando con su interés por la
poesía. Inició con José Antonio Muñoz Rojas la revista Papel
Azul, así como las colecciones poéticas “A quien conmigo va” y “Arroyo
de los Ángeles”. Formó parte del grupo editor de Caracola,
importante revista que continuó en Málaga la tradición editorial y tipográfica
de Litoral.
Fue
presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y miembro
correspondiente por Andalucía de la Real Academia Española y de la Real
Academia de la Historia. Era poseedor de una importante biblioteca y archivo
documental, que fue declarada Bien de Interés Bibliográfico por la Junta de
Andalucía en 2012 y por expreso deseo de Alfonso Canales, ambos fondos se
encuentran depositados en la Universidad de Málaga.
En su obra, el poeta, dentro de sus temas eternos como
son el paso del tiempo y la lucha contra el olvido, recorre
un camino entre la lírica existencial y el concepto de la estética. Sonetos para pocos en 1950, El candado en
1956, Port Royal en 1956, Cuenta y razón en
1962 y Tres oraciones fúnebres en 1983, son algunas de sus
obras.
Hay una antología Lo dicho, 2005 editada por la
Universidad de Málaga y una recopilación
poética Ocasión de vida, 2006. En ese
mismo año se reeditó uno de sus libros más importantes Aminadab de 1965.
Ha sido Premio Nacional de Literatura en
1965 y Premio de la Crítica en 1973.
En el año 2006 le fue concedida la
Medalla de oro de la provincia de Málaga.
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