Yo era
un niño ávido de tebeos. Y que no tenían nada que ver con los actuales y
omnipresentes cómics de superhéroes. De hecho, éstos tardaron en llegar a
España y durante un tiempo fueron prohibidos por los censores que velaban por
la salud de nuestras almas. Mi revista favorita era “Chicos” que había
comenzado su publicación en 1938 y que, sin apartarse del oficialismo vigente,
quiso diferenciare de su modelo, “Fechas y Pelayos”, indigesto panfleto a mayor
gloria de “los nacionales”.
Además
de ofrecer obras de algunos de los
mejores dibujantes españoles de siempre, como Jesús Blasco, Angel Puigmiguel y
Emilio Freixas, en la revista abundaba la información cultural, que iba de la
geografía a la historia o al deporte. Y fue en esas páginas culturales donde
leí por vez primera la fascinante peripecia del descubrimiento de la tumba de
Tutankamon.
Que El
Cultural ha recordado, pormenorizándola, en su primer número de noviembre, al
cumplirse el centenario de un hecho que tuvo lugar el 4/11/1922, gracias al
buen hacer del arqueólogo Howard Carter y a la nutrida cartera de lord Carnavon
que lo tuvo contratado durante una decena de años. El hallazgo fue espectacular
dado que se encontró una tumba intacta más de 3000 años después del
enterramiento. Allí estaba la momia del faraón, con la máscara que tantas veces
se ha reproducido que protegía el cuerpo de un hombre de apenas 19 años. Y su
ajuar funerario: camas, cofres, mobiliario diverso, ánforas de vino, armas,
joyas, además de su trono y sus cetros.
No
olvidemos “la maldición”. El 5 de abril de 1923, lord Carnavon, el mecenas,
murió en El Cairo, seguramente por una septicemia causada por la picadura de un
mosquito. Poco después, su medio hermano, el coronel Herbert pasaba a mejor
vida. Esta funesta coincidencia sirvió para elaborar la leyenda de la maldición
que para 1930 contabilizaba hasta 30 muertes de personas relacionadas con la
empresa liderada por Howard Carter que, sin embargo, falleció en 1939, a los 64
años. Para explicar lo inexplicable se ha echado mano de numerosas teorías, la
mayoría sin evidencia científica, como la que habla de unos hongos tóxicos que
habrían causado enfermedades extrañas a los que osaron profanar la tumba. Uno
de los ardientes defensores de la maldición fue Arthur Conan Doyle, el padre de
Sherlock Holmes.
Y
podríamos añadir las historias cinematográficas sobre momias que comenzaron en
1932 y que fueron continuadas por los filmes de los 60 interpretados por
Christopher Lee, para llegar a las más modernas, las divertidas versiones
interpretadas por Brendan Fraser y la fracasada de 2017 a
la que ni Tom Cruise pudo salvar.
JOSÉ RAMÓN TORRES GIL
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor: Se ruega no utilizar palabras soeces ni insultos ni blasfemias, así todo irá sobre ruedas.
Reservado el derecho de admisión para comentarios.