Artículo
elaborado por Judith Urbano Lorente, Doctora en Historia del Arte y publicado
en la revista digital The Conversation.
Berthe Morisot nació el 14 de enero de 1841 en
Bourges, Francia. Se cumplen 181 años de la aparición de esta gran artista que
logró hacerse un lugar entre los pintores impresionistas (Monet, Renoir,
Degas…) y exponer con ellos.
La
familia Morisot educó a sus tres hijas en las artes de la música y la pintura,
siguiendo la tradición burguesa del momento. Tanto Berthe como su hermana Edma
destacaron con los pinceles y entraron como copistas en el Louvre en 1858. Su
entrada en la École de Beaux Arts estaba prohibida por ser
mujeres, pero en el museo pudieron conocer a otros pintores e intercambiar
opiniones y puntos de vista.
Uno
de sus maestros, Joseph-Benoît Guichard, vislumbró rápidamente el talento de
Berthe, así que se vio en la obligación de advertir a su madre: “¿Está usted
segura de que no llegará a lamentar el día en el que permitió que el arte
entrara en su casa, hoy un lugar respetable y apacible? ¿Se da cuenta de que el
arte puede llegar a regir el destino de sus dos hijas?”. Sin duda, eso podía
llegar a ser una catástrofe en la vida de una mujer a mediados del siglo XIX.
¡Qué osadía!, pretender ganarse la vida pintando…
Otro
de los que vio su talento fue el famoso Camille Corot, que influyó en los impresionistas con
sus paisajes. Dejó sus cuadros para que las Morisot los copiasen y las invitó a
pintar en su casa durante el verano de 1861.
Encuentro con Manet
Las
dos hermanas presentaron varios cuadros que fueron aceptados para ser expuestos
en el Salón oficial de París en 1864. Este hecho las animó a continuar en su
empeño de dedicarse a la pintura profesionalmente.
Mientras
copiaba un “Rubens” en el Louvre, Berthe fue presentada al pintor Edouard Manet, a quien admiraba, pues había
visto sus pinturas en los Salones parisinos. Corría el año 1868 y ahí empezó
una gran amistad que luego se convertiría en relación familiar, ya que el 1874
ella se casó con Eugene Manet, hermano de Edouard. Morisot fue modelo de Manet
(la podemos ver, por ejemplo, en su cuadro El Balcón) y fue él
quien le presentó a los que después formarían el grupo impresionista. Siempre
acompañada de su madre, intercambió con él puntos de vista, opiniones y
consejos sobre la pintura y el arte. Cuando Edouard Manet falleció en 1883,
Morisot y sus amigos Émile Zola, Stéphane Mallarmé y Marcel Proust organizaron una exposición en su honor.
Afortunadamente
para Berthe Morisot, el matrimonio no significó el abandono de la pintura, como
en cambio sí lo fue para su hermana Edma, quien, al casarse en 1869, dejó los
pinceles. La correspondencia entre las dos refleja cómo Edma echaba de menos
pintar y cómo tenía envidia (sana) de los éxitos de Berthe: “Tu vida debe ser
maravillosa en estos momentos, poder hablar con Degas mientras le ves dibujar,
reír con Manet y filosofar con Puvis de Chavannes”.
Los impresionistas
Cuando
en 1873 el Salón oficial de París se comportó de forma excesivamente
conservadora, un grupo de pintores, cuyos cuadros habían sido rechazados,
decidió hacer una exposición por su cuenta. Nacía así el grupo de los
impresionistas. Edgar Degas invitó a Morisot a participar. Fue en 1874 y
ella presentó cuatro óleos, formando parte pues del gran escándalo que
significó esta exposición para los académicos.
Su
antiguo maestro Guichard, sin poder entender la modernidad que se presentaba,
escribió a la madre: “Como pintor, amigo y médico, yo le recomendaría que
(Berthe) fuese al Louvre dos veces por semana, y que permaneciera de pie tres
horas frente a Coreggio, pidiéndole perdón por haber
intentado expresar en un óleo lo que sólo se puede expresar en una acuarela”.
Sin darse cuenta, el pintor tradicional y conservador declara con acierto la
técnica impresionista: una pintura al óleo pero rápida y difusa como una
acuarela. Pero era demasiado tarde: Berthe se sentía como pez en el agua entre
estos pintores a los que la gente tildaba de locos. Nunca más volvió a exponer
en los salones tradicionales.
En
la segunda exposición presentó 14 cuadros y así fue consolidándose como pintora
impresionista. A partir de 1877, Degas introdujo en el grupo a la
americana Mary Cassatt (1844-1926), que se convirtió en inseparable de
Berthe. Morisot expuso en todas las exposiciones impresionistas menos en la de
1879, pues acababa de tener a su hija Julie.
Como
mujeres, Morisot y Cassatt no podían ir a las tertulias de los pintores en los
cafés. Los impresionistas se reunían en el Café Guerbois y, ante la
imposibilidad de asistir, Morisot organizó en casa de sus padres un encuentro
cada martes en el que podía estar con ellos, discutir sobre arte y enterarse de
las últimas novedades de primera mano.
El estilo Morisot
Berthe
Morisot demostró un gran dominio de la técnica al óleo prescindiendo del dibujo
y la línea y construyendo las figuras de sus cuadros a partir de pinceladas
gruesas, sueltas. No fue la única técnica que cultivó, pues también realizó
pastel, carboncillo y grabados.
En
cuanto a temática, dedicó muchas de sus pinturas a interiores domésticos y a la
representación de la figura femenina: su madre, su hermana, su hija, sus
sobrinos, leyendo, cosiendo, jugando…
También
salió a pintar fuera del taller, al aire libre (plein air) como
reivindicaban los impresionistas (un buen ejemplo de ello es el bote que Claude
Monet utilizaba como atelier). Berthe
pintó paisajes y supo captar a la perfección la atmósfera, la luz, el color,
los reflejos en el agua… siendo una de las mejores representantes del
impresionismo. Además de exponer en París, lo hizo también en Londres, Bruselas
y Nueva York.
Berthe
Morisot murió en 1895. El poeta Stéphane Mallarmé, su gran amigo desde 1874, se
convirtió en el tutor de su hija Julie, pues Eugene Manet había fallecido tres
años antes. El mismo Mallarmé escribió el prefacio del catálogo de la primera
exposición póstuma que se le dedicó a la pintora en 1896.
Actualmente,
el Musée
Marmottan Monet es el que alberga un mayor número de obras de
la artista por expreso deseo de la familia: 25 pinturas y 65 acuarelas, así
como pasteles y dibujos. También el Museo d'Orsay custodia diez de sus telas. El resto de su obra
está diseminada en museos de todo el mundo y en colecciones privadas.
Delante del espejoJulie Manet y su labrador
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