14 abril 2020

VIVIR ADREDE de Mario Benedetti

                                                                                                                                    


VIVIR ADREDE  
comentario escrito por Esperanza Liñán.



Es un libro de aparente sencillez, la que a priori destila este autor uruguayo, aunque con reflexiones de una gran profundidad. Para los amantes de la poesía, y para los que no lo son, como es mi caso, su prosa poética te engancha en cada línea. Sus reflexiones lo abarcan todo: de lo cercano y aparentemente sin importancia, a lo más elevado y profundo. Parece que en esta obra Benedetti quiso dejarnos las más importantes reflexiones sobre la vida y la muerte, pasando por sus experiencias políticas y en el exilio. Retazos íntimos de alegrías, amores, desamores, soledades y tristezas contadas de modo testimonial, que en ocasiones suenan a despedida quizá intuyendo que se acercaba su final. Es difícil no identificarse con su cotidianidad y admirar como cosas tan simples pueden contarse de una forma tan bella. Su vocabulario propio de palabras como los projimíos y los projituyos o los mandamenos; o que las nadas rebosan de todos, tocan nuestras fibras sensibles mucho más que los ornamentos lingüísticos de otros autores.
Su lectura despierta el deseo de no acabarlo y lo vas degustando de a poco, como los bocados exquisitos para que duren más.
Se divide en tres partes: VIVIR, la más introspectiva y vital. ADREDE, frescos microrrelatos donde en ocasiones no deja títere con cabeza. Y la tercera parte, CACHIVACHES, en la que jugando con las palabras en frases cortas y ocurrentes, casi a modo de aforismos, nos desvela grandes verdades. Es un todo magnífico para leer estos días y cualquier otro. Como muestra este botón de su primera parte:

La Alegría:
"Uno tiene derecho a la alegría. A veces es humo o es niebla o es celaje. Pero detrás de esas demoras ella está, esperando. Siempre hay una hendija del alma por donde la alegría asoma sus despabiladas pupilas. Entonces el corazón se vuelve más vivaz, se extrae de su quietud y es casi pájaro.
La alegría sobreviene después de las ausencias, al fin de las nostalgias. Si uno se reencuentra con lo amado y su revelación unánime, es lógico que el goce nos abrace y a uno le vienen ganas de cantar. Aunque no tenga voz, aunque esté ronco de pasadas angustias.
Después de todo la alegría es un préstamo, no nos pertenece. Es una locurita, un premio pasajero, pero la disfrutamos como si fuera propia, como un lucro, como una primavera de la vida. Ella se aferra al tiempo, arrastra su poquito de la infancia y se mete soplando en la vejez.
Semana tras semana, año tras año, la alegría va llenando vacíos. Hasta que no puede más y se vuelve tristeza".


Mario Benedetti

6 comentarios:

  1. María del Carmen Galvez Jimenez15 de abril de 2020, 12:11

    Contagiemos nuestra alegría

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  2. Nunca como ahora necesitamos que se cuele por cualquier rendija la alegría. Muy adecuado tu comentario, Esperanza. Mayte

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  3. Gracias por vuestros comentarios. Efectivamente Mayte, he escogido el de La Alegría, porque en estos momentos, más que nunca, necesitamos una dosis extra.
    Esperanza.

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