01 octubre 2019

BANDA SONORA

BANDA SONORA 







Hace unos días hemos perdido una de las mejores voces que tuvimos la suerte de escuchar en nuestra juventud y más allá. Ese Camilo Sesto que disfrutamos en directo en el Teatro del Tívoli y nos acompañó como música de fondo en las discotecas, en el tocadiscos de casa, o en el radiocasete del coche. 

Cuando se va uno de los grandes, aunque llevemos tiempo sin saber de ellos, irremediablemente perdemos algo muy nuestro: Esas voces que forman parte de la banda sonora de nuestras vidas también lo han sido de la historia con mayúsculas, porque fueron testigos del recorrido de un tiempo coartado y despertaron conciencias. Pienso en Víctor Jara, Mercedes Sosa, Jarcha, Nino Bravo, Cecilia, Serrat, Víctor Manuel, Ana Belén, y tantos otros que han sido, y todavía son, un resorte para despertar la memoria. Para no olvidar la calidad de unas canciones irrepetibles que, por su letra y música, lo son por derecho propio. Nos acompañaron de la mano y crecieron con nosotros al son de las mismas expectativas ciudadanas de un pueblo sesgado de libertades. Sus notas también forman parte de las canciones de amor de nuestras vidas.     

No sé si a los jóvenes de hoy les despierta algún sentimiento la música tecno, los alaridos y  letras soeces de sus reproducciones. Quizás el rap o el hip-hop  tengan algún mensaje, pero de ahí a acompasar un baile agarrao o un beso de película, pues no  consigo imaginarlo. Cuando la escucho en la radio, me pone los vellos de punta, pero no de sentimiento, sino de alerta para cambiar de emisora. Como en todo hay excepciones y alguna merece la pena, pero que casualidad que suelen ser canciones antiguas modernizadas. 

No sé si cualquier tiempo pasado fue mejor, cada cual tendrá el suyo. Recuerdo a mis padres emocionarse con Juanito Valderrama y su Emigrante. Esa Lola Flores que con solo revolear la cola de su bata flamenca y un taconazo en el suelo ponía al público en pie. Luego vinieron un par de Rocíos, la Jurado y la Dúrcal, tan distintas y tan únicas que difícilmente surgirán voces ni siquiera parecidas.

Hay momentos para la actualidad y otros para la nostalgia. No se trata de vivir en esta última, aunque puede ser bueno rememorarla alguna vez. Solo hay que buscar ese LP de vinilo que estoy segura guardamos como un tesoro. Sacarlo de su funda de plástico, limpiarlo con la almohadilla de terciopelo y ponerlo en el tocadiscos. Desplazar el brazo, o pulsar el automático, y esperar unos segundos hasta que la aguja se deslice por los surcos del disco y la magia del sonido hará el resto.


Esperanza Liñán Gálvez 

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