10 abril 2019

PARA GUSTOS, LOS COLORES


PARA GUSTOS, LOS COLORES 

El mundo de los colores anda bastante confundido, ni ellos mismos saben ya lo que representan a fuerza de tanto cambio de imagen.
De un tiempo a esta parte el amarillo, que era el color del sol, lo mismo sirve para los chalecos de los manifestantes franceses, que define, hasta el hartazgo, a los independentistas catalanes. Y pensar que era uno de mis colores favoritos.
El rosa sigue siendo el emblema de lo femenino, ahora derivado hacia el morado, que siempre había sido el tono de la espiritualidad. Hasta ahí todo perfecto, claro que también lo han tomado prestado otros protagonistas del panorama político, cuya coherencia naufraga con cada división, y son muchas.
El rojo, color fuerte y llamativo, desde tiempos inmemoriales se ha asociado a la política de la izquierda. Yo conocí a algunas personas que, para no pronunciar esa palabra y en un ejercicio de eufemismo patriota, lo llamaba encarnado. Ahora luce más desvaído. Como dirían los antiguos: ha perdido toda la color.
El naranja, cálido donde los haya. El de los candilazos en los atardeceres mediterráneos, se lo ha adjudicado otra rama ideológica para identificarse. Esa marca que se mueve como un tentetieso y cambia de tonalidad, según el momento y lugar hacia donde se incline.
El azul celeste, tan límpido y relajante, se lo han apropiado, como tantos otros patrimonios, los de siempre, ya sea en forma de ave o de anagrama. Jamás el color del cielo estuvo peor representado, ni con tantos nubarrones color sepia.
El verde, color de la esperanza, normalmente asociado a los defensores de la naturaleza, ahora tiene una variante antagónica en versión fluorescente. La han adoptado quienes promulgan el anacronismo de un tiempo de brazos alzados y olor a naftalina. 
Hay otros, menos populares, como el marrón. Aunque, a todos los gremios anteriores les es muy conocido, de momento nadie se lo ha adjudicado, ¿por qué será? 
El blanco, símbolo de la pureza y de la paz permanece bastante inalterable en la memoria colectiva, quizá porque es escaso y difícil de encontrar.
El negro es el color de la elegancia o excelencia, cuando hablamos de etiqueta negra; o el del luto, de toda la vida de Dios. 
Si optamos por el arco iris completo y nos compramos un paraguas multicolor, sencillamente porque nos gusta, muchos pensarán en el LGTBI, aunque no pertenezcamos a ese colectivo. ¡Será por colores! 
Después de tanta paradoja y normal desconcierto, podríamos enarbolar un pañuelo blanco en señal de rendición. Además, ponernos un lazo negro en la solapa por la defunción de los colores tal como los conocemos en su origen. También podemos volvernos daltónicos…
En cualquier caso esto no hace más que reafirmar, como dice ese refrán tan nuestro, que para gustos, los colores.


  


Esperanza Liñán Gálvez

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor: Se ruega no utilizar palabras soeces ni insultos ni blasfemias, así todo irá sobre ruedas.
Reservado el derecho de admisión para comentarios.

Buscar