EN HOMENAJE A CERVANTES
Amalia Diaz
Dígote Sancho, que me siento vivo, muy vivo. Aunque rebasé los cuatrocientos años, todavía poseo el pensamiento lúcido y fuerza en mis palabras y en mi brazo para desfacer entuertos y socorrer a los desvalidos.
El día veinte y tres de Abril se cumple el cuarto aniversario del fallecimiento de mi padre, Don Miguel de Cervantes y… ¡válame Dios! que no quiero pecar de vanidad ni quitarles protagonismo a sus demás hijos, pero fui yo quien le hizo famoso en todo el mundo.
Venía de un largo cautiverio en Argel, y ya lo llamaban de El manco de Lepanto, cuando dicen que me engendró en la cárcel "un lugar donde toda incomodidad tiene asiento" según sus palabras. Estaba preso en la de Sevilla, porque unos malandrines acusáronle de haber afanado para su coleto unos miles de reales cuando era recaudador de impuestos. ¡Ay Sancho, aún no sabíamos qué nos trujerían los venideros siglos!
Como soy un caballero precavido, cabal e ingenioso y agora se cometen las mesmas o más marrullerías que cuando íbamos por los caminos de la Mancha y Sierra Morena, ruégote Sancho, que gobiernes la ínsula que voy a donarte con prudencia y justicia, que no la conviertas en un paraíso de esos que hay adonde los truhanes hacen mudanza de los muchos dineros que róbanle al pueblo.
Mi padre, El Príncipe de las letras españolas, a pesar de sus trabajos, de su ingenio y de la gloria que yo le di, vivió en perpetua lacería. Aunque sus hijos sigamos dándoles pingües beneficio a editores, a la SGAE y al Estado, a él no plugo otra recompensa que los laureles de la FAMA. Su FAMA, es quién ha posibilitado que cuatro siglos después de su muerte se mantenga vivo, y que yo renazca y esté dispuesto a seguir cabalgando por los caminos de la Mancha, cada vez que mis discursos o mis aventuras hagan reflexionar a alguien o le arranquen una sonrisa.
!Qué envidia (aunque sana) me das, Amalia. De nuevo, Enhorabuena.
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